El sol caía sobre el circuito de Interlagos, iluminando la pista con un calor vibrante. Aunque el día recién empezaba, el movimiento en el paddock ya era frenético. Hoy tocaba práctica libre, y todos en el equipo estaban atentos a cada detalle para que todo saliera perfecto. Yo repasaba el cronograma con precisión, asegurándome de que cada tarea estuviera bajo control.
—¡Che, pero qué seriedad! —me dijo Franco, acercándose con su café en mano y esa sonrisa que me hacía saber que estaba listo para cualquier cosa.
—Y sí, alguien tiene que trabajar acá, ¿no? —le respondí en tono de broma, dándole un pequeño empujón en el hombro—. Aunque no estaría mal aflojar un poco después de esto, ¿no te parece?
Franco asintió, dándome una mirada cómplice.
—Olvidate. Hoy, después de esta jornada, nos vamos a una buena cena. Total, lo tenemos merecido, ¿no?
Le sonreí. Había sido una semana intensa, y la idea de una salida relajada con amigos me venía como anillo al dedo. Además, Franco siempre lograba hacerme reír y sacarme de cualquier tensión, y esta vez no sería la excepción.
La práctica comenzó, y como siempre, los pilotos salieron a la pista con la energía de quien busca el límite. Desde mi lugar en el box, revisaba los tiempos y ajustaba cada detalle para que todo estuviera perfecto. Lando estaba en la pista, y lo veía avanzar en las vueltas con precisión. En uno de sus descansos, se acercó hasta el box y, como era de esperar, vino a saludarme con esa sonrisa que siempre parecía tener lista para mí.
—¿Y? ¿Cómo ves todo? —me preguntó, apoyándose en la pared con aire despreocupado.
—Todo perfecto. Alguien acá tiene que esforzarse para que sigas el plan del campeonato ¿no? —respondí, tratando de mantenerme profesional, aunque no pude evitar sonreírle.
Lando alzó una ceja, y en un susurro juguetón, agregó:
—Bueno, entonces me voy a esforzar para que valga la pena mirarme.
Le lancé una mirada divertida, intentando no dejarme llevar por su comentario.
—No me desconcentres, Norris. Volvé a la pista y demostrá que todo el trabajo de tu equipo vale la pena.
Él se rió, guiñándome un ojo antes de regresar al auto. Desde la sala de control, lo observé en el monitor mientras tomaba cada curva con una confianza absoluta. A veces me sorprendía cómo lograba ser tan competitivo y, al mismo tiempo, tan relajado fuera de la pista.
La práctica terminó y, después de un rápido análisis de los datos con el equipo y Max estaba claro que todo había ido según lo planeado. Fue un alivio, y después de confirmar que todos los puntos de la sesión se habían cumplido, me reuní con Franco en el área de descanso.
—¿Listo para una buena salida? Porque hoy nos lo ganamos —le dije, dándole una palmada en el hombro.
Franco sonrió, levantando el pulgar en señal de aprobación.
—Eso ni lo dudes, che. Ya le avisé a algunos de los chicos, y nos esperan en un lugar típico de acá, para ir a probar la comida local.
Al final del día, fuimos a un restaurante típico en São Paulo, uno de esos lugares que se sienten familiares aunque estés a miles de kilómetros de casa. La decoración era rústica, con luces bajas y mesas de madera, y el olor a parrilla llenaba el aire. Franco y yo nos acomodamos en una mesa grande, y pronto se unieron algunos compañeros del equipo, dispuestos a relajarse y disfrutar de una noche tranquila.
—¿Así que acá hacen la mejor feijoada de la ciudad? —pregunté, mirando el menú con curiosidad.
Franco asintió con entusiasmo, ya inmerso en el ambiente local.
—Obvio, mirá que la probé en varios lugares, pero acá... esta gente sabe lo que hace.
Durante la cena, las risas y las historias fueron protagonistas. Franco, como siempre, era el alma del grupo, contando anécdotas del paddock y metiendo sus típicos comentarios argentinos que hacían reír a todos. Los chicos del equipo se sumaban a las bromas, y por un rato, el cansancio de la semana desapareció por completo.
En un momento, Franco me miró con una sonrisa enigmática.
—Che, ¿y Lando? ¿Le contaste que venías con nosotros?
Rodé los ojos, sabiendo que él no perdía ninguna oportunidad para sacarme el tema.
—No le dije nada. Igual, dudo que se sume, seguro está en otra.
Franco se rió y negó con la cabeza.
—¿Ah, sí? Porque, mirá, lo tengo visto... Ese pibe, con vos, no parece estar "en otra", justo.
Le di un empujón, intentando disimular la sonrisa.
—Ay, Franco, siempre con tus teorías.
—Dale, si ya sabés cómo es. Además, lo noto... a vos te gusta el pibe, eh. No me lo niegues.
Me reí, intentando no dejarme afectar por su insistencia.
—Bueno, quizás un poco, pero no es tan simple. Además, tengo que mantener el profesionalismo, ¿sabés?
Franco me miró, enarcando una ceja, como si no me creyera ni por un segundo.
—Mirá, vos hacé lo que te parezca, pero no te olvidés de disfrutar un poco también, ¿no? Que siempre estás tan a full con el laburo.
La noche siguió entre historias, risas y mucha comida. Nos contamos de todo: anécdotas de nuestras familias, las veces que la vida nos había puesto pruebas, y cómo habíamos llegado hasta ahí. A pesar de estar en un mundo tan competitivo y exigente, esos momentos de calma eran necesarios para recordarnos que, al final, éramos solo un grupo de amigos disfrutando del camino juntos.
Cuando la cena terminó y la gente empezó a despedirse, Franco y yo caminamos de vuelta al hotel, disfrutando del aire fresco y la tranquilidad de la noche en São Paulo.
—¿Y entonces, qué sigue ahora? —me preguntó, mirándome con esa mezcla de curiosidad y picardía que lo caracterizaba.
Suspiré, pensando en todo lo que aún quedaba por delante en el fin de semana.
—Lo de siempre: mantenerme enfocada, cuidar que todo salga bien. Y quizás... aflojar un poco, como decís vos.
Franco se rió, dándome un empujón suave.
—Ahí va, así te quiero. Pero ojo, eh, acordate de quién sos, no te pierdas en el camino.
Asentí, agradecida de tenerlo a mi lado. Franco siempre estaba ahí, recordándome lo importante, apoyándome sin juzgar. Sabía que, pase lo que pase, podía contar con él.
Cuando llegamos al hotel, nos despedimos en el lobby, y mientras subía a mi habitación, sentí una mezcla de satisfacción y paz. El día había sido largo, pero esa noche había sido un recordatorio de que, en este mundo lleno de caos y competencia, tener una red de apoyo lo era todo.
Apenas llegué, me dejé caer en la cama, repasando en mi mente las conversaciones, las risas, y la complicidad con Franco. Era bueno saber que, aunque todo se sintiera tan intenso, al final, siempre había un lugar donde podía encontrarme a mí misma, rodeada de quienes realmente me conocían.
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-BASTAAAA, amo a franco😭😭.
Espero que les guste el cap, los ando haciendo más largos ahora💋💋
Nos leemos en otro cap❤️🩹!
Att: Su queridísima escritora Elyy🙋🏻♀️🩶!!
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Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️🔥
FanfictionÉl es un piloto que enciende pasiones dentro y fuera de la pista. Con una sonrisa cautivadora y una mirada que desarma, sabe el efecto que tiene en los demás... y lo disfruta. Pero cuando te conoce, algo cambia. Tú no eres como el resto; no caes en...