Reecuentro en Brasil🇧🇷🫂❤️‍🩹.

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a práctica libre había comenzado con la misma intensidad que la anterior, el rugir de los motores y el susurro del viento envolviendo el circuito de Interlagos. Todo transcurría según lo planeado, pero esa mañana sentía una extraña sensación, algo entre nervios y emoción. Tenía la sensación de que algo iba a cambiar, aunque no sabía exactamente qué.

Mientras supervisaba los detalles de la práctica, mi mente no podía dejar de pensar en la cena de anoche, en las bromas con Franco, y en cómo esa pequeña salida había logrado relajarme. Pero lo que realmente rondaba en mi cabeza era la sorpresa que Franco me había prometido. Ya sabía que mi familia venía a Brasil para ver las carreras, pero nunca imaginé que mi reencuentro con ellos sería tan especial.

—Che, ¿todo bien? —me preguntó Franco mientras ajustaba sus guantes.

Lo miré, un tanto distraída.

—Sí, todo bien, solo estoy... pensando en algo. —Sonreí, intentando disimular la emoción que ya empezaba a burbujear en mí.

Franco me miró con una sonrisa cómplice. Sabía que algo estaba por suceder, pero no quería darme pistas. Él disfrutaba de esas sorpresas como nadie.

—Ya vas a ver, tranquila. No va a ser nada malo, lo prometo. —Me dio un toque en el hombro y luego se fue a preparar para volver a la pista.

Poco después, me acomodé frente al monitor para seguir de cerca el desempeño de Lando. En cada curva, en cada aceleración, podía sentir la tensión del equipo, pero también el alivio de que todo iba saliendo bien. Durante una pausa en la práctica, me alejé un momento del equipo, deseando despejar la mente, cuando, de repente, escuché unas voces familiares. Al principio no lo reconocí, pero pronto los vi. Mi corazón dio un salto en mi pecho, y sin pensarlo dos veces, corrí hacia ellos.

—¡Mamá, papá! —grité, con la emoción inundando mi voz.

Mi madre, Anna, estaba sonriendo, y mi padre, Jhonatan, me abrazó con fuerza. No pude evitar que las lágrimas comenzaran a caer, un torrente de felicidad y alivio llenaba mi pecho. El estar lejos de casa durante tanto tiempo, rodeada de tantos desafíos, me había hecho darme cuenta de cuánto los extrañaba. Verlos allí, en ese momento, fue como si todo lo que había vivido hasta ahora hubiera valido la pena.

—No lo puedo creer... ¿De verdad están aquí? —dije entre sollozos, mientras mi madre me acariciaba la espalda.

—Claro que sí, hija, no podíamos perder la oportunidad de verte competir. —Mi padre me miró con una sonrisa amplia, orgullosa, como siempre lo hacía.

No podía dejar de abrazarlos, de sentir ese calor familiar que tan pocas veces podía experimentar en este mundo tan competitivo. Estaba tan feliz de verlos que, por un momento, me olvidé de todo lo demás.

Franco apareció detrás de mí, observando la escena con una sonrisa tranquila. Sabía que el reencuentro con mis padres era algo muy especial para mí, pero también tenía su toque de complicidad. Había sido él quien había coordinado todo, sin que yo lo supiera.

—¿Así que te lo guardaste, eh? —le dije, mirando a Franco con una mezcla de sorpresa y gratitud.

—¿Quién, yo? —respondió con esa sonrisa que ya sabía de memoria—. Tenía que ser una sorpresa, ¿no? ¿Te gustó?

Asentí, sin poder articular más palabras. Solo logré abrazarlo también, agradecida por tan hermoso gesto.

Mi madre se apartó un poco, mirando a Franco y luego a mí, con un toque de picardía en sus ojos.

—Así que este es el famoso Franco del que tanto hablas... —dijo con una sonrisa.

Franco se rió y extendió la mano, saludando a mis padres con el respeto y la cordialidad de siempre.

—Un placer conocerlos, señora, señor. He oído mucho sobre ustedes, y claro, siempre escucho hablar muy bien.

Mi madre se echó a reír.

—Bueno, espero que lo que escuches de mi hija sea solo bueno —dijo, mirando a Franco con una mirada que, aunque amable, no dejaba de ser algo desconcertante.

Franco la miró a los ojos, divertido, pero con una pequeña dosis de nerviosismo. Sabía que mi madre era protectora, como cualquier madre, y estaba preparado para cualquier comentario.

—Claro que sí, señora. Solo cosas maravillosas. —Franco asintió, sin perder su tono amigable.

Mi padre también intervino, mirando a Franco con una sonrisa que dejaba ver su actitud tranquila y amistosa.

—Lo importante es que mi hija esté bien, y parece que tú eres parte de que eso suceda. —La voz de mi padre era firme, pero con una calidez que me hizo sentirme protegida.

Me sonrojé un poco al escuchar eso, aunque estaba feliz de que las cosas parecieran estar yendo tan bien entre todos. Fue un momento de pura felicidad y emoción, un instante que querría guardar para siempre.

Después de los abrazos, las risas y las preguntas sobre cómo había estado la semana, me di cuenta de que Franco había hecho que mi familia se sintiera cómoda rápidamente. Esa familiaridad que él tenía con ellos, esa confianza que compartíamos, era algo que me tocaba profundamente. Había logrado algo tan simple, pero tan valioso: unirnos a todos en un solo momento.

—Bueno, ¿y cómo está la situación con las prácticas? —preguntó mi madre, buscando distraerme un poco mientras me limpiaba las lágrimas de felicidad.

—Todo bajo control, mamá —respondí, secándome las lágrimas y sonriendo con alivio—. Hoy ha sido un día bastante tranquilo, pero mañana será más intenso.

Franco asintió.

—Lo que mi amiga quiere decir es que, aunque todo va bien, estamos todos esperando la clasificación —dijo con tono juguetón—. Pero ya verán cómo va todo.

Mis padres sonrieron, sabiendo que esa era la rutina: una mezcla de competencia, presión, y esfuerzo, pero también de mucho disfrute.

Nos quedamos conversando un rato más, entre risas y charlas informales, mientras el sol comenzaba a ponerse detrás del horizonte de São Paulo. El calor del día se iba disipando, y el ambiente se tornaba más relajado. Me sentía tan agradecida de poder compartir ese momento con ellos, que me costaba creer que todo estaba pasando en ese mismo instante.

Al final, mi madre me miró con una sonrisa y me dio un beso en la mejilla.

—Estamos muy orgullosos de ti, hija. Esto es solo el principio.

Me miró a los ojos con tanto cariño que casi no pude evitar emocionarme de nuevo.

Franco, al ver la escena, sonrió y se apartó, dejándonos espacio para disfrutar de nuestra charla en familia. Mi padre lo saludó nuevamente con un gesto amistoso, y luego nos dejó disfrutar a solas. No necesitaba decir mucho más, sabía lo importante que era ese momento para mí.

Al final, todos nos dirigimos hacia el área de descanso, donde pude seguir disfrutando de la compañía de mis padres, agradecida de tenerlos a mi lado, de sentir ese apoyo tan cercano, tan familiar.

—Este es solo el principio, ¿verdad? —le dije a Franco, mientras caminábamos juntos hacia el hotel, mi corazón aún lleno de emociones.

—Exactamente —respondió él, mirando el cielo despejado de Brasil—. Y lo mejor está por venir.

Sentí paz y un gran alivio en mi. Mi familia es la primera fortaleza en mí y es la que me a ayudado a estar donde estoy.

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Cap lindo integrando la familiaaaa🥹🥹❤️‍🩹!

Espero que le guste como va, sin más, disfruten❤️.

Att: Su queridísima escritora Elyy💋🩶!

Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️‍🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora