Marca de por vida.. (1/2)

77 6 0
                                    

El día comenzaba como cualquier otro. Apenas abrí los ojos, busqué mi celular en la mesa de noche para ver la hora. Eran las 7:15 a.m. y la pantalla estaba llena de notificaciones. Mi corazón dio un pequeño vuelco al ver 30 llamadas perdidas, la mayoría de mi tía Carmen. Algo andaba mal.

Sin pensarlo, marqué su número. No tardó ni dos tonos en contestar.

—¿Jenny? —su voz era un nudo de emociones que me puso alerta al instante.

—Sí, soy yo. Tía, ¿qué pasó? ¿Por qué tantas llamadas?

—¿Dónde estás? ¿Con quién estás? —preguntó rápidamente, como si necesitara asegurarse de que estaba bien.

—Estoy en casa, tía. Con Franco, recién despertamos. ¿Por qué estás así? ¿Qué pasó?

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, interrumpido por un sollozo.

—Jenny... tus papás tuvieron un accidente.

Sentí cómo mi cuerpo se tensaba de inmediato, como si una corriente eléctrica me atravesara.

—¿Qué? ¿Qué accidente? ¿Cómo? ¿Están bien? ¿Dónde están? —Las palabras salieron atropelladas de mi boca mientras mi corazón empezaba a latir con fuerza.

El tono de mi voz debió haber sido lo suficientemente alto como para despertar a Franco, quien levantó la cabeza y me miró preocupado desde su cama.

—¿Qué pasa, Jenny? —preguntó, pero yo apenas lo escuché.

Mi tía intentaba hablar, pero su llanto se hacía cada vez más evidente.

—Tía, por favor... ¿qué les pasó? —insistí, sintiendo que algo muy malo estaba por venir.

Y entonces lo dijo. Entre sollozos y con la voz quebrada, apenas pudo articular las palabras:

—Tu papá y tu mamá... fallecieron.

El mundo dejó de girar.

—No, no, no, no... —murmuré, negándome a creer lo que acababa de escuchar. Mi pecho se apretó, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

—Iban de camino a casa... un camión cargado de madera perdió el control y... y... —No pudo seguir. El llanto ahogó sus palabras.

Sentí como si alguien me hubiera arrancado el corazón. Me quedé paralizada, incapaz de reaccionar, mientras las lágrimas comenzaban a correr por mis mejillas.

—¡No puede ser! ¡No! —grité, llevándome una mano a la boca, tratando de contener el llanto.

Franco ya estaba completamente despierto. Se levantó de inmediato y se acercó a mí.

—Jenny, ¿qué pasa? ¿Qué te dijeron? —preguntó con urgencia.

No pude responder. Las palabras simplemente no salían de mi boca. Mis manos temblaban mientras sostenía el teléfono, y mis lágrimas no dejaban de caer.

—Dámelo —dijo Franco, tomando el celular de mis manos con cuidado. Se lo llevó al oído y preguntó: —¿Hola? Soy Franco. ¿Qué está pasando?

Lo escuché respirar profundamente mientras mi tía le contaba lo mismo que a mí. Su expresión cambió de inmediato. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su rostro reflejaba una mezcla de incredulidad y dolor.

—No... no puede ser —dijo en voz baja, como si intentara convencerse de que lo que acababa de escuchar no era cierto.

Después de unos segundos, colgó la llamada y se giró hacia mí. No dijo nada. Simplemente me abrazó con fuerza, como si intentara sostenerme mientras el mundo a nuestro alrededor se desmoronaba.

—Jenny... lo siento tanto —susurró, y entonces lo escuché sollozar también.

Mis padres no solo eran mi familia, también eran una parte fundamental de Franco. Ellos lo habían acogido como a un hijo más, y ahora, esa pérdida también lo golpeaba a él.

Me aferré a él como si fuera mi único ancla, dejando que las lágrimas salieran sin control. El dolor era insoportable, como si me hubieran arrancado una parte de mi alma.

—No puede ser, Franco. No puede ser... —repetía entre sollozos, incapaz de aceptar la realidad.

—Estoy acá, Jenny. Estoy acá... —dijo mientras me acariciaba el cabello, tratando de calmarme aunque él mismo estaba devastado.

Pasaron varios minutos, o quizás horas, antes de que pudiera recuperar un poco la compostura. Franco seguía abrazándome, sus ojos enrojecidos por el llanto.

—Tenemos que irnos —dijo finalmente, con voz quebrada.

—¿Irnos? —pregunté, todavía en shock.

—A tu casa. A estar con tu familia. No podemos quedarnos acá.

Asentí lentamente, aunque mi mente seguía nublada. Franco tomó el control de la situación. Empacó nuestras cosas mientras yo intentaba juntar las fuerzas necesarias para levantarme.

—Jenny... lo vamos a superar juntos, ¿sí? Te lo prometo. —Me miró a los ojos, sosteniéndome por los hombros.

—No sé si puedo, Franco. No sé si puedo...

—Podés. Yo te voy a ayudar, como siempre. Pero primero, vamos a despedirlos como se merecen.

Y con esas palabras, comenzó uno de los días más oscuros de mi vida...

Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️‍🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora