Despedida🤍.

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El amanecer se asomaba tímidamente cuando Franco y yo subimos al auto que nos llevaría al aeropuerto. La brisa fresca de Abu Dabi me golpeaba suavemente el rostro mientras miraba por la ventana, perdida en mis pensamientos.

Lando había insistido en acompañarnos al aeropuerto, algo que, a pesar de ser muy de su estilo, me tomó por sorpresa. Cuando lo vi bajar del auto frente a nuestro hotel, con una chaqueta ligera y ese cabello despeinado que parecía perfecto sin importar la hora del día, sentí cómo mi corazón daba un vuelco.

El trayecto hacia el aeropuerto fue silencioso al principio, solo el ruido del tráfico temprano nos acompañaba. Franco intentó romper la tensión con un par de comentarios, pero ni yo ni Lando estábamos muy hablativos en ese momento.

—Che, ¿ustedes dos están bien? —preguntó Franco de repente, rompiendo el silencio mientras giraba ligeramente hacia nosotros desde el asiento delantero.

Lando asintió, pero no dijo nada. Yo simplemente sonreí un poco, sin ganas de entrar en detalles.

Llegamos al aeropuerto y nos dirigimos al área de salidas internacionales. El lugar estaba repleto de gente, pero yo apenas notaba el bullicio a mi alrededor.

Lando, como siempre, trató de mantener la conversación ligera. Hablaba de cualquier cosa, desde su vuelo de regreso al Reino Unido hasta lo que planeaba comer cuando llegara.

Miré el anillo que llevaba puesto, ese que él me había dado hace apenas unas noches. Lo giré lentamente en mi dedo, como si al hacerlo pudiera calmar la tristeza que comenzaba a acumularse en mi pecho. Lando notó mi gesto y sonrió, pero había algo en su mirada que delataba lo difícil que era esto también para él.

Cuando anunciaron que nuestro vuelo comenzaría el embarque, sentí cómo el tiempo se detenía por un instante. Nos levantamos y nos dirigimos al área de despedida.

Me detuve frente a Lando y lo miré. Su expresión había cambiado; la tristeza era evidente en sus ojos.

—Te voy a extrañar tanto... —le dije, mi voz quebrándose al final.

Él tomó mi mano con fuerza, y luego señaló el anillo que llevaba puesto.

—Siempre estarás conmigo, Jenny. Aquí —dijo, con su tono suave, como si intentara convencerme. Pero yo sabía que ni el anillo ni las palabras podían llenar el vacío que iba a dejar su ausencia.

—Aun así... aun así te voy a extrañar mucho... —respondí, y mis lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas antes de que pudiera detenerlas.

Lando no se contuvo más. Sus ojos, que habían estado luchando por mantenerse secos, finalmente se llenaron de lágrimas también. Me abrazó con fuerza, tan fuerte que parecía que quería evitar que me fuera.

—Si necesitás algo, lo que sea, llamame. Siempre voy a estar para vos, Jenny. Como novio, como amigo... como lo que sea. —Su voz sonaba firme, pero al mismo tiempo quebrada por la emoción.

Me aparté un poco, lo suficiente para mirarlo a los ojos, sorprendida por lo que acababa de decir.

—¿Como novio? —pregunté en voz baja, sin estar segura de si lo había escuchado bien.

Él asintió, limpiándome una lágrima con el pulgar.

—Sí, como novio. Porque eso somos, ¿no? Aunque nos separen kilómetros, yo soy tu novio, y tu eres mi novia.

Sentí cómo mi corazón se encogía y se expandía al mismo tiempo. No esperaba que dijera algo así, pero una calidez indescriptible me envolvió.

—Entonces, como novia que soy, también voy a estar para vos. Si necesitás algo, me llamás, ¿entendiste? —le dije, intentando sonreír entre lágrimas.

Él rió suavemente, aunque seguía emocionado.

—Sí, señora —bromeó, haciéndome sonreír.

Nos quedamos así un momento más, mirándonos como si tratáramos de memorizar cada detalle del otro antes de separarnos. Finalmente, lo besé, un beso suave pero lleno de todo lo que sentía por él.

Franco, que había estado observando desde una distancia respetuosa, se acercó para despedirse también.

—Bueno, loco, cuidala. Es mi mejor amiga, y si la hacés llorar otra vez... ya sabés lo que pasa —dijo Franco, medio en broma, medio en serio.

—Lo sé, Franco. Te lo prometo. —Lando sonrió, estrechándole la mano antes de darle un abrazo.

Finalmente, fue momento de irnos. Caminé hacia la puerta de embarque, pero no pude evitar girarme una última vez. Ahí estaba él, viéndome partir con esa mezcla de tristeza y esperanza en los ojos. Le sonreí débilmente, y él levantó una mano para despedirse.

Mientras subíamos al avión, sentí cómo mi corazón se quedaba un poco atrás, con él, en ese aeropuerto. Lando Norris no era solo un piloto o un amor pasajero. Era el inicio de algo que, sin importar la distancia, iba a permanecer conmigo...

Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️‍🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora