Capítulo veinte.

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Mi cara debió ser un poema.
Me di cuenta cuando tuve que obligarme a cerrar la boca, que formó un círculo perfecto sin que me enterase.
Tal fue mi sorpresa, que el boli que sostenía en mi mano, se escapó de ésta, y rodó por la mesa, hasta acabar en el suelo.
María se apresuró a recogerlo.

- ______, parece que has visto un fantasma, mujer. - dijo, bajito, mientras se acercaba para darme el bolígrafo.

- Pues casi. No me lo puedo creer, es que estas mierdas siempre tienen que pasarme a mí. -

- No creo que sea para tanto. Míralo por el lado bueno, tú con Jesús estás más o menos bien, tía, y ellos, parece que ni se hablan... -

- Yo que sé, tía, yo que sé. - le dije, en un intento por dejar de lado el tema.

Pasado un rato, decidí echar un vistazo por la clase. Zaida parecía entretenida, pasándose notitas con un chico de la fila de al lado.

Jesús, en cambio, estaba mirando al suelo, con los ojos entrecerrados. Tenía los dientes apretados - o eso supuse, ya que podía notar cada detalle de su marcada mandíbula - y parecía pensativo.

Podría estar pensando en cualquier cosa.

Igual estar en un grupo con mi archienemiga, y mi exarchienemigo, sólo me resultaba demasiado embarazoso a mí.

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- Ueh. -

- Joder, Daniel, qué susto. - le dije, agarrándole el brazo que acababa de pasar por mis hombros.

Deslicé mi mano hasta su mano, y entrelacé nuestros dedos, girando la cabeza para mirarle, mientras hacía un puchero.

- Bueeeeeeno. ¿Qué te pasa?. - me preguntó.

- Joder, ¿Tú qué crees?. - le dije, sonando obvia.

- Pues... yo que sé, me pillas espeso. No caigo. - dijo, mirándome con curiosidad.

Nos adelantamos al resto, y fuimos andando hasta el patio.

- Pues, el grupito que me ha tocado, que no me hace ninguna gracia. -

- Buah, _____, es sólo un trabajo. Además, con mi hermano no estás mal, de la otra intenta pasar, y punto... - dijo, restándole importancia al asunto.

Me sentía un poco estúpida. Parecía que al resto le resultaba de lo más normal, y quizá yo le estaba dando más bombo del necesario. Dani tenía razón. Era sólo un trabajo.

Las chicas, Jesús, y Alfonso, no tardaron en seguirnos.

- ¿Con quién hablas, Alfonsín? - preguntó Laura.

- Eso, eso, que no sueltas el móvil. - insistió Olalla.

- Pesadas. A vosotras qué os importa. -

- Ay, ay, ay, dejarle, que se nos enfada. - dijo María, con tono divertido.

Cuando él no podía darse cuenta, me separé un poco del cuerpo de Dani, y eché un vistazo a la pantalla de Alfonso.

Vale, sé que no está bien. Pero la curiosidad mató al gato, y estaba a punto de matarme a mí también.

Correría el riesgo.

- 2 mensajes de Hugo. -

¿Así que, por eso Alfonso nos llevaba ignorando todo el recreo?. Interesante.

- Oye, Dani, dile a tu primo que me llame luego. - comenté.

Como supuse, Alfonso en seguida levantó la mirada, interesado en el tema, de repente, mientras se hacía el loco.

Yo tenía que enterarme de lo que fuese que estaba pasando aquí.

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Me entretuve hablando con las chicas de cualquier cosa, hasta que alguien, gritando mi nombre, llamó mi atención.

- ____ ¿Puedes venir un momento?. Y tú también, Jesús. -

Estuve a punto de no girarme. Conocía perfectamente esa voz tan repelente, y, el tono amable que estaba usando, no lograba convencerme.

Jesús me miró, y se giró. Volvió a mirarme, esperando una reacción por mi parte.

- ¿Vamos?. - me preguntó.

Le miré durante dos largos segundos, y, después de suspirar pesadamente, me levanté, y comencé a caminar en dirección a Zaida, con Jesús a mi lado.

No pensaba sonar borde, me consideraba una persona educada, y muy cordial. Lo que menos me apetecía era discutir, que parecía ser lo único que conseguía hacer con ella.

No esta vez.

- Buenas. - dije. - ¿Querías algo?. -

- Holaaaa. - dijo, sonando excesivamente alegre. Agh. - es que, como estamos juntos en el grupo, quería preguntaros que cómo queréis que lo hagamos y tal. Porque me han dicho que en clase no va a dejar tiempo para hacerlo. -

- Ah, ¿No nos vamos a poner por grupos en clase?. - cuestionó Jesús. - Qué raro. -

- Ya, pero bueno. Por eso os digo, que habrá que quedar, o algo. -

Tierra trágame. Encima me tocaría quedar fuera del instituto con estos dos... menudo panorama.

- Bueno, pues ya lo hablaremos, aún queda para entregar el trabajo. - dije, tranquila.

- Vale, bueno, pues ya me diréis algo. Chao. - dijo ella, dándose media vuelta.

Puse cara de incredulidad, mientras emprendía camino hacia el grupo.

- Bueno, pues ya quedaremos, ¿no?. No te creas que me hace mucha gracia. - Jesús parecía intentar darme conversación.

No sé ni cómo, ni por qué. Pero me resultó adorable.

- Pff, pues imagínate a mí. Tú, al menos, te llevabas bien con ella. -

- Tú lo has dicho, me llevaba. -

- ¿Y por qué estaba tan simpática?. - no entendía nada.

- Pues... no sé, la verdad. Será feliz la chica. - dijo, mirándome, esbozando una sonrisa.

Me contagió el gesto, y le respondí la mirada.

- Pues será eso, porque madre mía... -

Los dos nos reímos.

Era una tontería, y el comentario no tenía gracia, pero ambos estábamos esforzándonos por llevarnos bien, y sentí un pequeño cosquilleo en el estómago al pensarlo.

Decidí ignorarlo.

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- Chicos, merendola esta tarde en mi casa. ¿Podéis, no?. - nos dijo Alfonso, en cuanto llegamos a donde se encontraban.

- Pues no sé, tengo que consultar mi agenda. Estoy un poquito harta de que me estropeéis mis planes con One Direction. -

- Te entiendo. Ya verás tú como se va a poner Selena cuando le diga que no voy a poder ir a verla... - Jesús me siguió el rollo.

Empezamos a reírnos, y los chicos cuchicheaban entre ellos, visiblemente alegres, contemplando la escena.

«Acércate porque te odio.» - Jesús y Tú - GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora