Good girls are bad girls [Done]

[Capítulo 43]

   Llegué al centro del círculo. Una chica bajita y robusta se encontraba al otro lado. Sus ojos oscuros me miraron detenidamente.
   Avancé un paso y ella arrojó un puñetazo que por poco no logro esquivar. Di una patada en sus costillas, se tambaleó y miró al frente.
«¿Qué intente de hacer?» pensé.
   Se acercó a mi corriendo, intentando empujarme, pero fui más rápida y con mi pie la hice caer. Me arrojé sobre ella y di un codazo en su nariz, dando por finalizada la pelea.
   Adam se acercó a mi, me palmeó la espalda y me dio el dinero. Corrí lo más rápido que mis piernas me permitieron hasta la ventana y salí al exterior. Sentí el viento golpeando mi rostro, inhalé y exhalé.
   Una mano me sujeto el brazo. Al verlo le di un fuerte empujón.

   —¡Vete! —le grité con coraje. «Se fuerte _____, se fuerte».

   —Por favor bebé, quiero hablar contigo —dijo él levantando ambas manos y posándolas en mis hombros. «Se fuerte».

   —Aléjate de mi —dije lenta y cruelmente. «Se fuerte»— ¿No lo entiendes? ¡Ya, aléjate...!

   —_____, déjame... —Mi nombre saliendo de sus labios después de tanto tiempo hizo que cayera nuevamente.

   —¡Ya basta! —grité con lágrimas en mis ojos— ¿No lo entiendes, Maddox? Ya tomaste todo lo que necesitabas, cumpliste tu venganza. ¡Ahora déjame sola!

   Él no dijo nada. Sólo se alejó unos pasos hacia atrás mientras yo volteaba y corría hacia mi departamento de Morgan.
   Llegué y me arrojé devastada en la cama. «Travis, Travis» pensé «Dile a mi corazón que deje de amarte, porque aunque seas un idiota que jugó conmigo, te sigo amando».
   Mi labio inferior comenzó a temblar y lo mordí para aguantar la nueva oleada de lágrimas que intentaban salir de mis ojos, sin éxito.

   —¡_____! —llamaron desde la puerta— ¿Estás aquí?

   —¡Sí! —grité un poco mientras limpiaba las lágrimas— Sí... -repetí susurrando.

   Shepley se acercó junto a Mare con una botella de algo que no pude distinguir. Sonreí. Hacia mucho tiempo no salia por culpa de...
   Me estremecí, intentando no pensar en nada de lo sucedido desde los últimos tres meses.
   Estiré un poco el brazo mientras Mare me extendía un vasito tequilero con ese algo que no distinguí y lo tomé de un solo trago, logrando que el líquido hiciera un recorrido caliente por mi garganta.
   En ese momento parecía extraño que el simple acto de reunirnos a tomar alcohol sea más expresivo que tener una charla, pero así era, y cuando más tiempo pasaba, más me daba cuenta de que esas eran las personas de las cuales nunca me separaría.
   Luego de un rato, y acabar la botella, empezamos a ver películas.
Pasadas las tres de la madrugada, nos fuimos a dormir, tendríamos un largo día.

* * * * *

   6:30 am. La alarma sonaba sin cesar. Medio dormida y como mi cuerpo me permitió en ese momento apagué el reloj y me di una rápida ducha de agua fría, relajándome.
   Faltaban tan solo tres meses para que acaben las clases y el clima ya estaba más acalorado. Me cepillé el cabello, maquillé y me coloqué un polerón no muy abrigado azul, una blusa negra, shorts de jean y unas botas.

   —¡Arriba! —grité con ambas manos al rededor de mi boca, formando un megáfono.

   —¡Maldición! —respondió Shepley— Mi cabeza —dijo sobándose la zona afectada.

   —Nenita —susurré y me dirigí a Mare—. Mare. —La moví un poco y ella balbuceo algo que no logré entender— ¡Mare mira! ¡Zac Efron modelando en bóxers!

   Tan rápido como grité eso Mare se levanto de un salto acomodándose el cabello. Al ver que era todo una farsa y que reía descontroladamente me dio un suave golpe en la cabeza.

   —¿Cómo es eso de Zac Efron? —preguntó Shepley algo celoso.

   —Tranquilo bebé, tu eres el único. —Comenzaron a besarse.

   Para ahorrarle a mi cerebro posibles traumas tomé mis cosas y corrí a mi primera clase.

* * * * *

   Las clases al fin habían acabado y en ninguna de ellas me había cruzado con Maddox.
   «Seguro estuvo acostándose con otra» pensé, pero rápidamente saqué ese pensamiento de mi cabeza. Si era eso cierto, a mi no iba a importarme.
   Salí tan ensimismada en los pensamientos que al levantar la cabeza no pude creer lo que tenía delante.

   —¡¿Ian?! —grité lo más fuerte que mis pulmones me permitían y corrí a su encuentro.