Capítulo 10

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Me dolía la cabeza terrible, abrí los ojos pero no veía nada más que una mancha borrosa de varios colores, traté de sentarme sin embargo no lo logré porque al mover mi cabeza me dolió terrible.

Volví a cerrar los ojos y me quedé inmóvil, tal vez volví a perder la conciencia o me quedé dormida, pero cuando volví en sí, sentí que tenía algo húmedo en la cabeza, abrí los ojos y me sorprendí de no encontrarme en el ya familiar baño.

Esta vez me encontraba sobre una cama de una habitación que me parecía ya haber visto.

- ¡Oh gracias al cielo despertaste! -giré la cabeza hacia la voz de Christian esperando sentir un gran dolor en la cabeza sin embargo no fue tan malo como la vez anterior.

- ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? -le dije mientras me tocaba la cabeza y me daba cuenta de que tenía una bolsa de hielos.

-Estaba cenando cuando escuché un golpe entonces subí a ver qué había pasado y te encontré tirada en el piso, desmayada así que te recogí, te puse una bolsa de hielo y esperé a que despertaras. Suerte que lo hiciste si no hubiera tenido que llevarte al hospital -dijo cuándo se sentó en la cama junto a mí.

- ¿Al hospital? ¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente?

-Casi doce horas, ya son las ocho de la mañana.

- ¿Me ibas a llevar al hospital?

-Sí, probablemente me arrestaran cuando les dijera tu nombre, pero no podría dejarte desmayada en el baño -Christian tomó la bolsa de hielo y me la quitó de la cabeza, parecía realmente preocupado y estaba segura de que si no me hubiera despertado me habría llevado al hospital, aunque para él significara que lo arrestaran. Con su mano retiró unos mechones de cabello que tenía en la frente y luego suavemente pasó su pulgar por donde supuse tendría un gran morete.

-Tú no me harás daño ¿cierto?

-Por supuesto que no -yo me levanté y quedé sentada en la cama, él puso la mano que tenía en mi cabeza en mi hombro, como sí creyera que volvería a caerme.

- ¿Alguna vez pensaste en hacerme daño?

-No, la primera vez que te vi, cuando te trajo ese idiota, pensé que jamás debí haberte secuestrado, porque una persona tan hermosa no debía estar encerrada -me tomó de la cintura con la otra mano, me estaba mirando directamente a los ojos, y yo me perdí en sus hermosos ojos cafés.

- ¿Crees que soy hermosa?

-No, creo que eres hermosa, bella, lista, divertida, valiente, alegre, maravillosa... y perfecta -con el brazo que tenía en mi hombro, acercó mi rostro al suyo y me besó tiernamente.

Yo me acerqué más devolviéndole el beso, levanté las manos y las envolví en su cuello acariciando su cabello, mientras él hacía lo mismo con su mano en mi cuello.

Christian sabia fresco, tibio, por todo mi cuerpo corrían toda clase de sensaciones, mis dedos temblaban cada vez que los deslizaba atreves de su pelo castaño y suave.

Por fin nos separamos y quité mis manos de su cuello, él retiró su mano de mi cuello pero la que se encontraba en mi cintura se mantuvo ahí.

-Christian eso fue... mágico -no sabía ni que decir nunca me había sentido así cuando había besado a un chico, aun sentía un cosquilleo donde se encontraba su mano.

-Te quiero, te quise desde el primer momento en el que te vi y quería matar a ese idiota cuando trató de tocarte.

No sabía que hacer acababa de besar a mi secuestrador ¿qué clase de persona hacía eso? ¿Cómo saber si en verdad me quería o era un extraño acosador como el de las películas? ¿Y si quería tenerme aquí encerrada como esclava? ¿Y si todo lo que decía solo era un truco para conseguir algo? No obstante sabía perfectamente que él era guapo, lindo y muchas otras cosas, él me gustaba.

Mi secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora