Nicole no podía creer que estuviera sentada frente a Roberto Laija, mejor conocido como Tito Double P. Mientras él la miraba desde el otro lado de la mesa, ella intentaba mantener la calma, aunque su corazón latía a mil por hora. La noche en el restaurante estaba tranquila; la luz suave y el ambiente discreto hacían que la cita pareciera casi un secreto, lo que le daba a todo un aire emocionante y peligroso.
—Tito: "¿Te sientes bien? Se te ve un poco nerviosa, güerita."
Nicole sonrió nerviosamente, jugueteando con el tenedor sobre el plato. Aunque había salido con chicos antes, esto era completamente distinto. Tito no era solo un chico cualquiera, era una celebridad, alguien que pertenecía a un mundo muy diferente al suyo.
—Nicole: "No estoy acostumbrada a... esto."
Tito la miró con curiosidad.
—Tito: "¿Esto? ¿A salir a cenar?"
—Nicole: "No, no a eso. Me refiero a... salir con alguien como tú."
Tito se recargó en la silla, esbozando una sonrisa pícara. Le gustaba la idea de que ella lo viera como alguien especial, distinto.
—Tito: "Relájate, no soy tan diferente, güerita. Soy un vato normal, nomás que la gente me conoce más por la música."
Nicole rió suavemente, sintiendo que el ambiente se relajaba un poco. Aunque en su mente seguía presente la advertencia de su familia, en ese momento todo se sentía bien. Roberto no era el típico chico al que le pondrían atención, pero había algo en su actitud despreocupada y su sonrisa confiada que le resultaba irresistible.
—Nicole: "Supongo que tienes razón. A veces es fácil olvidar que todos son personas normales."
—Tito: "Exacto. Aparte, yo soy más simple de lo que crees. Me gusta salir, pasarla bien, igual que a ti, ¿no?"
Nicole asintió. A pesar de ser de mundos distintos, ambos parecían compartir algo en común: el deseo de escapar un poco de la rutina, de las expectativas familiares, y disfrutar del momento.
La comida transcurrió entre risas y charlas ligeras. Tito le contó algunas anécdotas de sus giras, de cómo a veces las cosas se salían de control con los fans, y Nicole le habló de su vida en la escuela y de cómo su familia siempre había sido sobreprotectora con ella, especialmente sus hermanos.
—Nicole: "Mis hermanos son... demasiado celosos. Nunca me dejan en paz. Si se enteraran que estoy aquí contigo, probablemente me encierran en casa."
Tito rió con complicidad.
—Tito: "¿Así de cabrones son? Bueno, entonces tendremos que mantener esto bajo perfil, ¿no?"
Nicole asintió, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. Sabía que lo que estaba haciendo no sería aprobado por su familia, pero no podía evitarlo. Había algo en Tito que la hacía sentir libre, como si, por un momento, pudiera ser alguien diferente a la niña bien que todos esperaban que fuera.
La cena continuó, pero conforme el tiempo pasaba, Nicole empezó a preocuparse por la hora. Sabía que no podía tardarse mucho más, o sus papás empezarían a hacer preguntas.
—Nicole: "Creo que ya es hora de irme. Si llego tarde, mis papás van a empezar a sospechar."
Tito, comprendiendo la situación, hizo un gesto al mesero para pedir la cuenta. Todo había pasado tan rápido que Nicole apenas se dio cuenta de lo bien que la había pasado.
—Tito: "No te preocupes, yo te llevo. No vamos a hacer que te metan en broncas, güerita."
Nicole se relajó un poco al escuchar esas palabras. Sabía que Tito entendía lo delicada que era su situación. No era solo una salida casual, era casi una misión encubierta para evitar que su familia descubriera lo que estaba haciendo.
Cuando terminaron de cenar, Tito se levantó y le abrió la puerta. La noche estaba fresca, y la ciudad de Guadalajara, aunque aún vibrante, empezaba a calmarse. Subieron a la camioneta negra de Tito, y él condujo con destreza por las calles, alejándose del centro de la ciudad hacia el fraccionamiento donde vivía Nicole.
—Tito: "Oye, me la pasé bien hoy. Eres diferente a lo que pensé cuando te vi por primera vez."
Nicole lo miró, curiosa.
—Nicole: "¿Diferente cómo?"
—Tito: "Pensé que ibas a ser más... sangrona. Ya sabes, fresa y todo. Pero resultaste ser bastante alivianada."
Nicole se rió, aunque no pudo evitar sentir un poco de orgullo de que Tito la viera así. A veces, la gente la juzgaba por su apariencia y su familia, pero con él se sentía cómoda, como si pudiera mostrarle una parte de sí misma que no siempre dejaba ver.
—Nicole: "Bueno, supongo que todos tenemos una fachada, ¿no?"
Tito asintió, conduciendo con calma. Al acercarse al fraccionamiento de Nicole, bajó la velocidad y se detuvo a unas cuadras de la entrada, como habían acordado.
—Tito: "Aquí está bien. No quiero que tus hermanos salgan a madrearme o algo."
Nicole se rió, pero sabía que no estaba muy lejos de la realidad. Sus hermanos no iban a dejar pasar algo así si lo descubrían.
—Nicole: "Gracias por traerme. Y por... ser tan discreto."
Tito le sonrió, inclinándose un poco hacia ella.
—Tito: "Cuando quieras salir otra vez, nomás avísame. Yo me encargo de que nadie se entere."
Nicole sintió un ligero escalofrío. Sabía que no debería seguir con esto, que estaba jugando con fuego, pero la idea de mantener algo en secreto con Tito era demasiado tentadora.
—Nicole: "Te aviso."
Abrió la puerta de la camioneta y bajó, despidiéndose con una sonrisa antes de caminar hacia la entrada de su fraccionamiento. Tito la vio desaparecer tras las grandes puertas de seguridad antes de arrancar de nuevo y perderse en la noche.
Cuando Nicole llegó a casa, todo estaba en calma. Sus padres y hermanos estaban en la sala viendo una película, y nadie parecía haber notado su ausencia más larga de lo normal. Tomó aire y se dirigió a su habitación sin levantar sospechas, cerrando la puerta con cuidado.
Ya en la seguridad de su cuarto, sacó su celular y vio un último mensaje de Tito.
—Tito (mensaje): "Espero que hayas llegado bien. Nos vemos pronto, güerita."
Nicole sonrió, respondiendo con un simple "Gracias, tú también." antes de apagar su teléfono y dejarse caer en la cama. Sabía que estaba caminando en una línea muy delgada, pero, por ahora, no podía evitar sentirse emocionada.