Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️‍🔥

Entre el trabajo y la distancia📲❤️‍🔥

El día había sido un caos desde el primer momento. Entre reuniones, estrategias de redes, y lidiar con la actitud de Liam, apenas me había dado tiempo de respirar. Por la noche, cuando por fin pude subir a mi habitación del hotel, sentí que las piernas me pesaban. Me quité los zapatos y me dejé caer en la cama con un suspiro, mirando el techo como si ahí pudiera encontrar respuestas a todo.

Justo cuando iba a apagar la luz y desconectar, el teléfono comenzó a vibrar en la mesita de noche. La pantalla iluminó la habitación con el nombre de Lando. Una sonrisa automática se formó en mi rostro al ver su llamada.

—Hola, amor —respondí, con la voz un poco apagada por el cansancio.

En la pantalla apareció su rostro. Estaba acostado en su cama, con el cabello desordenado y esa mirada somnolienta que siempre tenía cuando hablábamos a esta hora.

—Hola, preciosa. ¿Qué tal tu día? —preguntó, su voz baja y reconfortante.

Suspiré, apoyando la cabeza en mi almohada mientras intentaba decidir por dónde empezar.

—Agotador. Creo que mi paciencia llegó a su límite con Liam. Es bueno manejando, sí, pero fuera de la pista es como un adolescente con demasiado ego. Max está al borde de perder la cabeza con él.

Lando soltó una risa ligera, mirándome con esa mezcla de interés y diversión que siempre me hacía sentir escuchada.

—Ya me imagino a Max intentando no gritarle. ¿Tan mal está la cosa?

—Peor de lo que te imaginas. En una reunión, Liam interrumpió al jefe de estrategia para dar una idea completamente ridícula. Franco me miró como diciendo "te lo dije" y yo solo quería desaparecer.

—Es normal que tenga confianza, ¿no? —intentó suavizar, aunque su tono tenía un toque burlón.

—Confianza está bien, pero lo de Liam es otra cosa. Es como si estuviera convencido de que el mundo gira a su alrededor. ¿Recuerdas cómo era Checo? Profesional, humilde, y sabía cuándo hablar y cuándo callar. Liam es... bueno, lo opuesto.

Lando asintió, su sonrisa desvaneciéndose un poco.

—Es complicado cuando alguien no entiende la dinámica del equipo. Max debe estar deseando que esto sea un mal sueño.

—Lo está. Lo noto en cada mirada que le lanza cuando Liam habla. Es como si quisiera tirarle un casco.

Lando se rió, esta vez con más ganas.

—Quiero verlo en persona. Seguro que en cualquier momento Max explota.

Sonreí, dejando que su risa aliviara un poco mi estrés.

—¿Y tú? ¿Cómo estuvo tu día? —le pregunté, queriendo cambiar de tema.

—Bastante tranquilo. Fui al gimnasio por la mañana, luego salí con los chicos a almorzar. Nada demasiado emocionante, pero estuvo bien.

—¿Me extrañaste? —pregunté, medio en broma, medio en serio.

Él me miró directamente a través de la pantalla, con esa intensidad que siempre hacía que mi corazón se acelerara.

—Todo el día. Es una locura lo mucho que te extraño, incluso después de pasar semanas juntos.

Mi sonrisa se suavizó, y sentí ese calor familiar en el pecho.

—Yo también te extraño. Demasiado.

El giro de la conversación

Hubo un momento de silencio cómodo, en el que solo nos miramos a través de la pantalla, disfrutando de la compañía del otro. Finalmente, Lando inclinó un poco la cabeza, esa sonrisa pícara empezando a formarse.

—¿Sabes? —dijo, con un tono más bajo— Podríamos hacer algo para sentirnos más cerca esta noche.

Levanté una ceja, sabiendo exactamente a dónde quería llegar.

—¿Ah, sí? ¿Y qué tienes en mente?

Su sonrisa se amplió, y sus ojos brillaron con picardía.

—Déjame guiarte, cariño, tienes algo donde apoyar el teléfono?

—Me dejas ducharme primero, realmente lo necesito— reímos levemente y él me asintió.

—Me dejas ver? Al menos tengo buenas vistas a lo lejos, ya que no puedo ducharme contigo —dijo acomodando su cámara.

Negué con la cabeza y solté una carcajada pero luego acepté, tomé una toalla y mi teléfono y me encaminé al baño. Coloque el celu donde se me pueda ver bien y empecé a desvestirme dejando la ropa a un lado y la toalla también.

Dejé que el agua tibia recorriera mi cuerpo, luego me coloqué jabón en el cuerpo y me lo restregué por todo el cuerpo. Mire al celu un momento y Lando estaba con uno de sus brazos detrás de su cabeza mientras me miraba atentamente, parecía muy interesado. Le regalé una sonrisa traviesa y seguí en lo mío.

—Que mujer que eres Jenny, Dios.. — escuché que dijo a través de la llamada y a lo que me hizo sonreí y le guiñé el ojo.

—Sabes lo mejor? Que soy completamente tuya..— sonreí y le tiré un beso mientras salía y me colocó la toalla.

—Y es lo que más me pone.. es necesario que te tengas que poner ropa ahora? — se mordió el labio, agarre el celu y fui al vestidor y solo me coloque el brasier.

—No necesariamente.. por qué? — lo miré mientras el poco a poco baja la cámara.

—Necesito que mi imaginación fluya cariño.. —me dijo  y mire como su seño de frunció un poco, al parecer se estaba tocando.

—Como vos digas, pero también déjame ver.. — acomode mi teléfono donde se me podía ver bien en la cama.

Lando acomodó su teléfono también haciendo que se viera completamente, se sentó en la orilla de la cama, apoyándose con una mano y con la otra se daba placer a si mismo.

Abrí delicadamente mis piernas dejándome completamente expuesta a él, con una de mis manos mojé dos de mis dedos con mi propia saliva y empecé a masajearme lentamente, arquee un poco mi espalda hacia atras.

—Te deseo tanto.. — jadeo a través de la llamada lo que me hizo excitarme y mojarme más

—Y yo a vos Norris.. — gemí su nombre al final. Me entre los dedos y seguí dándome placer mientras el también lo hacía.

Después de bastante tiempo concluyó todo y ya estábamos tranquilamente hablando. Nos contábamos anécdotas de cosas que nos habían pasado estos dos días sin estar juntos y muchas cosas más.

Cuando colgamos, me quedé mirando el techo, una mezcla de emociones recorriendo mi cuerpo. A pesar de todo lo que había pasado en el día, Lando siempre sabía cómo hacerme sentir querida, deseada y completamente conectada.

El trabajo, los problemas con Liam, las tensiones del equipo... todo eso quedó en un segundo plano. Por un momento, todo lo que importaba era él y la promesa de que, sin importar la distancia, siempre encontraríamos una forma de estar juntos.