Paseando por Las Vegas🎲🎰!

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Las luces de Las Vegas brillaban intensamente mientras Franco y yo nos adentrábamos en la ciudad a bordo de un coche de alquiler, un convertible negro que había sido su idea, como siempre impulsivo y buscando el toque de aventura

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Las luces de Las Vegas brillaban intensamente mientras Franco y yo nos adentrábamos en la ciudad a bordo de un coche de alquiler, un convertible negro que había sido su idea, como siempre impulsivo y buscando el toque de aventura. Sentir el viento y las luces alrededor de nosotros hacía que el lugar se sintiera casi mágico, como si estuviéramos en una película. Esa noche, nada más importaba; solo éramos él y yo, recorriendo las calles de una ciudad que no duerme.

—¿Por qué no elegiste uno de esos autos lujosos que siempre ves acá? —le pregunté, mientras miraba la ciudad extenderse frente a nosotros.

Franco se encogió de hombros, como si la respuesta fuera obvia.

—¿Y para qué? Este tiene lo que necesitamos: cuatro ruedas, motor, y mirá el cielo que tenemos arriba. Igual, si lo querés cambiar, avisá. Pero yo prefiero algo sencillo, ¿viste? Nada de andar aparentando acá —respondió, con ese toque de naturalidad que siempre lo caracterizaba.

Nos reímos juntos mientras él pisaba el acelerador, y el motor rugió. Las luces de los carteles pasaban a nuestro lado, creando destellos de colores que iluminaban su rostro. Habíamos decidido tomar la noche para nosotros después de días de trabajo y eventos; ahora solo queríamos relajarnos y disfrutar, olvidarnos del mundo del automovilismo, de la competencia, y simplemente ser nosotros.

—¿No te cansa a veces todo esto? —pregunté de repente, mientras miraba el horizonte iluminado de Las Vegas.

Franco, sorprendido por mi pregunta, me miró de reojo y soltó una risa corta.

—¿Vos decís el laburo? Mirá, siempre es agotador, pero también es algo que me hace sentir vivo. Aunque, sinceramente, tener estos ratos así, de desconectar, me recuerda que no todo en la vida es carreras, estrategias y esos quilombos, ¿no?

Le sonreí, entendiendo perfectamente a lo que se refería. A veces, entre tanta competencia y presión, olvidábamos que éramos personas comunes, con ganas de explorar, de vivir, de sentir más allá de la adrenalina de los autos y el rugido de los motores.

—Mirá! —exclamé de repente, señalando una calle lateral llena de luces y música.

—¿Te animás a dar una vuelta por ahí? —me preguntó, sus ojos chispeando de curiosidad.

—¿Y vos me lo preguntás? Vamos! —le respondí con entusiasmo.

Franco giró el volante y nos adentramos en la calle. Era un lugar lleno de bares y restaurantes, donde la música se escuchaba en cada esquina, y la gente bailaba y reía. Era contagioso, y ambos nos sentimos arrastrados por el ambiente.

Estacionamos el coche y bajamos, dispuestos a dejarnos llevar por el momento. Franco me extendió la mano, y juntos empezamos a caminar por la calle, observando cada detalle, cada rincón de ese lugar que parecía sacado de un sueño.

—¿Qué pensás de todo esto? —le pregunté, tratando de captar su reacción.

—Es una locura. Mirá que estuve en muchos lugares, pero Las Vegas es otro mundo. Es como si nada tuviera sentido acá, pero al mismo tiempo todo encajara perfecto —respondió, mientras miraba a su alrededor fascinado.

—Creo que eso es lo que la hace especial. Podés ser quien quieras, sin que nadie te juzgue —dije, dejando que el ambiente me envolviera.

Seguimos caminando y encontramos un pequeño puesto de comida callejera que vendía hot dogs y pretzels. Decidimos detenernos, porque, después de todo, un paseo por Las Vegas no estaría completo sin probar la comida local. Pedimos dos hot dogs y nos sentamos en una banca cercana, disfrutando de la vista.

—¿Te das cuenta de lo ridículos que nos veríamos si alguien nos reconociera acá? —me dijo Franco, entre risas, mientras intentaba morder su hot dog.

—Sería divertido, para variar. Creo que nos harían memes —le respondí, riéndome con él.

Nos quedamos en silencio un momento, cada uno disfrutando de su comida, y de la compañía del otro. Era uno de esos momentos en los que no hacía falta decir nada para entender lo que el otro sentía. La amistad que teníamos era una de las cosas más valiosas para ambos, y en momentos como ese, lo recordábamos más que nunca.

—¿Y qué se viene ahora? —pregunté, rompiendo el silencio.

Franco suspiró y miró al cielo, como si intentara leer las estrellas para encontrar la respuesta.

—Creo que toca disfrutar de esta temporada, aprovechar Las Vegas y lo que sigue. Ya habrá tiempo para preocuparnos por el próximo año. Hoy estamos acá, ¿no? Y mañana, que sea lo que tenga que ser.

—Eso me gusta de vos. Siempre tenés esa filosofía relajada. Me hace bien escucharte decirlo.

—¿Vos decís que soy relajado? Pero si soy el que más se estresa cuando estamos en el paddock! —me respondió, entre risas.

—Pero cuando estamos fuera, sos el que siempre tiene la cabeza más fría. Es como si supieras cuándo apagar el switch y desconectar —le expliqué, mirándolo con admiración.

—Bueno, alguien tiene que tener los pies en la tierra, ¿no? —dijo con una sonrisa, haciéndose el modesto—. Y si no me encargo yo, sé que vos estás ahí para darme un empujoncito. Pero, en serio, somos un buen equipo.

Le sonreí y asentí, sabiendo que tenía razón. Nuestra amistad se había convertido en una especie de equilibrio que ambos necesitábamos, y saber que podíamos contar el uno con el otro nos daba la fuerza para seguir adelante, incluso en los momentos más difíciles.

Decidimos seguir caminando, explorando las luces y la vida nocturna de la ciudad. La noche avanzaba, pero para nosotros, el tiempo parecía haberse detenido. Cada rincón de Las Vegas tenía algo especial, algo que nos hacía olvidar el estrés, la competencia, y simplemente disfrutar del momento.

En algún punto de la noche, Franco se detuvo y me miró con una sonrisa traviesa.

—¿Sabés qué? Creo que esta ciudad nos necesitaba. Le hacía falta un poco de locura argentina —dijo, guiñándome un ojo.

—Pero claro! Si no fuera por nosotros, todo sería muy aburrido —le respondí, siguiéndole el juego.

Las luces de la ciudad parpadeaban a nuestro alrededor, y ambos sentimos que ese era solo el comienzo de una noche que quedaría grabada en nuestras memorias. Las Vegas nos había regalado una noche de libertad, de amistad y de risas, y sabíamos que esos momentos eran los que realmente importaban.
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WELCOME TO LASSSS VEGASSS💸🫦💸

Pasarán muchas cosas antes de que empiece el gp😌..

Sin más espero que les esté gustando

Att: Su queridísima escritora Elyy🫵🏼💋.

Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️‍🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora