Carrera🏎️.

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La carrera había terminado en desastre. El equipo entero estaba consternado por la penalización que había recibido Lando, una decisión que parecía más política que justa. Cuando lo vi salir del paddock, su postura derrotada hablaba más que cualquier palabra. No intenté detenerlo; sabía que necesitaba tiempo para procesar.

Horas más tarde, mientras la ciudad recuperaba su calma, me dirigí hacia el hotel donde se estaba hospedando. Llevaba conmigo una pizza sencilla y una gaseosa de cola, esperando que algo familiar pudiera aliviar su ánimo.

Al llegar a la habitación, toqué suavemente.

—Lando, soy yo.

Hubo un silencio breve antes de escuchar pasos arrastrados. La puerta se abrió, y su rostro me dejó sin palabras. Tenía las ojeras marcadas, el cabello despeinado y una expresión que mezclaba agotamiento y tristeza.

—Hey —saludé, alzando la bolsa en un intento de suavizar el ambiente—. Pensé que te gustaría esto.

—No estoy de humor —murmuró, pero dejó la puerta abierta y se dio la vuelta, permitiéndome entrar.

La habitación estaba sumida en penumbras, con las cortinas corridas y la mesa cubierta de papeles y restos de una taza de té sin terminar. Dejé las cosas sobre la mesa y lo seguí con la mirada mientras se desplomaba en el sillón.

—No podés quedarte así —dije suavemente, sentándome en la cama frente a él.

Lando soltó un suspiro y se cubrió el rostro con ambas manos.

—¿Cómo se supone que me sienta bien después de esto? —preguntó, su voz llena de frustración—. Hice todo lo posible, todo, y aún así...

—Fue una penalización injusta, Lando. Todos lo sabemos.

—¿Y eso qué importa? —Levantó la vista, y sus ojos estaban vidriosos, las emociones claramente contenidas—. Al final del día, soy yo quien quedó como un idiota. No importa lo que opinen los demás.

—Claro que importa. No podés cargar con todo esto solo.

Me acerqué un poco, intentando captar su mirada. Lando se pasó una mano por el cabello, dejando escapar un suspiro tembloroso.

—¿Sabés lo peor? —continuó, su voz apenas un susurro—. Desde Brasil, todo ha ido cuesta abajo. Siento que estoy fallándole al equipo, a los fans, a todos.

—No estás fallando, Lando —dije, mi tono firme.

—¿Cómo podés decir eso? —Su mirada se clavó en la mía, con una mezcla de desesperación y enojo—. Mirá los resultados. Cada carrera desde entonces ha sido un desastre. Y ahora esto...

—Porque te conozco. —Mi voz se suavizó—. Sé cuánto trabajás, cuánto te importa. Y eso es lo que realmente importa.

Lando cerró los ojos y dejó que su cabeza cayera hacia atrás en el sillón. Un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas, y mi corazón se encogió al verlo así.

Me levanté de la cama y me senté en el apoyabrazos del sillón, colocando una mano en su hombro.

—Es normal sentirse así. Pero no estás solo en esto.

Lando tomó aire profundamente, como si estuviera intentando calmarse.

—No sé cómo voy a levantarme de esto.

—Paso a paso. —Le di un apretón en el hombro—. Por ahora, empecemos con algo simple: comer.

—No tengo hambre.

—No me importa. —Sonreí, intentando aligerar el ambiente—. No pienso dejarte hasta que comas al menos una porción de pizza.

Lando dejó escapar una risa suave, más por compromiso que por verdadero humor, pero fue un pequeño progreso. Me levanté y serví un par de porciones, colocándolas en un plato antes de llevárselo.

—Acá tenés.

—Gracias —murmuró, tomando el plato con manos temblorosas.

Mientras comíamos, la conversación se desvió hacia temas más ligeros. Lando me habló de algunas anécdotas de la temporada pasada, y yo le conté historias ridículas de los fans en redes sociales. Poco a poco, lo vi relajarse.

Cuando terminamos de comer, Lando encendió su computadora portátil y me miró, algo más animado.

—Max está en stream. ¿Te importa?

—Para nada. —Sonreí, acomodándome en el sillón mientras Lando se conectaba a Discord.

La voz de Max Fewtrell resonó desde los parlantes casi de inmediato.

—¡Ahí está el hombre del momento! —dijo Max, con su característico tono burlón.

—No estoy de humor, Max —respondió Lando, aunque la ligera sonrisa en su rostro decía lo contrario.

—¿Quién está contigo? —preguntó Max, notando mi risa de fondo.

—Una amiga.

—¡Ah, una amiga! —Max exageró la palabra, riendo—. Bueno, parece que estás en buenas manos.

El resto de la noche pasó entre bromas y risas mientras veíamos a Max jugar y le tirábamos comentarios por el chat. Aunque no había solucionado todos sus problemas, al menos Lando parecía más tranquilo.

Cuando finalmente decidí que era hora de irme, me levanté y recogí las cosas de la mesa.

—Gracias por venir —dijo Lando, mirándome con una sinceridad que me tomó por sorpresa.

—Siempre voy a estar para vos. —Sonreí, colocándome la chaqueta.

Cuando cerré la puerta detrás de mí, sentí una extraña mezcla de emociones. Sabía que Lando todavía tenía un largo camino por delante para superar sus inseguridades, pero al menos esta noche había dado un paso en la dirección correcta.

Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️‍🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora