El sol entraba tímidamente por las cortinas del departamento, pero mi ánimo estaba lejos de ser tan brillante. La noche anterior había sido tranquila, o al menos eso creía. Había decidido ignorar la afterparty del equipo de McLaren, sabiendo que no estaba de humor para fiestas. Pero esa mañana algo se sentía extraño.Franco, que normalmente era el primero en dormir hasta tarde después de una carrera, ya estaba despierto. Lo encontré en la cocina, con una taza de café en la mano y su teléfono en la otra. Cuando me escuchó entrar, lo dejó rápidamente sobre la mesa y se giró hacia mí con una sonrisa nerviosa.
—Buen día. ¿Dormiste bien?
—Sí... más o menos. ¿Vos? —respondí mientras me servía un café.
—Perfecto. ¿Qué planes tenés para hoy?
Su tono era casual, pero había algo forzado en su comportamiento. Su mirada evitaba la mía, y no podía dejar de notar cómo su teléfono seguía boca abajo sobre la mesa, como si quisiera asegurarse de que yo no pudiera verlo.
—Nada en particular. ¿Por qué?
—Porque pensé que podríamos salir un rato. Tal vez a caminar, o ir a desayunar afuera.
Lo miré, extrañada. Aunque Franco solía ser espontáneo, esta invitación se sentía más como una distracción que como una propuesta genuina.
—¿Salir? ¿Vos? Qué raro.
—Sí, no sé, pensé que te vendría bien despejarte después de todo lo de ayer.
Fruncí el ceño, tomando un sorbo de café.
—¿Estás bien? Estás actuando raro.
—Yo siempre estoy raro, sabés eso.
Su risa fue forzada, y eso solo aumentó mi sospecha. Decidí no insistir en ese momento, pero la sensación de que algo no andaba bien no me dejaba en paz.
Después de un rato, me senté en el sofá con mi café y agarré mi teléfono, lista para revisar mensajes y redes sociales. Apenas lo desbloqueé, Franco se sentó a mi lado de forma casi inmediata.
—¿Qué estás viendo? —preguntó, inclinándose hacia mí.
—Nada, recién lo agarré. ¿Por qué?
—No, por nada. Solo quería charlar.
Lo miré, ahora completamente convencida de que estaba ocultando algo.
—¿Franco? ¿Qué está pasando?
—Nada, en serio.
—No me mientas. Te conozco demasiado bien. ¿Qué pasa?
Franco suspiró, pasándose una mano por el pelo.
—No quiero que te pongas mal, pero...
—¿Pero qué?
—Nada, olvidalo. Mejor hablemos de otra cosa.
Eso solo aumentó mi frustración. Dejé mi teléfono a un lado y lo miré directamente.
—Franco, decime ahora mismo qué está pasando.
Él pareció debatirse consigo mismo por un momento antes de negar con la cabeza.
—En serio, no es nada.
No le creí ni por un segundo. Agarré mi teléfono de nuevo y abrí Instagram, buscando entre las historias y publicaciones algo que pudiera darme una pista. Pero no encontré nada fuera de lo común.
—¿Ves? No hay nada. —Le mostré la pantalla, esperando que hablara.
Franco negó con la cabeza y se levantó del sofá.
—Es que no estás buscando en el lugar correcto.
—¿Dónde, entonces?
No respondió. Solo fue hasta la cocina, agarró su teléfono y volvió con un aire de resignación. Me lo extendió con la pantalla encendida.
—Mirá esto.
Tomé su celular y abrí el video que tenía en pantalla. Era de la afterparty. Lando, claramente borracho, se estaba besando con una chica que no reconocí. El ruido de la música, los gritos y las risas eran ensordecedores, pero lo único que podía escuchar era el latido acelerado de mi corazón.
Sentí cómo el aire me faltaba, como si me hubieran golpeado en el estómago. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas antes de que pudiera procesar lo que estaba viendo.
—No... no puede ser. —Mi voz era apenas un susurro.
—Yo... lo siento. No quería que lo vieras así.
Dejé el teléfono sobre la mesa y me llevé las manos al rostro. Las lágrimas comenzaron a salir, calientes y silenciosas al principio, pero pronto se convirtieron en un torrente incontrolable.
Franco se acercó, intentando consolarme, pero lo aparté con un gesto.
—No puedo creerlo. —Mi voz temblaba, rota por la tristeza y la impotencia.
Quise agarrar mi propio teléfono para llamarlo, para confrontarlo, pero Franco me detuvo.
—No lo hagas. No ahora.
—¿Por qué no? Necesito hablar con él!
—Porque estás herida, y porque probablemente él ni siquiera recuerde lo que hizo.
Esa última frase fue como una daga. Más lágrimas comenzaron a caer, y esta vez no intenté detenerlas.
—No puedo creer que haya hecho esto... —murmuré, más para mí que para él.
Franco no dijo nada, simplemente se sentó a mi lado, esperando que las palabras que necesitaba salieran de mi boca. Pero no había palabras suficientes para describir lo que sentía en ese momento.
Era una mezcla de enojo, tristeza y decepción que me dejaba sin fuerzas. Lando había sido una contradicción desde el principio: una atracción inevitable pero peligrosa. Y ahora, esta sensación de traición confirmaba mis peores temores.
Cuando finalmente me calmé lo suficiente como para hablar, miré a Franco, todavía con los ojos hinchados y la voz quebrada.
—¿Qué hago ahora?
—No sé. Pero lo que sea, no lo hagas desde esta emoción.
Asentí, aunque no estaba segura de poder seguir ese consejo. Me sentía destrozada, y sabía que, aunque el tiempo podía aliviar el dolor, las cicatrices de este momento no desaparecerían fácilmente.
Esa mañana, entendí que, en este mundo, los sentimientos podían ser tanto un regalo como una carga. Y, por primera vez en mucho tiempo, deseé no sentir nada en absoluto...

ESTÁS LEYENDO
Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️🔥
FanfictionÉl es un piloto que enciende pasiones dentro y fuera de la pista. Con una sonrisa cautivadora y una mirada que desarma, sabe el efecto que tiene en los demás... y lo disfruta. Pero cuando te conoce, algo cambia. Tú no eres como el resto; no caes en...