17 - Confusiones

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La mañana siguiente fue agradable pero caótica. Pese a que Logan jamás había visto su cocina tan atestada, tampoco la vio tan invadida de alegría como en aquel momento.

La madre de Aris llegó temprano y preparó, junto a la madre de Logan, desayuno para todos. Mientras, el papá de Aris y el de Logan subieron todas las maletas al autobús que alquilaron especialmente para eso.

—Ay, Jordan —le dijo Logan para molestarlo—. Eres un exagerado. Bien pudimos irnos en autos separados.

—Quiero que todos vayan cómodos y que no se preocupen por nada. Tengo todo fríamente calculado.

A Logan le enternecía la manera en la que su tío se esmeraba con cada aspecto del viaje, porque sabía que lo hacía por Aris. Y cuando Aris reflejaba emoción y entusiasmo, todos se sentían victoriosos.

Pero Logan no solo deseaba pasarla bien con sus amigos esa mañana, también necesitaba hablar con Finn, por eso entró a la cocina y para su fortuna el chico de anteojos estaba frente a la encimera. Parecía haber acabado de desayunar ya.

—Warner —Finn lo miró, pero el rubio actuó con mucho profesionalismo—. ¿Me ayudas con las maletas de Tessa? Creo que esa niña empacó diez mil abrigos.

—Claro.

Todos continuaron desayunando, Finn acompañó a Logan hasta las habitaciones de arriba y entraron a una que tenía la puerta pintada de morado oscuro. Las maletas ya estaban cerca de la cama. Finn tomó el asa de una, pero, antes de poder avanzar de regreso, Logan cerró la puerta de la habitación y lo enfrentó de manera seria.

—¿Qué pasa?

—Finn, necesitamos hablar.

—Okey —dijo el chico, ahora nervioso por la actitud misteriosa del rubio.

Logan sacó algo de su bolsillo y se lo entregó. Cuando Finn comprendió lo que era, tragó pesado.

—¿Esa receta es tuya? ¿Estás viendo a un psiquiatra? Finn, ¿todo está bien?

Cuando Finn miró los ojos de Logan recordó la mirada de Dylan años atrás, luego de la primera vez que volvió de ver a su doctor. Era preocupación, claro, pero... Aquello jamás pudo desaparecer del todo de los ojos de su hermano. Las cosas cambiaron, y la idea de que su relación con Logan sufriera lo mismo lo aterró.

—No, descuida. No te asustes. Sí es mía, pero no es nada malo. ¿Recuerdas que te dije que no podía dormir? Pues esto es para eso. Son pastillas para dormir, pero mira, solo es para unos días, porque no necesito gran cosa. Es algo sin importancia.

Los hombros de Logan se relajaron, el corazón de Finn junto con ellos.

—Oh, era eso. De acuerdo.

Finn le sonrió de forma dulce y le acarició la mejilla con el pulgar.

—Estuviste preocupado toda la noche por esta cosa, ¿no es cierto?

—La verdad sí. Pero me deja tranquilo saber que solo es por lo de no poder dormir. ¿Cómo le hiciste estas noches? No tenías el medicamento.

—No lo necesité. ¿Puedes creerlo? Tal vez es el efecto Sinclair en mi vida.

Logan sonrió y se acercó para abrazarlo con fuerza. Para Finn fue un golpe en el pecho saber que el chico se preocupaba de esa manera por él. No quería que lo hiciera, quería que Logan siempre lo viera con una sonrisa y que no se agobiara por otras cosas.

No quería contaminar lo que tenían, por eso tenía que ocultar ese lado suyo.

—Debemos llevar las maletas —le dijo Finn—. Tu tío debe estar esperándolas.

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