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La mañana estaba fresca por lo que caminaba por el sendero de piedra que rodeaba la mansión. Kira, mi compañera de cuatro patas, avanzaba unos pasos delante de mí, olfateando cada rincón como si fuera la primera vez que estábamos ahí. La brisa traía un leve aroma a pinos y tierra húmeda, por lo que no pude evitar cerrar los ojos un segundo, disfrutando del silencio casi absoluto que sólo rompía el sonido de las patas de Kira contra el suelo.
—Vamos, chica —Le dije mientras tiraba suavemente de la correa.
Ella giró la cabeza y me miró, sus ojos marrones chispeaban con esa energía inagotable que parecía fluir siempre en ella. Me hizo sonreír. Antes la paseaba fuera de la mansión para que pudiera correr un poquito más, pero como últimamente es peligroso salir, solo puedo pasearla por los alrededores de la mansión.
Caminamos un poco más, le quité la correa y ella se lanzó hacia adelante, corriendo entre los árboles, feliz de poder moverse en libertad.
Empecé a correr detrás de ella, riendo como una niña. Cada vez que estaba a punto de alcanzarla, Kira se giraba y saltaba en otra dirección, esquivándome con un juego de movimientos rápidos.
—¡Ven aquí, Kira! —Le llamé, aunque en el fondo sabía que ella no se dejaría atrapar tan fácilmente.
Kira, por supuesto, me ignoró, retándome a continuar la persecución. Tras varios intentos fallidos, me rendí y me dejé caer al suelo, riendo mientras intentaba recuperar el aliento. Entonces ella volvió, saltando a mi alrededor antes de tirarse de lado, ofreciéndome su panza para que la acariciara. Suspiré, pasando mis manos por su suave pelaje y sintiendo cómo se relajaba bajo mis dedos.
Después de unos minutos, el cansancio de ambas nos alcanzó. Kira se levantó primero, sacudiéndose antes de venir a olfatear mi cara, como si quisiera asegurarse de que también estaba lista para volver.
—Está bien, Kira, ya vamos —le dije con una sonrisa.
Comencé a caminar de regreso, con Kira pegada a mi lado esta vez, sin tirar de la correa. La mansión se alzaba ante nosotras, mientras nos acercábamos empecé a pensar que tenía que hablar con Andrey y contarle mi decisión, se puede decir que desconfío un poco de él,
pero relativamente me serviría su ayuda.Al llegar a la puerta, me incliné para darle a Kira una última caricia en la cabeza.
—Gracias por el paseo, compañera —susurré.
Ella me miró y movió la cola, como si lo entendiera perfectamente. Con una sonrisa, entré en la mansión dirigiéndome directamente al sótano para hablar con Andrey.
Bajé las escaleras lentamente, escuchando cómo mis pasos resonaban con cada paso que daba.
Al llegar al último peldaño, me detuve frente a la puerta del sótano. Respiré hondo, como preparándome para un combate, y empujé la puerta, que se abrió con un chirrido. Andrey estaba sentado apoyado a la pared, con la cabeza baja y una expresión indescifrable en el rostro.
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Mafia Capone #2
RomanceDescubrir su pasado la llevó a enfrentar una nueva realidad, donde la fuerza y la determinación se convirtieron en sus mejores aliados. Después de varios meses de que Dayla entrara como infiltrada a la mafia rusa, su momento de ser coronada como l...