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Aeryn

 —Buen día, Gertrudis, buen día, Mayrabel —canturreo, entrando en el refugio.

Tanto Gertrudis como Mayrabel me ignoran después de lanzarme un vistazo con sus grandes ojos felinos. Los ojos de Gertrudis son grises y combinan con su pelaje, pero los de Mayrabel son cafés y tiene un pelaje esponjoso y blanco. Si fueran humanas, me las imagino como dos ancianas amargadas y gruñonas; Gertrudis con cabello gris y Mayrabel con cabello blanco, y ambas se reunirían todos los días a tomar un brunch y a hablar mal de sus nietos.

Pero la realidad es que son dos gatas ancianas amargadas que se reúnen todos los días a comer su desayuno y a maullar en los techos como si estuvieran criticando a sus nietos.

Eso es escalofriantemente adorable.

—Buenos días, Carlota —saludo a una gata más joven que está enterrando sus uñas una y otra vez en un gran rascador color magenta.

—Buen día, Aeryn —me saluda Victoria, una tierna anciana que maneja el refugio para gatos CDGAF (Casa de gatitos amorosos y felices) en el que soy voluntaria desde hace pocos días.  

—Buenos días, Vic —uso su apodo mientras dejo mi bolso oculto en la recepción.

A diferencia de los otros días, hoy no estoy usando mis típicos vestidos y tacones, sino uso una camiseta con el logo de Wild American en ella, unos pantalones de chándal y unos tenis. No es muy recomendable venir con un vestido Chanel y zapatos Loubutin si al final del día voy a terminar cubierta de pelo de gato.

Vic me sonríe, entregándome un delantal rosa con dibujos de gatitos esparcidos por doquier. Es el único uniforme del lugar. Le sonrío de agradecimiento y me acerco al patio, donde se encuentran la mayor parte de los gatos.

Es el paraíso para mí.

Hace cuatro años encontré este lugar mientras caminaba por las calles abarrotadas de Manhattan. Me llamó la atención porque es una casa estilo victoriana entre dos de los edificios más grandes de todo Manhattan, despertando mi curiosidad de inmediato. Además de que era el único edificio que no estaba lleno de gente o era extremadamente moderno, me llamó la atención su letrero colorido y el nombre tan adorable. Aquí adopté a mi dulce Magdalena y fui una donadora anónima por mucho tiempo, pero siempre quise ser voluntaria, solo no había encontrado el tiempo suficiente para hacerlo.

Ahora que estoy desempleada, tengo tiempo de sobra para venir aquí y alimentar gatitos mientras puedo.

Desde hace más de una semana he venido aquí todos los días y eso me hizo darme cuenta que la única donante soy yo, además de una anciana que vive en un edificio cerca de aquí y viene a donar algo de comida cada dos días.

Eso me puso tan triste, por lo que destiné más dinero para mantener a todos los gatitos, aunque Vic no lo sabe. Para ella, soy solo una voluntaria universitaria que intenta hacer una buena acción.

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⏰ Última actualización: 14 hours ago ⏰

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