–Me encantó, este anillo es hermoso, cómo decoraste este lugar y todo lo que hiciste me encantó, esto si es una digna propuesta de matrimonio. –sonrió.
–¿Que? ¿No te gusto la primera propuesta.–dijo en modo de broma.
Sanji no pudo evitar reir.
–Claro que si, ¿pero cómo voy a presumir eso?
–Tienes razón, esto es más lindo.
Si bien no se encontraban en un restaurante costoso, o en algún viaje en otro país, Zoro se había esforzado en sorprenderlo, simplemente se habían hecho amantes de lo sencillo, el peliverde le organizo una deliciosa cena en la cocina de su casa, gracias a lo que Sanji le habia enseñado pudo darle una digna cena, cambio el color de las cortinas por un tono vino, puso algunas velas, la luz era tenue, la vajilla era muy elegante, algunas rosas y de fondo se podía escuchar una canción que siempre que la escuchaba se acordaba de Sanji.
Tardo algunos días para poder darse una idea de lo que haría, no sabia si llevarlo a algún restaurante o algo por el estilo, pero Sanji no era muy fan de comer fuera, ademas querian privacidad por lo que prefirió hacer algo más íntimo y que mejor que en casa, trato de encontrar el mejor momento para que Sanji saliera y no se diera cuenta de lo que planeaba y no se le ocurrió mejor idea que pedirle ayuda a Reiju, a quien le pidió que se llevara al rubio y que lo mantuviera ocupado todo el día, al regresar Sanji pudo encontrarse con una sorpresa.
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Momentos antes de que Zoro le entregará ese bonito anillo, mantenia sus manos debajo de la mesa, se sentía muy nervioso, lo tenía listo para mostrárselo pero antes trataba de encontrar el momento perfecto y pensar bien en lo que diría, no quería arruinarlo.
–Ahora que lo pienso ¿alguna vez cocinaste para mi?–preguntó Sanji mientras observaba la comida, ambos estaban sentados frente a frente mientras hablaban.
–La verdad es que no lo recuerdo, Tashigi siempre se encargaba de eso.
Trato de ser lo más tradicional posible, pero comenzaba a sentir que había exagerado al ponerse un traje un poco más elegante que los que usaba en su antiguo trabajo, al fin se sentía listo para entregar el anillo, junto de valor y se puso sobre una de sus rodillas mostrandole aquel objeto, sus manos temblaban y frente se comenzaba humedecer por el sudor, mientras que el rostro de Sanji se había iluminado, una enorme sonrisa apareció y sus ojos estaban llorosos, lo habia tomado por sorpresa.
–Sanji, ¿Q-quieres casarte conmigo?–se trabó un poco.
El rubio al escuchar aquellas palabras no había podido evitar llorar mientras sonreía, en repetirás ocasiones asintió con su cabeza, después rápidamente acepto.