Capítulo 46

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Estaba sentada sobre el pasto del patio dibujando mientras estaba esperaba que Christian llegara, después de haber acabado de comer decidí salir así no miraba el reloj y se me pasaba el tiempo más rápido.

Dibujé un árbol en época de invierno, jamás había visto nevar, siempre he querido ver cómo es ver que caigan los pequeños copos de nieve y por eso suelo dibujar paisajes nevados como este que dibujaba ahora, terminé de poner los últimos detalles en el dibujo e hice a un lado el cuaderno y mi lápiz, me recosté sobre el pasto cerrando los ojos, quizás un día Christian y yo podríamos estar en un paisaje nevado como este, jugando con la nieve, besándonos, abrazándonos para calentarnos el uno al otro...

Abrí los ojos de inmediato al sentir que me besaban la frente y me encontré con unos cálidos ojos cafés claro, sonreí, Christian estaba hincado junto a mi cabeza.

-Hola Kari ¿qué haces? -me senté de inmediato y me lancé literalmente sobre él.

Christian desprevenido no pudo sostenerse y cayó al pasto conmigo encima, le cubrí el rostro de besos hasta que llegué a sus labios donde mi euforia cambió por necesidad y pasión, lo besé con tanta insistencia que él gimió bajo mis carisias, abrazándome con fuerza.

- ¡Karissa! Compórtate. -escuché gritar a mi mamá a unos metros de nosotros lo que me hizo detenerme de inmediato.

-Lo siento... es que... yo solo... estoy feliz -mamá me miró seria y evidentemente disgustada de mi actitud.

-Muéstrale donde pusiste tus flores y ya deja eso -cuando dijo esto noté que en realidad no estaba enojada, bueno solo un poco pero no estaba furiosa, además sabía que había dejado el regalo en mi cuarto y que eso me distraería de estarlo besando como lo estaba haciendo.

-Ok -le dije alegre aunque muerta de vergüenza, me levanté con Christian siguiéndome dentro de la casa dejando a mamá ahí en el patio, esperaba olvidara esto para el final del día, no quería más pláticas sobre sexualidad, no más de las que me habían obligado a tomar en la escuela y en cuya mayoría me había quedado dormida a los cinco minutos.

Corrí por toda la casa jalando a Christian del brazo hasta que llegamos a mi cuarto, una vez que estuvimos dentro cerré la puerta y me giré hacía él.

- ¿Qué ha sido todo eso? -Me preguntó

-Nada es solo que me ha fascinado tu regalo.

-Sí, sí, ya lo noté pero no me refería a eso.

-Hey, yo he sido quien estaba sobre ti no al revés, calma, no pasa nada, no me va a correr a mí -dije juguetonamente.

- ¿Entonces podemos hacerlo que queramos siempre y cuando tú estés sobre mí? -dijo siguiéndome el juego aunque levantando las cejas, me acerqué a él como si fuera a besarlo pero me detuve un milímetro antes de tocar sus labios.

-Ya vas entendiendo -le susurré rosando sus labios, él trató de acercarse para besarme al mismo tiempo que yo me alejaba para que no lo hiciera, me miró claramente desconcertado -espera.

- ¿Qué pasa? -lo tomé de la mano.

-Ven, hoy yo también te preparé algo para ti -me miró entre sorprendido y divertido.

Tomé la caja forrada con papel blanco en donde había dibujado dos manos entrelazadas y se lo di.

Christian me miró con los ojos brillantes de alegría.

- ¿Cómo planeas que abra esto sin arruinar tu obra de arte?

-Bah, no importa si lo rompes, solo es la envoltura -aun así él quitó el papel con sumo cuidado.

Mi secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora