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Los días que siguieron a su cena con Tito se convirtieron en un juego de sigilo para Nicole. Cada vez que intercambiaban mensajes o se veían en secreto, el riesgo de ser descubierta por su familia aumentaba. Y mientras tanto, Carlos y Pedro parecían más atentos que nunca, como si intuyeran que algo andaba mal.

Una tarde, mientras Nicole estaba en su habitación, su celular vibró en la mesa de noche. Era un mensaje de Tito.

—Tito (mensaje): "Qué onda, güerita, ¿andas ocupada hoy?"

Nicole sonrió al leer el mensaje, pero sabía que no podía responder de inmediato. Carlos estaba rondando por la casa, y últimamente, cada vez que ella se distraía con el celular, sus hermanos lanzaban comentarios o preguntas incómodas.

Bajó al comedor para almorzar con su familia. Ana, su mamá, estaba sirviendo la comida, mientras su papá Juan leía el periódico, como solía hacerlo todas las tardes. Carlos y Pedro ya estaban sentados, conversando entre ellos sobre los planes del fin de semana.

—Carlos: "Oye, Nico, ¿y tú qué has estado haciendo últimamente? Te he visto salir mucho."

Nicole sintió una punzada de nervios. Sabía que Carlos estaba tanteando el terreno, buscando alguna pista de lo que estaba haciendo en realidad.

—Nicole: "Nada fuera de lo normal, solo he estado con Fernanda y saliendo a cafés. Ya sabes, lo de siempre."

Pedro levantó la ceja, mirándola con escepticismo.

—Pedro: "¿Segura? Porque la última vez que te vi estabas demasiado arreglada solo para ver a Fernanda. No me chingues, ¿qué estás ocultando?"

Nicole rió forzadamente, tratando de desviar la atención.

—Nicole: "Ay, Pedro, no seas exagerado. Solo porque me arreglo bien no significa que esté haciendo algo raro. Aparte, siempre me han gustado los detalles."

Juan, su papá, bajó el periódico y la miró por encima de las gafas.

—Juan: "Nada de andar con chicos, Nicole. Sabes lo que pienso de eso. Y tus hermanos tienen razón en estar atentos. No queremos que te metas en problemas, hija."

Nicole sintió una mezcla de frustración y miedo. Siempre era lo mismo. Cualquier cosa que hiciera, por pequeña que fuera, estaba bajo un microscopio en su casa. Decidió que lo mejor era no seguir discutiendo y cambiar el tema.

Después de la comida, subió a su habitación con la excusa de que tenía que estudiar, aunque lo primero que hizo fue tomar su celular y responder el mensaje de Tito.

—Nicole (mensaje): "Hoy no puedo, mis hermanos andan muy al pendiente de mí. Mejor otro día."

La respuesta de Tito llegó en cuestión de segundos.

—Tito (mensaje): "Ni pedo, cuando puedas me avisas. Pero no te tardes mucho, ya te ando extrañando, güerita."

Nicole rió en silencio y guardó el celular bajo la almohada. A pesar del estrés de tener que esconderse, había algo en Tito que la hacía sentir viva, como si estuviera rompiendo con las reglas que la mantenían tan restringida en su vida diaria.

Esa noche, mientras intentaba conciliar el sueño, su mente no dejaba de darle vueltas a la idea de verlo de nuevo. La tensión en su casa, con sus hermanos cada vez más atentos, no hacía más que aumentar la emoción del secreto. Sabía que, eventualmente, tendría que encontrar una forma de escaparse sin que nadie lo notara.

El siguiente sábado, Nicole recibió un mensaje inesperado de su prima Fernanda.

—Fernanda (mensaje): "Nico, voy a ir a una fiesta con Sebastián y algunos amigos este sábado. ¿Te animas a venir? Me dijeron que Roberto va a estar ahí."

Muñequita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora