La práctica libre había terminado, y el equipo estaba satisfecho con el rendimiento de los coches. Con el estrés del día aliviado, Franco, Lando, Carlos y yo decidimos ir a cenar. Era una buena oportunidad para relajarnos y compartir fuera del ambiente competitivo del paddock.
El restaurante
Llegamos a un restaurante elegante, de esos donde las luces bajas y la decoración moderna creaban un ambiente íntimo. Me senté entre Franco y Carlos, con Lando frente a mí. Franco, fiel a su estilo, hizo una broma sobre lo rápido que había elegido la carta.
—Mirá, ¿ya sabés qué vas a pedir? Ni bien entramos y ya estás lista —dijo, guiñándome un ojo.
—Es que soy eficiente, Franco. Vos tardás media hora para todo —le respondí riendo.
Carlos intervino, mostrando su característico encanto español.
—Eso no es eficiencia, es talento innato. Tú tienes un don, claramente.
La conversación fluyó con naturalidad. Hablamos de la carrera, de anécdotas de viajes y, por supuesto, de automovilismo. Pero pronto, Carlos comenzó a dirigirse a mí con un tono diferente.
Carlos sabía exactamente cómo mantener una conversación interesante.
—¿Sabes? Creo que nunca he visto a alguien llevar el paddock con tanta elegancia como tú. Eres como una chispa en medio de todo ese caos —comentó, con una sonrisa que no podía ser más encantadora.
Me reí, algo incómoda pero halagada.
—Bueno, alguien tiene que equilibrar todo el caos de los pilotos.
Carlos aprovechó la respuesta.
—Pues haces un trabajo increíble. Aunque, si necesitas un descanso del caos, yo soy experto en desconectar. Podría enseñarte algunos trucos.
Franco, atento como siempre, levantó una ceja y me miró como diciendo: ¿Te estás dando cuenta de lo que está pasando? Pero antes de que pudiera responder, sentí algo diferente.
Bajo la mesa, Lando extendió su mano hasta mi muslo. Al principio, pensé que era accidental, pero cuando dejó su mano allí, firme y segura, supe que no lo era. Levanté la mirada y lo vi mirándome con una expresión que mezclaba desafío y diversión.
—¿Todo bien? —preguntó con un tono despreocupado, como si nada estuviera ocurriendo.
Asentí, tratando de mantener la compostura, pero el calor en mis mejillas me delataba. Mientras Carlos seguía hablando, Lando comenzó a mover su mano suavemente, trazando pequeños círculos con sus dedos sobre mi piel.
Intenté concentrarme en la conversación.
—Carlos, ¿y tú cómo desconectas del caos? —pregunté, buscando desviar mi atención de lo que estaba pasando bajo la mesa.
—Depende. Una buena comida, una copa de vino, o una buena compañía —dijo, con una sonrisa que claramente era para mí.
Lando dejó escapar una pequeña risa, y sentí que apretaba un poco más su mano en mi muslo.
—Bueno, Carlos, parece que eres todo un experto en cenas. Pero, ¿no crees que estás monopolizando la conversación? —dijo Lando, con un tono que sonaba despreocupado pero tenía un trasfondo cargado.
Carlos levantó las manos, en un gesto de rendición.
—Tienes razón, no quiero acaparar.
Mientras todos seguían charlando, Lando se inclinó un poco hacia adelante, haciendo que nuestras miradas se encontraran.
—¿Te sientes cómoda? —me preguntó en voz baja, con un toque de provocación que solo yo podía escuchar.
Lo miré con una mezcla de incredulidad y desafío.
—Perfectamente.
Pero mis palabras parecían solo alentarlo más. Su mano seguía en mi muslo, y cada vez era más difícil ignorar lo que estaba haciendo.
Franco, que había estado observando todo en silencio, decidió intervenir de manera sutil.
—Che, ¿y cómo les fue hoy en la práctica? Yo no vi los tiempos de Carlos. ¿Anduviste bien? —preguntó, mirando directamente a Carlos.
Carlos se rió.
—Nada mal. Aunque creo que podría haber hecho mejor el último sector.
Franco asintió, pero luego me lanzó una mirada rápida, como diciendo: ¿Qué está pasando entre vos y Lando?
A medida que avanzaba la noche, Lando finalmente retiró su mano, pero no antes de darme un último apretón que me dejó completamente descolocada. Carlos seguía con su conversación, pero yo apenas podía concentrarme.
Cuando llegó la cuenta, Lando se ofreció a pagar, lo cual no sorprendió a nadie.
—Es mi manera de agradecerles por la compañía —dijo, lanzándome una mirada cargada de intención.
Franco me acompañó a la salida y, cuando estuvimos solos, me miró con una sonrisa socarrona.
—Mirá, no soy ningún genio, pero creo que Lando te tiene más ganas aún. Y Carlos ahora se sumó sin saber que te cogiste a Lando, pero ese ya está descartado, ¿no? —dijo, con un tono entre broma y seriedad.
Lo miré, tratando de mantener la calma.
—Franco, no empieces.
—¡Yo no empiezo nada! Solo digo que tenés un imán para los pilotos. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Suspiré, sin saber exactamente qué responder.
—Nada. Absolutamente nada.
—Claro, y yo nací ayer —respondió, antes de soltar una carcajada.
Sabía que esta dinámica no iba a terminar aquí, pero por ahora, decidí dejarlo pasar. Había sido una cena intensa, y necesitaba tiempo para procesar todo lo que había ocurrido.
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Que pasa contigo Carlitos Sainz?😋Nos leemos en otro cap amores🩷.
Att: su queridísima escritora Ely🩶🫂!
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Sassy Pilot x Lando Norris +18❤️🔥
FanfictionÉl es un piloto que enciende pasiones dentro y fuera de la pista. Con una sonrisa cautivadora y una mirada que desarma, sabe el efecto que tiene en los demás... y lo disfruta. Pero cuando te conoce, algo cambia. Tú no eres como el resto; no caes en...