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El regreso a casa con Fernanda fue más silencioso de lo que esperaba. Mientras ella manejaba, mi mente no paraba de correr en mil direcciones. ¿Cómo iba a abordar esta conversación con mis papás? Mis hermanos ya estaban molestos, pero que mis padres se enteraran podía ser aún más complicado.

Llegamos a mi fraccionamiento, y antes de bajarme del coche, Fernanda me miró.

—Fernanda: "¿Estás segura de que no quieres que hablemos más? Puedo quedarme contigo, si quieres."

—Nicole: "No, Fer. Esto lo tengo que hacer sola. Además, si mis papás ven que estás aquí, se van a hacer más preguntas. Gracias por todo, pero ya sabes que yo solita me metí en esto."

Fernanda sonrió con empatía y me dio un pequeño abrazo.

—Fernanda: "Está bien, prima. Pero si necesitas algo, me marcas. No te dejes aplastar por lo que digan tus hermanos o tus papás. Ya sabes que tú decides tu vida."

Asentí, agradecida por su apoyo, y bajé del coche. Al acercarme a la puerta de mi casa, mi corazón comenzó a latir más rápido. Sabía que la conversación que venía no iba a ser fácil.

Al entrar, encontré a mi mamá en la cocina y a mi papá sentado en la sala con sus periódicos, como siempre. Parecía un domingo típico, pero la tensión en el ambiente era palpable. Los primeros en reaccionar fueron mis hermanos, Carlos y Pedro, quienes me miraron fijamente, sin decir una palabra.

—Ana: "Hola, mi amor, ¿cómo te fue con Fernanda?" me preguntó mi mamá con una sonrisa.

—Nicole: "Bien, mamá, solo fuimos a ver unas cosas de la tarea."

Justo cuando estaba a punto de subir a mi cuarto, mi papá me llamó desde la sala.

—Juan: "Nicole, ven acá tantito. Tenemos que hablar de algo."

Sabía que este momento llegaría. Me dirigí lentamente hacia la sala, sintiendo la mirada de mis hermanos clavada en mí. Cuando llegué, mi papá dejó el periódico a un lado y me miró seriamente.

—Juan: "Mija, ya sabemos lo de ese tal Roberto. Nos enteramos ayer, y creo que es momento de que nos expliques qué está pasando."

El aire en la habitación se sintió más denso. Mis manos comenzaron a sudar, pero traté de mantener la calma.

—Nicole: "Papá, yo iba a decírselos. No quería que se enteraran de esa manera."

Carlos, mi hermano mayor, interrumpió con el tono de voz que siempre utilizaba cuando estaba molesto.

—Carlos: "¿Ibas a decirnos cuándo, Nicole? ¿Después de que ya te hubieras metido en un problema con ese tipo?"

Sentí un nudo en el estómago, pero no iba a dejar que me intimidaran.

—Nicole: "Roberto no es como ustedes piensan. Sé que canta corridos y que su vida parece complicada, pero me trata bien. Lo conocí a través de Fernanda, y desde entonces hemos estado hablando."

Pedro, mi otro hermano, quien siempre era un poco más calmado, habló esta vez, pero tampoco con amabilidad.

—Pedro: "¿Y tú crees que nos vamos a quedar tranquilos sabiendo que sales con alguien como él? Sabemos qué tipo de vida lleva, Nicole."

Mi mamá, que hasta ese momento había estado en silencio, se acercó y puso una mano sobre mi hombro.

—Ana: "Nicole, mi amor, no estamos enojados. Solo estamos preocupados. Queremos saber más de él, y no queremos que te expongas a cosas que no conoces."

Tomé aire profundamente. Sabía que en algún punto esto sucedería, pero no esperaba que fuera tan difícil.

—Nicole: "Entiendo que estén preocupados, pero Roberto quiere hacer las cosas bien. Incluso me dijo que quiere hablar con ustedes. No estamos haciendo nada malo."

Mi papá levantó la mirada, claramente sorprendido.

—Juan: "¿Qué quiere hablar con nosotros?"

—Nicole: "Quiere venir a hablar con ustedes en persona. Quiere que todo sea claro y que no sientan que les estoy ocultando algo."

Mis hermanos parecían aún más molestos, pero mi papá no habló por unos segundos, procesando la información.

—Juan: "Si realmente quiere venir a hablar, entonces lo recibiremos. Pero, Nicole, quiero que entiendas que esto no es solo por nosotros. Tienes que ser muy cuidadosa. No sabemos en qué te estás metiendo, y quiero que estés segura de que él es alguien que te respeta y te cuida."

Asentí, agradecida por su disposición a escucharlo.

—Nicole: "Lo sé, papá. Él me respeta, y quiero que lo conozcan antes de juzgarlo."

Carlos murmuró algo, pero mi mamá le lanzó una mirada que lo hizo callar. La conversación había sido difícil, pero al menos sentí que mis papás estaban dispuestos a darme una oportunidad para explicar las cosas. Sin embargo, sabía que mis hermanos aún no lo aceptarían tan fácilmente.

Subí a mi cuarto, sintiéndome emocionalmente agotada. Tomé mi celular y le mandé un mensaje a Roberto:

—"Ya hablé con mis papás. Están dispuestos a que vengas a hablar con ellos, pero mis hermanos no te la van a poner fácil."

Roberto respondió casi de inmediato:

—"No pasa nada, mi amor. Yo lo que quiero es que todo esté bien contigo y tu familia. Ya me dices cuándo, y ahí estaré."

Sus palabras me tranquilizaron un poco, pero aún no podía evitar sentir una mezcla de nervios y miedo por lo que vendría después. Sabía que mis hermanos no se quedarían callados, y enfrentarlos sería la parte más difícil de todo esto. Pero si Roberto estaba dispuesto a hacer ese esfuerzo, yo también lo estaría.

Muñequita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora