Nuevo compañero de Max Verstappen🦁

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El avión aterrizó en Londres temprano en la mañana, y el cansancio se mezclaba con la inevitable nostalgia de haber dejado atrás esos días mágicos con Lando. Sin embargo, al mismo tiempo, sentía la adrenalina de volver a la rutina. Mi trabajo con Red Bull siempre había sido mi ancla y, aunque el cambio de Checo por un nuevo compañero para Max me intrigaba, sabía que nada sería igual sin él.

Tras recoger mis cosas y saludar rápidamente a algunos compañeros del equipo en la fábrica, me dirigí al área de simulación, donde Max estaba ajustándose el casco. Su mirada se iluminó ligeramente cuando me vio entrar, aunque pronto volvió a su típico aire reservado.

—Jenny, bienvenida de nuevo. ¿Cómo estuvo tu tiempo libre? —preguntó, su tono casi neutral, pero con un leve toque de interés.

—Fue... especial. Desconecté un poco, que hacía falta. ¿Y tú? ¿Qué tal con tu nuevo compañero? —pregunté, aunque el sarcasmo se notaba en mi voz.

Max soltó una pequeña risa irónica mientras ajustaba sus guantes.

—Digamos que el equipo tiene expectativas altas, pero... bueno, ya lo verás por ti misma.

Antes de que pudiera responder, una voz juvenil y chillona interrumpió nuestra conversación.

—Hey! Qué tal? La prensa ya está lista? Porque quiero que me tomen en mi mejor ángulo —dijo un chico rubio, alto y con una sonrisa que parecía demasiado ensayada.

—Ah, Jenny, él es Liam Lawson —intervino Max, su tono seco.

Le extendí la mano, tratando de ser lo más profesional posible.

—Jenny Fernández. Encantada de conocerte.

—Claro, ya había oído de ti. —Liam me miró de arriba a abajo, con una sonrisa que no sabía si interpretar como coqueta o simplemente arrogante. —Dicen que eres la que maneja toda la imagen de este hombrecito aquí. —Señaló a Max con un gesto exagerado.

—Algo así —respondí, cruzándome de brazos.

Max resopló y se giró hacia el simulador, claramente evitando involucrarse demasiado en la conversación.

—Entonces, ¿qué opinas de mi desempeño hasta ahora? —continuó Liam, acomodándose el mono como si fuera una pasarela.

—Todavía no he tenido la oportunidad de verlo en pista, pero confío en que el equipo haya tomado la mejor decisión al elegirte. —Mi respuesta fue diplomática, aunque la sonrisa de Liam me hacía querer rodar los ojos.

—Oh, claro. Bueno, cuando veas lo que hago en la pista, seguro cambiarás de opinión. Soy una máquina de adrenalina. —Guiñó un ojo y se fue hacia el simulador, dejando tras de sí una nube de ego que casi podía tocarse.

Me giré hacia Max, quien ahora estaba concentrado en ajustar su asiento.

—¿Es en serio? —le dije en voz baja.

Max soltó una risa sarcástica y negó con la cabeza.

—Bienvenida al caos.

Primera sesión en pista.

Un par de horas después, estábamos todos en el circuito privado de Red Bull, donde Max y Liam saldrían a probar algunos ajustes del coche. Desde el muro de pits, observé cómo ambos pilotos se colocaban los cascos y se subían a sus monoplazas.

Cuando Liam salió a pista, su estilo era agresivo, casi como si tratara de demostrar algo con cada curva. Su velocidad era innegable, pero también lo eran sus movimientos bruscos y a veces innecesarios.

—Es rápido, pero demasiado impulsivo —comenté a uno de los ingenieros, que asintió con una expresión tensa.

—Exacto. Es cuestión de tiempo antes de que cometa un error grave.

Max, por otro lado, era como un reloj suizo. Preciso, calculado, casi perfecto. La comparación era inevitable, y aunque Liam intentaba mantener el ritmo, estaba claro que todavía tenía mucho que aprender.

El regreso al paddock.

Al terminar la sesión, Max llegó primero a los pits. Bajó del coche, se quitó el casco y, sin decir una palabra, se acercó a los ingenieros para revisar los datos. Liam llegó unos minutos después, quitándose el casco con un gesto dramático y caminando directamente hacia donde yo estaba.

—¿Qué te pareció? —preguntó, sonriendo como si esperara un cumplido.

—Tienes potencial, sin duda, pero todavía hay margen para afinar algunos detalles —dije, eligiendo cuidadosamente mis palabras.

—¿Detalles? —repitió, fingiendo estar ofendido. —Vamos, Jenny, sé sincera. Estuve increíble allá afuera.

No respondí, pero mi expresión fue suficiente para que Max, que escuchaba cerca, soltara una carcajada baja.

—¿Qué? ¿Dije algo gracioso? —preguntó Liam, mirando a Max.

—Solo que parece que no te importa mucho el feedback del equipo, siempre y cuando creas que estuviste "increíble" —dijo Max, con un tono que mezclaba humor y desdén.

Liam se encogió de hombros.

—Al final del día, lo que importa es la velocidad, ¿no?

Max lo miró con una mezcla de paciencia y exasperación antes de responder.

—La velocidad es inútil si no sabes cuándo y cómo usarla.

La tensión entre ambos era palpable, pero decidí no intervenir. Observé cómo Max volvía a concentrarse en los ingenieros, mientras Liam, claramente incómodo, se alejaba para hablar con su propio equipo.

Esa noche, mientras organizaba algunas notas para la reunión del día siguiente, no podía dejar de pensar en la dinámica que había presenciado. Liam tenía talento, eso era indiscutible, pero su actitud inmadura y egocéntrica era un problema evidente. En contraste, Max, aunque a veces difícil de tratar, era profesional en todo momento.

Recibí un mensaje de Lando justo antes de cerrar mi computadora.

Lando: ¿Sobreviviste al primer día de vuelta?

Sonreí y le respondí.

Yo: Apenas. Conocí al nuevo compañero de Max y, digamos, Checo dejó zapatos difíciles de llenar.

Lando: ¿Tan malo es?

Yo: No es malo, pero su actitud... deja mucho que desear.

Lando: Entonces, paciencia, cariño. Si alguien puede manejarlo, eres tú.

Sonreí ante sus palabras. Cerré el teléfono y me dejé caer en la cama, pensando en lo mucho que iba a necesitar esa paciencia en los días por venir.

Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️‍🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora