[Capítulo 38]

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   Point Of View _____

   Tres meses después...

   Las cosas entre Travis y yo iban genial. Cada vez teníamos más confianza entre nosotros, aunque aún no sabía que peleaba. Al pensar en ello se formaba un fuerte nudo en mi garganta, dejándome sin habla. No quería mentirle, pero no sabía como reaccionaría, ¿Qué diría? ¿Qué pensaría de mi? ¿Me dejaría? ¿Volveríamos a ser amigos? La última era la que más vueltas me hacía dar. Travis se había vuelto una persona indispensable en mi vida. Al acabar la clase él me esperaba con una sonrisa, nos sentabamos juntos en él almuerzo y compartíamos gratas charlas. Él sabía mucho de mí y yo mucho de él. En verdad lo apreciaba.

   —_____, ¿Estás ahí? —preguntó él chasqueando los dedos frente a mi. Reí— ¿En qué pensabas, bebé?

   —Nada importante.

   —Bueno, entonces... —Él vaciló un poco antes de seguir hablando- ¿Podrías acompañarme a una pelea dentro de una hora? —Estuve a punto de protestar cuando él habló— Yo sé que las peleas no te gustan pero no puedo ganar sí no estás tú. Me concentró mejor cuando estás a mí lado —dijo tomando mi mano—. Por favor —besó mi frente—, por favor —mi nariz—, por favor. —Y por último mis labios. Lo atraje más a mí para seguirle el beso.

    Mis manos fueron detrás de su nuca y las de él a mi cintura. Amaba esos besos. Lentos pero tiernos y apasionados. Me separé de él y lo miré atentamente.

   —Está bien. —Él sonrió— No puedo resistirme a tus besos —dije tomándolo de la barbilla—. Esos labios son mí perdición —susurré.

   —Tú eres mí perdición —dijo él juntando nuestras frentes y atrayéndome más hacía sí. Me besó nuevamente pero está vez me separé al instante.

   —Debemos ir a cambiarnos —susurré sobre sus labios. Él asintió y se dirigió a la habitación seguido de mi.

   Cambiarnos en el mismo sitio ya era un hábito, así que no me molestó que al entrar él estuviera sólo en bóxers. Me saqué lo que llevaba puesto y me puse unas leggins negras, una blusa del mismo color y un polerón aguamarina. Travis terminó de cambiarse y juntos nos montamos en su Harley hacia ese viejo edificio gris que tan bien conocía. Lo rodeamos hasta dar con la ventana y entramos.
   Caminamos por los oscuros pasillos hasta llegar a la puerta donde ya se escuchaban los anuncios de Adam. Travis se giró y me miró.

   —Te amo —susurró sobre tus labios.

   —Te amo —respondí para luego besarlo.

   Él hizo su entrada saliendo tranquilamente hacía la habitación atestada de gente. Me puse la capucha del polerón y salí para colocarme en un lateral de la habitación donde casi no me veían.

   —Vamos a un lugar más privado muñeca —dijo una voz cerca de mi oído. Volteé y vi a un hombre de unos veinticinco años, borracho, sosteniendo mi brazo.

   —Por favor, suéltame y nadie saldrá herido —dije tranquilamente.

   —Sí, claro. Tú te vienes conmigo, zorra.

   No perdí un segundo y dirigí un codazo a su cara. El hombre cayó soltando un gemido ahogado. Todos voltearon a vernos, pero no estaba prestando atención, solo me dedicaba a dar puñetazo tras puñetazo al imbécil que tenía frente a mí.
   Unas manos me sujetaron y mi capucha cayó, dejando expuesto mi rostro. Todas las personas que allí se hallaban comenzaron a vitorearme.

   —¡Chica Mala, Chica Mala! —Se escuchaba a la gente gritar.

   No supe que hacer, así que sólo corrí por los oscuros pasillos para llegar de nuevo a la ventanita y salir al exterior. Estaba por reanudar el camino pero me quede allí quieta.
   Debía enfrentarlo tarde o temprano. Miré a la nada por unos minutos más hasta sentir una mano posarse sobre mi hombro.

Good girls are bad girls [Done]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora