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"Despiértate, Nicole, o llegarás tarde otra vez." me dije a mí misma, luchando por abrir los ojos mientras el sonido irritante de la alarma me sacaba de un sueño profundo. La noche anterior había sido larga y agotadora, y apenas había dormido unas pocas horas. Entre la fiesta en el rancho por el cumpleaños de mi abuela y los mensajes de Tito rondando en mi cabeza, me había costado conciliar el sueño.

Me levanté de la cama con pereza, estirándome antes de ir al baño. Hoy era lunes, y como todos los lunes, tenía clases en la universidad. No es que fuera mi día favorito de la semana, pero al menos podía ver a mis amigas y distraerme un poco. Aún tenía la mente puesta en Tito y en cómo manejar todo esto. "No puedo dejar que se vuelva más complicado," pensé mientras me miraba al espejo.

Después de arreglarme, bajé a la cocina. Mi mamá ya estaba ahí, como siempre, preparando el desayuno.

—Ana: "Buenos días, hija. Hoy sí te levantaste temprano." dijo, sonriendo mientras me pasaba un plato con huevos y fruta.

—Nicole: "Sí, es que no quiero que el profe de Economía me ponga falta otra vez. Ya con la de la semana pasada tengo suficiente." le respondí, tratando de sonar despreocupada, aunque aún sentía la tensión de la fiesta y de lo que había pasado con Tito.

Mi papá, Juan, estaba en la mesa leyendo el periódico, como cada mañana. Cuando me senté, levantó la vista y me lanzó una mirada rápida.

—Juan: "¿Qué planes tienes para hoy, mija? ¿Vas directo a la universidad?"

—Nicole: "Sí, papá, y luego regreso. Tengo una junta con mi grupo para un trabajo final."

Por suerte, mis hermanos Carlos y Pedro ya no estaban en la casa. Sabía que de haber estado ahí, habrían hecho alguna pregunta incómoda o se habrían quedado mirándome con esa sospecha que siempre tienen. De alguna manera, sabía que ambos sentían que algo estaba raro, pero por ahora no lo habían mencionado directamente.

Después de desayunar, agarré mis cosas y salí. El tráfico en Guadalajara siempre era un desastre, pero estaba acostumbrada. Durante el camino, me puse a pensar en cómo había cambiado mi vida en tan poco tiempo. Hace unas semanas, no tenía ni idea de quién era Tito más allá de escuchar algunas de sus canciones de corridos en fiestas. Ahora, no solo lo conocía, sino que estaba involucrada con él de una manera que nunca imaginé. Y aunque intentaba no ilusionarme demasiado, algo en él me atraía. Su forma de ser, su confianza, y claro, esos malditos ojos que me hacían perder la cabeza.

Al llegar a la universidad, todo era igual que siempre. El bullicio de estudiantes corriendo de un lado a otro, algunos riendo, otros discutiendo temas de clase. Me dirigí al salón de Economía, donde me encontré con mis amigas.

—Valeria: "¡Nicole! Por fin llegas temprano, pensé que ya habías decidido faltar todos los lunes." dijo, riéndose mientras guardaba su celular en la mochila.

—Nicole: "¡Ja, ja, ja! No seas exagerada, solo fue una vez."

Me senté junto a Sofía, que ya estaba ocupada revisando las notas de la clase pasada.

—Sofía: "¿Y cómo estuvo el cumpleaños de tu abuela? ¿Te aburriste o sí estuvo bueno?" me preguntó mientras sacaba su cuaderno.

—Nicole: "Pues fue como siempre, ¿sabes? Mucha familia, música de banda, comida, y pues, lo de siempre." respondí, sin querer entrar en detalles sobre lo que realmente había pasado en mi cabeza ese día.

La clase pasó rápido, pero durante todo ese tiempo, mi mente estaba en otra parte. A pesar de estar rodeada de mis amigas y de intentar concentrarme en las explicaciones del profesor, no podía dejar de pensar en Tito. Aún sentía sus labios en los míos y me preguntaba cuándo lo vería otra vez. ¿Me mandaría mensaje hoy? ¿Debería escribirle yo primero? Cada vez que revisaba mi teléfono, no podía evitar sentirme nerviosa.

Al salir del salón, mis amigas decidieron ir por un café antes de la siguiente clase. Caminamos juntas hasta la cafetería, y mientras hacíamos fila, el tema inevitable salió a la luz.

—Valeria: "Oye, Nicole, ¿y tú qué? ¿Sigues soltera o ya tienes algún galán por ahí?" preguntó con tono curioso.

—Nicole: "Pues... nada serio, la verdad." respondí, evitando dar muchos detalles.

—Sofía: "Ajá, claro. Eso suena a que hay alguien, pero no nos quieres contar." bromeó mientras me daba un empujoncito con el hombro.

—Nicole: "No es eso, solo que... no es nada formal."

Mis amigas me miraron con curiosidad, pero por suerte no insistieron mucho. Después de todo, siempre había sido más reservada con mi vida personal, y ellas sabían respetar eso. A pesar de todo, no podía dejar de sentirme nerviosa. ¿Qué pensarían si supieran que el chico con el que estaba saliendo era nada más y nada menos que Tito Double P, el cantante de corridos?

Mientras tomábamos café, revisé mi teléfono de nuevo. Y ahí estaba: un mensaje de Tito.

—Tito: "¿Cómo va el día, güerita? ¿Sobreviviste a la clase?"

Sonreí al leerlo, pero sabía que no podía responderle en ese momento sin levantar sospechas con mis amigas. Guardé el celular y me uní a la conversación, aunque mi mente seguía en otra parte.

El resto del día en la universidad transcurrió sin mayores sobresaltos, pero sentía una emoción constante, como si estuviera viviendo una doble vida. Por un lado, estaba la Nicole de siempre, la chica normal que iba a la universidad y vivía con su familia. Por otro lado, estaba la Nicole que había sido arrastrada a este mundo de corridos y emociones intensas, gracias a Tito.

Al final del día, cuando finalmente pude volver a casa, me recosté en la cama, exhausta. Encendí mi teléfono y vi que Tito me había enviado otro mensaje.

—Tito: "¿Cómo te fue? Me debes una cena pronto, ¿no crees?"

Mi corazón dio un brinco al leerlo. Sabía que esta historia con Tito estaba apenas comenzando, pero también sabía que, tarde o temprano, las cosas se complicarían. Mis hermanos eran demasiado protectores y mis padres no lo entenderían. Pero, por ahora, preferí no pensar en eso. Solo quería disfrutar el momento.

Muñequita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora