Descubrir su pasado la llevó a enfrentar una nueva realidad, donde la fuerza y la determinación se convirtieron en sus mejores aliados.
Después de varios meses de que Dayla entrara como infiltrada a la mafia rusa, su momento de ser coronada como l...
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Alexei
Me dejé caer en el borde de la cama, sosteniendo mi móvil en la mano. La pantalla mostraba una serie de llamadas perdidas de mis hermanos, recordándome que ayer había olvidado llamarles para que sepan que estaba bien.
Suspiré y marqué de vuelta, sabiendo que me esperaba una buena reprimenda.
El tono de llamada apenas sonó dos segundos antes de que la voz de mi hermana menor me alcanzara al otro lado de la línea, cargada de preocupación y algo más que un toque de irritación.
—¿Alexei? ¿Estás bien? ¡Porque no llamaste ayer! Joder, estábamos preocupados por ti.
Cerré los ojos un momento, dejando que su voz llenara la habitación. Podía imaginarla perfectamente con el ceño fruncido, sujetando el móvil con fuerza, paseándose por la casa como hacía cada vez que algo la inquietaba.
—Lo siento, Sasha —Dije finalmente.
—¿Lo siento? —repitió Leo esta vez —. ¿No tenías ni un minuto para decirnos que estabas bien?
Reprimí una sonrisa, no podía decirles nada, ayer tenía que llamarles y no lo hice, me merecía todo el enojo de ellos.
— Pero bueno, ¿Andrey está bien? ¿Esa mujer no le hizo nada?—Intervino Sasha.
El nombre de Andrey me trajo de vuelta a los eventos de ayer, la imagen de ella con ese vestido que abrazaba sus curvas de manera perfecta, resaltando cada detalle de su figura. Verla así me había dejado sin aliento, se veía tan hermosa ayer, que no me aguanté al querer molestarla un poco y al parecer lo conseguí.
—Sí, él está bien —Repetí con firmeza, asegurándome de que lo entendieran.
Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea, y luego la voz de Leo se alzó nuevamente, más calmada pero aún con un toque de impaciencia.
—Uf, qué alivio... —murmuró, dejando escapar el aire como si hubiese estado conteniéndolo—. ¿Y cuándo podréis volver?
—Por ahora, Andrey no puede venir conmigo —respondí, escogiendo cuidadosamente mis palabras—. Pero eso ya os lo explicaré cuando esté de vuelta en Rusia. Lo importante es que él está bien, y no tenéis que preocuparos.
Un nuevo silencio se apoderó de la llamada, hasta pude imaginar las miradas intercambiadas que se habrían hecho Sasha y Leo, ambos eran demasiado protectores, que no podían quedarse tranquilos con tan poca información.
—¿Seguro que no hay nada más que debamos saber? —insistió Sasha, su tono era más directo esta vez—. Porque si hay algo raro, Alexei, prefiero que me lo digas ahora.
Suspiré, apoyando el codo en la rodilla y llevándome la mano libre a la frente.
—De verdad, Sasha. Todo está bajo control. Andrey está a salvo, y yo también. Os lo explicaré cuando regrese.
