—¡Adele! —la voz alegre de Chrystin me despertó abruptamente. Antes de que pudiera reaccionar, sentí cómo brincaba sobre mí, riendo.
—¡Chrystin, cielo, cuidado! —dije entre risas mientras intentaba zafarme de su entusiasmo matutino.
Richard, que estaba a mi lado, abrió los ojos con una sonrisa somnolienta.
—Parece que alguien tiene demasiada energía esta mañana —comentó con voz ronca, pasándose una mano por el rostro.
—¡Quiero desayunar! —exclamó Chrystin mientras me daba un suave empujón.
—Está bien, está bien. Ya vamos —respondí, sentándome en la cama.
Los tres nos dirigimos a la cocina. Rich y yo comenzamos a preparar el desayuno.
—Pásame la mantequilla, por favor —le pedí a Richard, quien, en lugar de dármela directamente, aprovechó para inclinarse y darme un beso rápido.
—¡Rich! —protesté, riendo.
—¡Dime! —respondió con una sonrisa.
—¿Por qué se besan tanto? —preguntó con curiosidad.
—Ehhh por qué... Ya está el desayuno no tienes,hambre —respondí desviando un poco el tema.
—Siii, mucha hambre —pronuncio rápidamente.
Antes de llevar los platos al comedor no pude evitar lanzarle una mirada a rich por todo lo ocurrido, y tan solo sonrió sin más.
Después de desayunar, Chrystin se acercó a mí con una mirada seria.—Quiero hablar con mamá —dijo suavemente.
—Claro, cariño —respondí, tomando mi celular y marcando el número de Hellen.
Habló animadamente con su madre durante unos minutos, contándole todo lo que habíamos hecho. Cuando terminó, tomé el teléfono.
—¿Cómo está mi papá? —pregunté directamente.
—Más estable hoy, Adele, pero insiste en que no quiere seguir en el hospital —me respondió Hellen con tono preocupado.
—Haré lo que pueda para convencerlo de quedarse un poco más. Gracias por todo, Hellen.
—Ya es hora de ir al hospital y cumplir con nuestro trabajo.
Al llegar al hospital, Chrystin corrió hacia Hellen, quien ya nos esperaba.
—¡Mami! —gritó la pequeña mientras se abrazaban fuertemente.
Sonreí al verlas juntas, pero no me detuve demasiado. Aproveché para enviarle a Izzie una foto de mi mano con el anillo: "Buenos dias" Luego guardé mi celular en el casillero y me cambié.
Primero visité a mi padre, quien lucía algo más animado. Collins me esperaba en su oficina.
—¿Cómo está? —pregunté directamente.
—Adele, no quiero endulzar la verdad: el cáncer está avanzando rápido. Solo podemos enfocarnos en su comodidad.
Asentí, agradecida por su honestidad, aunque sentí el peso de esas palabras en mi pecho.
Luego, me dirigí a urgencias, donde los residentes trabajaban en diversos casos. Los supervisé de cerca y, al ver que todo estaba bajo control, les di un pequeño descanso.
Finalmente, fui al café con Tony, Miranda, Maggie y Johnny. El aire fresco acariciaba mi rostro mientras disfrutaba de un espresso.
—¿Y ese anillo, Colega? —preguntó Maggie de repente, señalando mi mano.