El sol apenas comenzaba a salir cuando Tito se preparaba para otro día en el estudio de grabación. Después de su última cena con Nicole, sentía una energía diferente. Aunque su vida estaba llena de corridos, giras, y noches de fiesta, la presencia de Nicole lo había sacudido de una manera que no esperaba. Pero hoy, no era día para pensar en eso. Hoy tenía que concentrarse en su música.
Al llegar al estudio, ubicado en las afueras de Guadalajara, Tito encontró a su primo Hassan, mejor conocido como Peso Pluma, esperándolo afuera con una sonrisa relajada y un cigarro entre los dedos.
—Peso Pluma: "Qué onda, cabrón. Ya te estaba esperando. ¿Listo para romperla hoy o qué?"
Tito se bajó de su camioneta, saludándolo con una palmada en la espalda.
—Tito: "Ya sabes que siempre estamos listos, primo. Hoy va a salir algo chingón."
Ambos entraron al estudio, un lugar bastante sencillo pero funcional, con las paredes llenas de paneles insonorizantes y equipos de última generación. El ingeniero de sonido ya estaba allí, ajustando algunos niveles en la consola mientras una de las pistas instrumentales que habían trabajado la semana pasada sonaba de fondo.
—Ingeniero: "¿Qué onda, raza? ¿Listos para darle o qué?"
Peso Pluma asintió mientras se quitaba su chamarra, dejando ver una camiseta holgada y varios tatuajes en los brazos.
—Peso Pluma: "Traemos algo bueno hoy, compa. No sabes lo que se viene."
Se sentaron en los sofás del estudio, escuchando las primeras notas de lo que sería su próxima colaboración. Era un corrido lleno de energía, con ese toque que tanto caracterizaba a Peso Pluma y Tito Double P. Juntos eran una bomba, y lo sabían. Su estilo fusionaba lo tradicional del género con toques más modernos que los conectaban con las nuevas generaciones.
—Tito: "Este rolo está perro, cabrón. Pero siento que le falta algo en el segundo verso. Algo más agresivo."
Peso Pluma se inclinó hacia adelante, concentrado en los acordes que sonaban.
—Peso Pluma: "Simón, algo así como... déjame ver." Tomó el micrófono y empezó a improvisar algunas líneas. "Ahí te va, algo como: 'Ya saben que somos los meros meros, siempre al cien con los fieles y en cortito con el fierro'... No sé, algo por ahí."
Tito rió mientras asentía.
—Tito: "¡Eso, güey! Eso es lo que necesitamos. Algo que prenda a la raza. Ya sabes cómo nos gusta hablarle a la gente."
Pasaron las siguientes horas ajustando la letra, afinando los detalles, y grabando varias tomas hasta que quedaron satisfechos con el resultado. Entre cada pausa, Peso Pluma y Tito se aventaban bromas, riéndose y hablando sobre la vida.
—Peso Pluma: "Oye, cabrón, ¿y qué pedo con esa morrita que andabas viendo? Me dijeron que traías algo con una güerita fresona de Guadalajara."
Tito le lanzó una mirada divertida, negando con la cabeza.
—Tito: "Ah, no mames, güey. No es nada serio. Es una morra que conocí por Sebastián, pero la neta está bien chida. Aunque la neta, sus hermanos son unos cabrones bien celosos. No puedo ni acercarme sin sentir que me van a caer a chingadazos."
Peso Pluma soltó una carcajada, dando una calada al cigarro.
—Peso Pluma: "Puros pedos de fresas, cabrón. Pero si a ti te late, pues adelante. Nomás ten cuidado, no vaya a ser que te anden cazando esos cabrones."
—Tito: "Ya sé, pero ahorita estamos tranqui. Yo sigo a lo mío y ella tiene su vida. Además, tampoco quiero meterla en todo este desmadre, no es su rollo."
Peso Pluma asintió, dándole la razón a su primo. Sabían que su vida no era fácil. Estaban en el ojo del huracán, siempre rodeados de rumores, fiestas, y corridos que contaban historias que muchas veces eran más reales de lo que la gente imaginaba.
Después de varias horas de trabajo, la canción finalmente tomó forma. Era un corrido potente, de esos que hablaban de lealtad, poder y las amistades que habían construido a lo largo de los años. Ambos sabían que sería un éxito, como casi todo lo que lanzaban juntos.
—Ingeniero: "Ya quedó, raza. Esta madre va a pegar duro."
Tito y Peso Pluma se levantaron del sofá, satisfechos con el resultado. Sabían que tenían algo especial entre manos.
—Peso Pluma: "Pues vámonos, cabrón. Ya estuvo por hoy. Nos merecemos unas chelas para celebrar."
—Tito: "Simón, pero primero déjame mandar unos mensajes."
Tito sacó su celular y vio que tenía un mensaje de Nicole. Había estado tan concentrado en la grabación que ni se había dado cuenta. Sonrió al ver su nombre en la pantalla.
—Nicole (mensaje): "Hola, ¿cómo te va en el estudio?"
Tito le respondió rápidamente.
—Tito (mensaje): "Todo chido, güerita. Grabando con mi primo Peso Pluma. Ahorita voy a salir, ¿tú qué andas haciendo?"
Nicole no tardó en contestar.
—Nicole (mensaje): "Nada, aquí en casa con mis papás. Tal vez salga con Fernanda más tarde."
Tito sonrió, imaginándola en su casa, rodeada de su familia adinerada y tranquila. Su vida era tan diferente a la suya, y aún así, había algo que los conectaba.
—Tito (mensaje): "Va, me avisas. A ver si nos vemos pronto."
Guardó el celular y se volvió hacia Peso Pluma, quien lo miraba con una ceja levantada.
—Peso Pluma: "¿Qué, cabrón? ¿Ya traes ganas de ver a la güerita?"
Tito rió, guardándose el celular en el bolsillo.
—Tito: "Ya sabes, primo. Pero primero lo primero: unas chelas y después vemos qué pedo."
Salieron del estudio, dejando atrás las horas de trabajo duro, pero sabiendo que lo que venía después sería igual de importante. Tito no podía sacarse a Nicole de la cabeza, y aunque tratara de actuar relajado, sabía que lo suyo con ella estaba tomando un camino diferente.
Mientras se dirigían al bar más cercano, Tito pensaba en lo que sería su próxima reunión con Nicole. Sabía que cada vez que la veía, el peligro crecía, pero esa misma sensación era lo que hacía que todo valiera la pena.
