••••••••••Alexei
Bajé de la camioneta con la sensación de que mi cabeza podría explotar en cualquier momento, los gritos de Sophia me habían taladrado el cerebro durante todo el trayecto, ya había pasado la semana que me había dado James para entregársela, no había parado de llorar y suplicar que no la entregase. Pero ya había tomado una decisión, me arrepentí de haberme casado con ella, nunca debí hacerlo.
Yo y ninguno de mis hermanos la aguantaba más.
Las luces tenues del almacén abandonado donde me había citado con James Byrne iluminaban el área, creando sombras largas y distorsionadas a nuestro alrededor.
—¡Alexei, por favor! —Gritó de nuevo, con su voz entrecortada por el llanto—. ¡No puedes hacerme esto!
Me giré hacia ella, respirando profundamente para contener la furia que empezaba a hervir bajo mi piel.
—¿No puedo? —respondí, caminando hacia su puerta, abriéndola de golpe—. Sophia, llevo semanas soportando tus caprichos, tus errores. Te advertí mil veces que dejases tu actitud de niñata caprichosa, pero decidiste ignorarme. Esto es lo que querías, ¿no? Vivir como una reina en un mundo que no entiendes. Pues aquí tienes. Ahora encárgate de lo que has provocado.
Ella se encogió en el asiento, sus ojos estaban hinchados por las lágrimas. Su mirada mostraba una mezcla de miedo y desesperación, pero no había marcha atrás. Estaba cansado. Cansado de ella, de todo esto.
—Alexei, por favor —suplicó de nuevo, con un tono quebrado—. Sé que cometí errores, pero... podemos solucionarlo. No me entregues a él, sabes lo que me hará.
Sus palabras ya no me afectaban. Había llegado al límite. Mi paciencia con ella se había agotado hace tiempo. Me acerqué un paso más, mi rostro estaba a centímetros del suyo.
—No me importa, Sophia. Deberías haber pensado en eso antes de matar a la hija de James. No me importa lo que te haga.
La vi derrumbarse en su asiento, sus manos temblaban al llevarse la cabeza entre ellas, ya no había nada que pudiera decir o hacer para cambiar mi decisión. Ella sabía que este era el final del camino.
Los faros de un coche que se acercaba iluminaron el lugar, interrumpiendo el silencio. Miré hacia el vehículo que acababa de llegar, un sedán negro que conocía demasiado bien. James Byrne había llegado. Su figura apareció al salir del coche, acompañado por dos de sus hombres.
Me giré hacia Sophia una última vez antes de cerrar la puerta de la camioneta.
—Esto es lo que pasa cuando juegas con fuego.
Al acercarme a James, él me recibió con una sonrisa fría, esa maldita expresión de triunfo que sabía que no iba a borrarse en todo el encuentro.
—Alexei —Dijo con voz suave, casi condescendiente—. Parece que cumpliste tu parte del trato.
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Mafia Capone #2
RomanceDescubrir su pasado la llevó a enfrentar una nueva realidad, donde la fuerza y la determinación se convirtieron en sus mejores aliados. Después de varios meses de que Dayla entrara como infiltrada a la mafia rusa, su momento de ser coronada como l...