[Capítulo 47]

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[¡Atención! Últimos capítulos]

   Luego de lo que pareció ser media hora, una enfermera de unos cuarenta años, de cabello rubio corto y mejillas sonrojadas entró en la habitación, avisando sobre que los chicos ya se habían ido y también yo puedo irme. Le sonreí y ella ayudó a quitarme los cables.
   Me vestí y peiné un poco. Al mirarme detenidamente, me di cuenta de que Ian tenía razón. Mi rostro estaba pálido, muy pálido y mis labios un tanto lilas, lo que es raro. Me veía tan... Diferente.

   —Hasta luego, pequeña —saludó la enfermera y se me estrujó el corazón ante el recuerdo de mi madre.

   —Adiós —saludé con un asentimiento y prácticamente corrí hacia Morgan.

   Le agradecí al universo una y mil veces que Mare no estaba por ahí, además del hecho de haber traído solo una maleta y una mochila y tener dinero suficiente de las peleas.
   Suspiré por última vez mirando mi hogar y cerré la puerta.
   Llegué a la dirección y dejé la llave explicando que me mudaré a otro departamento, aunque no di direcciones. Ni siquiera sabía dónde iba a ir.
   Caminé por un momento y fui al centro. Los niños jugaban felices con sus padres y las parejas se tomaban tiernamente de las manos. Mi corazón volvió a estrujarse. Al parecer no todo estaba a mi favor.
   A unas calles de donde me encontraba, divisé una tienda de motocicletas y corrí hasta allí. El dinero alcanzaba, así que compré una parecida a la de Travis pero de un hermoso tono azul brillante.
   Acomodé mi maleta, la mochila, me coloqué el casco y arranqué a toda velocidad. Las calles pasaban rápido a mis lados. Sonreí como no lo había hecho hacia mucho tiempo.
   Seguí y seguí. ¿Dónde estaba? No tenía idea, pero vi un edificio con un cartel que decía: "se alquila". Ni siquiera lo dudé y bajé para conseguir un nuevo departamento.

* * * * *

   Terminé de guardar las pocas cosas que tenía y miré a mi al rededor. Últimamente no tenía idea de si mis decisiones estaban bien o mal, y creo que tampoco interesaba.
   Mi móvil sonó. Di un giro y volteé a ver el identificador de llamadas. Ian.
   Era por él, por Travis, por Mare y Shepley que dudé sobre mis decisiones. Tal vez alejarme no era lo mejor, tal vez debía sólo pensar en mi, como lo había estado haciendo hasta hacía unos momentos. Siendo sincera, ya se me había acabado la fuerza, no física sino mental.
   ¿Cuántas cosas más debían pasarme hasta que pudiera ser feliz? Miré mi móvil nuevamente y contesté.

   —Hola ¿_____? —dijo Ian. Sonó desesperado y era justamente su voz lo que hacía que se me formara un gran nudo en la garganta.

   —¿Quién más, Ian? —respondí un tanto sarcástica, aunque mis ojos estaban llenos de lágrimas.

   —¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿No te duele nada? ¿Por qué te has ido del hospital?

   —Tranquilo Ian, cálmate. Estoy bien, no me duele nada, me he ido del hospital porque me han dicho que ya estoy mejor.

   —Bueno —suspiró más calmado—. Pero, ¿Dónde estás?

   —Estoy... —Suspiré— No puedo decírtelo Ian, luego hablamos.

   —_____ no te atrevas a cortar porque...

   —¿Es ella? —preguntó alguien al otro lado de la línea.

   —, es ella.

   —¿Me permites...?

   —Claro, ten —suspiró Ian desganado.

   —¿_____? —Travis. Asentí y luego me percaté de mi estupidez, pues él no podía verme.

   —Aja —dije tenuemente. Que el universo me oiga pero... Lo extraño demasiado. Sólo quiero un abrazo suyo, con un abrazo sería feliz.

   —Por favor, dime. ¿Dónde estás? Necesito hablar contigo, por favor...

   —Lo siento, Trav —dije negando—. Estos días simplemente voy a pensar en todo lo ocurrido y, cuando esté mejor, nos veremos, lo prometo.

   —Pero, ¿Cuándo será eso? Por favor, _____, te necesito. Mi mundo no esta completo si no estás a mi lado... —Tragué sonoramente. Mierda Travis, te seguía amando pero, ¿Podría mi corazón intentar arreglarse con la misma persona que lo había roto? Esa debería ser la ironía más grande que había vivido.

   —Lo siento, Travis. Hablaremos alguno de estos días. Ah, y ya que estás con mi hermano, ¿Por qué no le cuentas lo que hiciste hace tres meses atrás? Se que él te amará. —Sí, un golpe muy bajo  pero aún quedaba rencor en mí y no iba a deshacerme de él tan fácil.

   —¿Tu hiciste qué, Travis? —dijo Ian con voz profunda y la llamada se cortó.

   Me senté en la cama sin energías y logré quedarme dormida.

Good girls are bad girls [Done]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora