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El martes amaneció con un aire diferente. Nicole se sentía ligera después de que Roberto hablara con su familia. Aunque Carlos y Pedro seguían con sus reservas, al menos no estaban tan hostiles como antes.

Después de desayunar con su mamá, Nicole recibió un mensaje de Roberto:
"Buenos días, muñequita. ¿Tienes planes hoy? Quiero verte, tengo una sorpresa."

Nicole sonrió y respondió:
"Buenos días, amor. Déjame revisar si tengo algo pendiente, pero creo que estoy libre."

Apenas terminó de escribir, escuchó a Ana desde la cocina.

—Nicole, ¿puedes venir un momento?

Cuando llegó, Ana le entregó unas listas de compras.

—Tu abuela quiere hacer algo grande este fin de semana, así que necesito que me ayudes a revisar que todo esté listo.

—Claro, mamá —respondió Nicole, tomando las listas.

Revisó los pendientes mientras pensaba en Roberto. No pasaron ni diez minutos cuando él volvió a escribir:
"Paso por ti como a las 4. No comas mucho, porque te voy a llevar a un lugar especial."

Nicole mordió su labio, emocionada. Le contestó rápidamente:
"Perfecto. Nos vemos más tarde, amor."

La sorpresa de Roberto

A las 4:00 en punto, Nicole salió de su casa. Roberto ya estaba afuera, esperándola en su camioneta. Cuando la vio, bajó de inmediato para abrirle la puerta.

—Hola, mi muñequita —dijo, dándole un beso suave en los labios.

—Hola, amor. ¿A dónde vamos? —preguntó ella, curiosa.

—Ya verás, es sorpresa —respondió él, guiñándole un ojo mientras arrancaba la camioneta.

El camino fue tranquilo, con música de fondo y risas compartidas. Nicole intentaba adivinar a dónde iban, pero Roberto no soltaba ninguna pista.

Después de un rato, llegaron a un restaurante exclusivo en las afueras de la ciudad. Roberto había reservado una mesa privada con una vista espectacular.

—¿Te gusta? —preguntó él, tomando su mano mientras se sentaban.

—Me encanta, amor. Gracias por todo esto —respondió Nicole, emocionada.

La cena fue perfecta, con platillos exquisitos y una conversación ligera. Roberto no podía dejar de mirarla con admiración, mientras Nicole se sentía más segura de su relación con él.

Cuando terminaron, Roberto la llevó a dar un pequeño paseo por los alrededores del restaurante. En medio del camino, se detuvo, sacó su celular y sonrió.

—Tengo que hacer un live rápido, pero no te preocupes, no saldrás en la cámara —le dijo, guiñándole un ojo.

Nicole asintió, divertida. Roberto inició el live mientras seguían caminando, saludando a sus fans con su carisma habitual.

—A ver, ¿quién anda por aquí? —dijo, leyendo los comentarios.

Los mensajes inundaron la pantalla de inmediato: "Tito, canta algo", "Eres el mejor", "Tito, agárrame como balero". Roberto no pudo evitar soltar una carcajada.

—¡No manchen! Cómo son, plebes. Aguanten tantito —dijo, riendo.

Mientras tanto, Nicole caminaba a su lado, escuchando los comentarios. Aunque no salía en cámara, de vez en cuando Roberto volteaba a verla y le sonreía.

Cuando terminaron el live, Roberto tomó su mano y le susurró:

—Te amo, mi muñequita.

—Yo también te amo, amor —respondió ella, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.

El regreso a casa

De regreso, el ambiente en la camioneta era cálido y lleno de complicidad. Roberto tomó un desvío hacia un mirador, estacionó el auto y se volvió hacia Nicole.

—Quería parar un momento para agradecerte, muñequita. Por estar conmigo, por apoyarme, por todo.

—Amor, tú también me haces feliz. Siempre estás ahí para mí, y eso significa mucho —dijo Nicole, acercándose para abrazarlo.

Después de unos minutos, retomaron el camino hacia la casa de Nicole. Al llegar, Roberto bajó para abrirle la puerta y la acompañó hasta la entrada del fraccionamiento.

—¿Nos vemos mañana? —preguntó él, acariciándole el rostro.

—Claro, amor. Mañana te aviso —respondió Nicole con una sonrisa.

Se despidieron con un beso suave, y Nicole lo vio irse antes de entrar a su casa. Mientras subía a su cuarto, no podía dejar de pensar en lo especial que había sido el día. Sabía que su relación con Roberto estaba creciendo cada vez más, y no podía esperar a ver qué les deparaba el futuro.

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