Capítulo treinta y cuatro.

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Mi cara pasó de ser una mueca de horror, a otra de asco en cuestión de segundos.

¿Verdad o Atrevimiento? ¿Otra vez? ¿En serio?.

Algo me decía que se avecinaba tormenta.

Tenía la esperanza de que alguien se negase y acabásemos jugando al Trivial, al Party, o a cualquier otro juego que no me hiciese entrar en pánico.

Pero las caras de diversión de mis amigos, y las miradas cómplices entre todos, me dejaron claro que esta vez no me saldría con la mía.

- Yo no juego. - fue lo primero que me salió cuando todos empezaron a sentarse en círculo en el suelo para empezar a jugar.

- ¿Por qué?. - preguntó Dani, mientras pasaba un brazo por encima de los hombros de Marta y la acercaba a él.

No pude evitar sonreír ante la escena.

- Pooorrrrque nop. - contesté.

- Porque es una cagada. - dijo Jesús sin mirarme, mientras se sentaba, al lado de su nuevo ligue.

Sentí como me hervía la sangre, pero no dije nada, no pensaba darle el gusto.

Seguía sensible por lo que había pasado hacía unas horas, y no quería liarla.

- Anda, porfi. - insistió Noa.

- Va, si juegas, te invito a un McFlurry cuando te saltes la dieta. - comentó Laura, con una sonrisa pícara.

Me lo pensé un segundo.

- ¿Me lo prometes?. - quise asegurarme.

- Te lo prometo. -

Me costaba ser fuerte cuando se trataba de helado y chocolate, qué podía hacer.

Me levanté del sillón, y me senté junto a Marta y David, quedando con Jesús justo de frente.

Me miró curioso, y me giré con rapidez cuando oí que David me decía algo.

- ¿Soléis ser extremistas o va a ser un poco light?. Me da un poco de miedo. -

Me reí.

- No te asustes. Depende de quién te toque, pero, sobreviviremos... tranquilo. - le di dos palmaditas en la pierna.

- Vale, empiezo. - dijo María.

Noté como empezaban a sudarme las manos.

- Noa, ¿Qué eliges?. -

- Verdad. -

- A ver... ¿Te liarías con alguien del grupo?. -

- No. - dijo sincera.

Bueno, no estaba mal.

Después de que Laura tuviese que tragarse un huevo crudo, Olalla se hubiese rebozado toda la cara con mostaza, y David confesase que le olían los pies, llegó mi turno.

No sabía que elegir, así que intenté ir con cuidado.

- A ver, ______, con quién fue tu primer beso. - me preguntó David.

No pude evitar reírme y recorrer con la mirada a todas mis amigas, que sonreían con diversión ante la situación.

No me acordaba de que solo ellas conocían este dato.

- Aún no me he besado con nadie. - contesté.

- ¿Qué dices?. - contestaron Dani y David al unísono.'

Levanté la mirada, y Jesús me miraba sorprendido, con las cejas algo alzadas, aunque con claro disimulo.

Aparté la vista en seguida, y contesté.

«Acércate porque te odio.» - Jesús y Tú - GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora