El día avanzó lentamente, y cada vez que miraba a mis hermanos, un nudo se formaba en mi estómago. La tensión era palpable, y el silencio entre nosotros se sentía incómodo. Mis hermanos, Carlos y Pedro, habían decidido ignorarme desde el desayuno, y aunque sabía que era por la situación con Tito, me dolía que las cosas hubieran llegado a ese punto. En momentos como este, me daba cuenta de lo importante que era la familia, pero también de lo difícil que era ser fiel a uno mismo.
Eran las 5:00 de la tarde cuando escuché el timbre de la puerta. Miré a mis hermanos, que seguían con sus teléfonos, y decidí bajar a ver quién era. Al abrir la puerta, me encontré con Fernanda, que sonreía de oreja a oreja, con su cabello suelto y un vestido ligero que resaltaba su energía.
—Nicole: "¿Fernanda? ¿Qué haces aquí?" pregunté, sorprendida y aliviada de ver a alguien con quien podía hablar.
—Fernanda: "Vine a buscarte. Vamos a hacer una tarea, pero en realidad quiero que me acompañes a casa de Roberto." dijo, guiñándome un ojo.
La mención de su nombre hizo que mi corazón se acelerara. La idea de ver a Tito nuevamente me emocionaba, pero también sentía un leve temor al mismo tiempo. Miré hacia atrás, donde mis hermanos estaban sentados sin prestarme atención.
—Nicole: "No sé, mis hermanos están molestos conmigo. No creo que sea buena idea."
—Fernanda: "Por favor, Nicole. Solo será un rato. Necesito hablar con él sobre unos detalles del concierto y creo que tú también deberías ir. Ya sabes, para aclarar las cosas."
—Nicole: "¿Acaso Roberto quiere hablar con ellos?"
—Fernanda: "Sí, algo así. Cree que lo mejor es que se lo digas a tus papás para que se enteren de su buena intención."
Suspiré, sintiendo que todo se estaba complicando. No quería que mis padres se pusieran a la defensiva de nuevo, pero también sabía que no podía seguir escondiéndole a mi familia que me gustaba Tito. Al final, decidí que valía la pena arriesgarme.
—Nicole: "Está bien, vamos."
Cerré la puerta detrás de mí y seguimos el camino hacia la casa de Roberto. En el camino, me sentía un poco nerviosa, pero al mismo tiempo, la emoción de ver a Tito me mantenía animada. Hablamos de cosas triviales, y Fernanda me llenó de energía con su entusiasmo.
Cuando llegamos a la casa de Roberto, mi corazón latía con fuerza. Fernanda tocó la puerta y, tras un par de momentos, Roberto apareció con una sonrisa encantadora. Su mirada se iluminó al verme.
—Roberto: "¡Hola, Nicole! Qué bueno verte." Dijo, y sin pensarlo, se acercó a darme un beso en la mejilla.
—Fernanda: "Hola, Tito. Solo venimos a hablar un momento."
—Roberto: "Claro, pasen. Estaba justo organizando algunas cosas para el próximo concierto."
Entramos a la casa y me senté en el sofá mientras Roberto se acomodaba en una silla frente a mí. La casa tenía un ambiente acogedor, con fotos en las paredes de sus presentaciones y un par de guitarras en las esquinas.
—Roberto: "Entonces, ¿cómo te fue después del concierto?"
—Nicole: "Bueno, ya sabes, mis hermanos no están muy contentos conmigo." respondí, sintiendo un peso en mi pecho.
—Roberto: "Lo sé. Estuve pensando en eso. Creo que debería hablar con ellos. Quiero que entiendan que no tengo ninguna mala intención."
—Fernanda: "Esa es una gran idea, Roberto. A veces, solo necesitan escuchar tu lado."
Me sentí un poco aliviada de que él quisiera hacerlo. Pero al mismo tiempo, la idea de que mis hermanos tuvieran una conversación con Roberto me daba miedo. Sabía que no sería fácil.
—Nicole: "No sé si estén dispuestos a escuchar. Ellos son bastante celosos."
—Roberto: "No importa, quiero intentarlo. Quiero que sepas que me importas, Nicole."
Mis mejillas se sonrojaron ante sus palabras. Era reconfortante saber que Roberto se tomaba el tiempo para resolver las cosas. Sin embargo, aún necesitaba pensar en cómo les explicaría a mis padres lo que estaba sucediendo.
—Nicole: "Tal vez debería preguntarle a mis papás primero. No quiero que piensen que estoy ocultando cosas."
—Roberto: "Eso suena bien. Solo asegúrate de decirles que no soy un mal tipo. Lo último que quiero es que te metan en problemas."
Asentí, sintiéndome más segura con su apoyo. Después de hablar un rato más sobre música y planes futuros, decidimos que era hora de regresar a casa. El camino de regreso fue ligero y lleno de risas. Fernanda y Roberto intercambiaron bromas sobre el concierto y sus propias experiencias en la música.
Una vez que llegamos a mi fraccionamiento, me sentí un poco más nerviosa al pensar en cómo enfrentar a mis padres y hermanos.
—Fernanda: "Bueno, creo que deberías hablar con ellos lo antes posible." dijo mientras nos estacionábamos.
—Roberto: "Sí, y si necesitas que venga contigo , solo dímelo."
Sonreí, agradecida por su apoyo. Sabía que esto no sería fácil, pero sentía que tenía a alguien a mi lado que estaba dispuesto a enfrentar la situación.
—Nicole: "Gracias, Roberto. Lo haré. Te avisaré."
Nos despedimos con un cálido beso en la mejilla, y mientras bajaba del coche, me sentía un poco más empoderada para enfrentar a mi familia.
Al entrar a casa, el ambiente seguía siendo tenso. Mis hermanos me miraron de reojo, y el silencio volvió a reinar en la sala. Sin embargo, sabía que tenía que hablar con ellos. No podía seguir escondiendo lo que sentía por Tito y la realidad de nuestra relación.
Mientras subía a mi habitación, decidí que era hora de una charla seria con mis hermanos. La familia es lo más importante, y no quería que malentendieran mi decisión de ser feliz.
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