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Nicole sentía el corazón acelerado mientras caminaba hacia el coche con Fernanda. Había accedido a ver a Tito esa misma noche, y aunque no era la primera vez que salía con él, había algo diferente en esta ocasión. Quizá era el hecho de que sabía que estaba yendo en contra de todo lo que su familia le había inculcado, o el riesgo que corría al esconder esta relación de sus hermanos.

—Fernanda: "¿Entonces qué? ¿Nos vamos de una vez o prefieres hacer otra parada antes de verlo?" preguntó su prima mientras encendía la camioneta.

—Nicole: "No, mejor vámonos ya. Si me quedo pensando demasiado, lo más probable es que me arrepienta." respondió Nicole, con una risa nerviosa.

Fernanda sonrió con complicidad mientras conducía en dirección al punto de encuentro. El lugar de siempre era un sitio discreto a las afueras de la ciudad, una placita tranquila donde Tito solía recoger a Nicole para que no llamaran la atención. Sabía que con Tito las cosas no eran como con cualquier otro chico; su fama y su estilo de vida hacían que todo se manejara con mucha discreción.

Mientras conducían, Nicole sacó su celular para revisar los mensajes. Carlos y Pedro no le habían mandado nada, lo cual era un alivio, pero también sabía que no podía bajar la guardia. Cualquier llamada de último momento de ellos podría poner todo en riesgo.

—Nicole: "¿Tú crees que está mal lo que estoy haciendo?" preguntó de repente, con un tono más serio.

Fernanda, sin apartar la vista del camino, respondió de inmediato.

—Fernanda: "Mira, prima, yo no soy la más indicada para darte lecciones de moral. Sabes que yo he hecho lo que me ha dado la gana desde que tengo memoria. Lo que te puedo decir es que, si de verdad te gusta, si la pasas bien con él, no le hagas caso a lo que piensen los demás. ¿Tus hermanos se van a enojar? Probablemente. ¿Tus papás? Seguro. Pero al final, es tu vida, no la de ellos."

Nicole asintió, aunque aún no estaba del todo convencida. Aún le costaba aceptar la idea de ir en contra de los deseos de su familia, pero había algo en Tito que la mantenía intrigada. Esa mezcla de misterio, peligro y carisma era adictiva.

—Nicole: "No sé, Fer. Es que todo se siente tan rápido. Apenas hace unas semanas lo conocí y ya estamos en estas. Me asusta que mis hermanos lo descubran."

—Fernanda: "Pues claro, todo esto es parte del juego. Pero créeme, si juegas bien tus cartas, nadie tiene por qué enterarse. Además, ¿no te hace sentir viva el hecho de que estás haciendo algo prohibido?" le guiñó el ojo.

Nicole no pudo evitar sonreír. Fernanda siempre tenía esa habilidad de hacerla ver las cosas desde otra perspectiva.

Finalmente, llegaron al lugar acordado. Fernanda apagó las luces de la camioneta y estacionó en un rincón oscuro, cerca de un pequeño parque. Tito ya estaba allí, apoyado en su camioneta con las manos en los bolsillos, esperándolas. Vestía su típico estilo relajado, con una gorra de lado y una camiseta negra. A pesar de la sencillez de su atuendo, había algo en él que siempre destacaba.

—Fernanda: "Ahí está tu galán. Te dejo, cuídate y no hagas nada que yo no haría." bromeó antes de darle un beso en la mejilla.

Nicole se bajó del coche, sintiendo cómo la adrenalina recorría su cuerpo. Tito la observaba con una sonrisa relajada.

—Tito: "Ya me estabas dejando plantado, ¿eh?" dijo en tono juguetón mientras ella se acercaba.

—Nicole: "¡Para nada! Solo estaba asegurándome de que todo estuviera bajo control en casa."

Tito la abrazó brevemente y luego abrió la puerta de su camioneta.

—Tito: "Vente, vamos a dar la vuelta. No te preocupes, no nos van a ver por aquí."

Se subieron a la camioneta y empezaron a recorrer las calles oscuras de Guadalajara, alejándose del centro. Aunque Nicole sabía que debería estar nerviosa, el ambiente dentro del coche era relajado. Tito puso música suave, y el sonido del motor y la ciudad quedaban en segundo plano mientras conversaban.

—Nicole: "¿Cómo te fue en el estudio hoy?" preguntó, tratando de relajarse.

—Tito: "Bien, bien. Estuvimos grabando con mi primo y unos compas, salió todo chido. A ver si un día te llevo para que veas cómo se hace todo."

Nicole sonrió, aunque sabía que probablemente eso nunca sería posible. La vida de Tito era demasiado pública, y ella tenía que mantenerse lejos de los reflectores.

—Nicole: "Me encantaría, pero ya sabes que no puedo. Si alguien me ve ahí, todo se va al carajo."

Tito la miró de reojo mientras giraba en una esquina.

—Tito: "Sí, ya sé. Pero no te preocupes, siempre podemos encontrar formas de vernos sin que nadie se entere."

La manera en la que lo dijo hizo que Nicole sintiera un escalofrío. Sabía que Tito tenía razón, pero también sabía que vivir de esa manera, ocultándose siempre, no era algo que pudiera sostener a largo plazo.

Condujeron por un rato hasta que Tito estacionó en un mirador, desde donde se podía ver toda la ciudad. Las luces de Guadalajara brillaban en la distancia, dándole a la noche un aire mágico.

—Tito: "Ven, bájate. Quiero mostrarte algo."

Nicole salió del coche y caminó junto a Tito hasta el borde del mirador. Desde allí, el paisaje era impresionante.

—Tito: "Siempre vengo aquí cuando necesito despejarme. Es de los pocos lugares donde puedo estar tranquilo sin que nadie me joda."

Nicole lo miró, sintiendo que en ese momento, lejos de todo y de todos, Tito le estaba mostrando un lado más vulnerable, un lado que pocas personas conocían.

—Nicole: "Es hermoso. No me imaginaba que existiera un lugar así aquí."

—Tito: "Sí. A veces, entre tantas giras y entrevistas, se me olvida que tengo que disfrutar de cosas simples como esta. Y más ahora que te tengo aquí conmigo."

El comentario hizo que Nicole se ruborizara. Tito la rodeó con su brazo, y durante un rato, se quedaron en silencio, simplemente disfrutando del momento y de la vista.

—Tito: "Gracias por venir hoy, güerita. Sé que no es fácil para ti, pero me gusta pasar el rato contigo."

Nicole lo miró a los ojos, sintiendo que cada vez se acercaba más a él, aunque sabía que era arriesgado.

—Nicole: "Yo también disfruto estar contigo, Tito. Aunque me la ponga difícil con mi familia, vale la pena."

Tito sonrió y, sin decir más, la besó. El beso fue suave, lento, pero lleno de intensidad. Cuando se separaron, ambos sabían que lo que estaban empezando no sería fácil, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a detenerse ahora.

Muñequita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora