28 (7/10)

827 51 0
                                    

—Roberto: "Es lo que importa, chiquita. Tus hermanos ya se calmarán. Yo no me rindo fácil, ¿eh?"

La voz de Roberto al otro lado de la línea me hacía sentir un poco mejor. Sabía que él no se dejaría intimidar por Carlos y Pedro, pero tampoco quería que las cosas se pusieran más complicadas.

—Nicole: "Lo sé... pero es complicado. Tú no los conoces como yo. A veces pueden ser súper intensos y no sueltan algo hasta que se salen con la suya."

Roberto soltó una pequeña risa.

—Roberto: "Si tus hermanos son así de celosos, no los culpo, tú vales oro. Pero, ¿sabes qué? Déjalos que digan lo que quieran, lo que importa es que tú y yo estemos bien."

Sonreí, sabiendo que tenía razón, aunque no era tan fácil como sonaba.

—Nicole: "Gracias, Roberto. Tú siempre me haces sentir mejor."

—Roberto: "Pa' eso estamos, amor. A propósito, quería invitarte a salir el fin de semana. Si quieres podemos hacer algo más tranquilo, nada de conciertos ni afters, para que estés relajada."

Me quedé pensando un momento. La idea de salir con él sin tener que preocuparme por todo lo que pensaran mis hermanos sonaba perfecta.

—Nicole: "Me parece buena idea. Pero tendría que ver cómo está el ambiente aquí en la casa."

—Roberto: "No te preocupes, no hay prisa. Me avisas cuando puedas, ¿va?"

Asentí, aunque él no podía verme, y terminamos la llamada con un "te quiero" mutuo. Me quedé mirando mi teléfono por unos minutos, pensando en cómo las cosas se habían complicado tanto en tan poco tiempo. Lo que más me preocupaba era que mis hermanos no dejaran de meterse en mi vida.

Después de la llamada, me tumbé en la cama, pensando en todo lo que había pasado los últimos días. Desde que conocí a Roberto, mi vida había dado un giro inesperado. Nunca imaginé que estar con alguien famoso complicaría tanto las cosas en casa.

La tarde pasó rápido y, como de costumbre, Fernanda apareció en mi casa alrededor de las 5 de la tarde. Ella siempre sabía cuando era el momento perfecto para distraerme.

—Fernanda: "Vamos, amiga, no puedes estar encerrada todo el día con esa carita de preocupación."

—Nicole: "Es que no sabes lo pesado que está aquí... Carlos y Pedro no me dejan en paz."

—Fernanda: "Ugh, qué novedad. Siempre han sido así, pero tampoco pueden decidir sobre tu vida. Mira, mejor vamos a despejarnos un rato. Si quieres, podemos ir al café del centro. Necesitas respirar otro aire."

Acepté su propuesta y en menos de media hora ya estábamos en el auto rumbo al centro de la ciudad. Fernanda siempre sabía qué decir para hacerme sentir mejor. Mientras conducíamos, me puse a pensar en lo que Roberto había dicho sobre salir más tranquilo el fin de semana. Realmente necesitaba un respiro de la situación en casa, pero sabía que cualquier movimiento tendría que ser cuidadosamente planeado para evitar más dramas con mis hermanos.

—Fernanda: "Entonces, ¿qué tal te fue con Roberto después del after?"

—Nicole: "Todo bien. Me llevó a la casa y nos despedimos como siempre. Lo único es que ahora todo el mundo se enteró... y ya sabes cómo se ponen mis hermanos."

Fernanda soltó un suspiro exagerado.

—Fernanda: "Ay, amiga, no sé cómo le haces para aguantarlos. Pero mira, te lo dije, tarde o temprano todos se iban a enterar. Lo importante es que tú estés tranquila y hagas lo que a ti te hace feliz."

—Nicole: "Sí, pero a veces siento que es mucho. O sea, me gusta Roberto, pero siento que esto es como una novela y no sé si estoy lista para todo lo que conlleva salir con alguien como él."

—Fernanda: "Te entiendo, pero si Roberto te hace feliz, vale la pena intentarlo. No dejes que los demás te metan ideas negativas."

Asentí en silencio mientras miraba por la ventana. Tenía razón. No podía dejar que las opiniones de mis hermanos o el miedo al qué dirán interfirieran con lo que realmente quería. Sabía que estar con Roberto no iba a ser fácil, pero tampoco estaba dispuesta a dejarlo ir sin luchar.

Ya en el café, pasamos un rato agradable platicando y poniéndonos al día. Fernanda siempre me hacía ver las cosas desde una perspectiva más relajada, y eso me ayudaba a calmarme.

Cuando regresé a casa, la situación parecía haber mejorado un poco. Mis hermanos estaban en sus cuartos y el ambiente no se sentía tan tenso como en la mañana. Decidí no darle más vueltas al asunto por el resto del día, enfocándome en disfrutar mi tiempo con Roberto, aunque fuera a distancia.

Ese sábado, mientras esperaba que el fin de semana llegara, me preparaba mentalmente para las posibles reacciones de mis hermanos. Sabía que la calma nunca duraba mucho en mi casa, pero también estaba dispuesta a seguir adelante con lo que me hacía feliz, y en este momento, eso era estar con Roberto.

_________
Denle like, follow y comenten ⭐️🩷

Muñequita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora