Capítulo veinticinco.

3.3K 188 55
                                    

- Cállate. - Contesté, rápidamente.

- Tía, ya en serio. ¿Por qué no quieres hablar del tema?. Estás rara con eso últimamente, y es algo completamente normal. - respondió María, visiblemente frustrada.

- Porque no sé de qué supuesto tema quieres hablar. ¿Rara con qué? ¿Qué es normal?. -

- Que te guste Jesús.
Ala. Ya lo he dicho. -

Esta tía flipaba.

- Solo me queda reírme ante esta situación tan heavy que me está tocando vivir. Pero, vamos a ver... ¿Cómo me va a gustar un chico que me ha llamado gorda a la cara, dejándome bastante claro que jamás se fijaría en mí? ¿Estamos locos?. -

María agachó la cabeza sin saber qué decir.

- Que hayamos llegado a medio entendernos, y pueda llevarme bien con él, no significa que me guste, ni que tenga que hacerlo. La amistad hombre - mujer, también existe. No es nada raro. -

- Pero es que... - replicó ella.

- Pero es que, ¿Qué?. -

- No sé. Es que te juro que es extrañísimo ver cómo os miráis. Que si me dices que no te gusta, te creo, pero... -

- Bueno, bueno, bueno, qué mal te está haciendo esto de que te estés volviendo a ver todos los capítulos de "Frijolito". ¿Por qué no escribes una novela? Yo lo veo. - dije, riéndome ante mi comentario.

María se me quedó mirando con un gesto de asco, y le respondí con un sonoro beso en la mejilla.

"Cómo os miráis". Era lo último que me quedaba por oír.

Le miraba como miraba a cualquier otra persona, y punto.

Cambié bruscamente de tema, y María decidió seguirme el rollo, pero sabía que, en su mente, seguiría maquinando.

----------------------------------------------

No me preguntéis cómo, pero, al final, con no sé qué nueva aplicación del móvil, Olalla consiguió que las entradas para el cine nos costasen 1,10€ a cada uno. 1,10€!!!! Estaba claro que iríamos todos, de cabeza.

- Que NO, que no quiero palomitas, no seáis pesados. - respondí, por tercera vez, rodando los ojos.

- Dejarla, si luego quiere, que coja de las mías. - respondió Noa.

- Que no. Además, son carísimas, no sé por qué no os traéis la comida de casa. -

- Me gusta cómo piensas. - Dijo Jesús, levantando repetidamente las cejas, y golpeándose los bolsillos, haciendo sonar lo que parecían bolsas de plástico. Supuse que serían distintos tipos de bolsas de patatas. Inteligente.

Repetí su gesto con las cejas, mientras me reía y levantaba mi mano derecha, para chocarla con la suya.

Cuando todos terminaron de comprar, entramos a la sala.

No sé cómo ni por qué, pero decidimos ver una película de miedo - Me encantaban, aunque luego me costase conciliar el sueño. - y, acabé sentada entre Jesús y Hugo.

Al lado de Hugo, estaba Alfonso, y supe en cuanto lo vi, que las escenas de la película no iban a ser ni la mitad de interesantes que las que podían cocerse a mi derecha...

Ocupábamos casi entera la última fila del cine.

Era el mejor sitio, sin duda.

- Shhhh, que ya empieza. - repliqué.

Jesús empezó a hacer ruido mientras se sacaba las bolsas de los bolsillos.

Le miré mal.

- Ya podías haberlo sacado antes. - le reproché, susurrando.

«Acércate porque te odio.» - Jesús y Tú - GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora