ENTRE NOSOTROS//OMEGAVERSE

03

Zoro estaba sorprendido, no sabia que responder porqué no creía que fuera posible la existencia de un Omega sin olor, nunca había escuchado algo parecido.

¿Pero cómo que no tiene olor? si lo estaba oliendo justo ahora.

Tampoco sabía que era posible un Alfa sin olfato pero míralo ahí, sin saber relacionarse con la gente por el miedo al rechazo cuando se enteraran que era un fallo en la naturaleza.

Salio de sus pensamientos y se centro una vez más en el rubio.

–¿Cómo que no tienes olor?–preguntó con curiosidad.

–N-no, bueno, toda mi vida me hicieron saber que no tenía un olor, mis fermonas...no las pueden oler.

–Pero yo pudo olerte además, la noche que te encontré pude notar que estabas en celo.

–¡¿tu lo notaste?!–lo tomo por el cuello de su camiseta.

–¿Porque te sorprende? Más bien, me debería sorprender más a mi, ya que yo soy...un Alfa sin olfato, se supone que no te puedo oler.

–¿que mierda? ¿Un Alfa sin olfato? Eso es nuevo.–lo soltó.

–Muy pocas personas lo saben, es algo vergonzoso...

–Tranquilo, al parecer tenemos algo en común,  yo no tengo olor y tu no tienes olfato, pero aún así puedes olerme.

–Cambiando de tema, no te he preguntado tu nombre...¿tu te llamas?

–Sanji.

–¿Sanji...?

–Por ahora solo Sanji.–respondió.

–Bien, por ahora solo Sanji, ¿te dedicas a algo?

–Tu respondeme algo primero, ¿porque me recogiste? Pensé que los riquitos como tu no se apiedaban de las pobres almas cómo yo.

–Ya te lo dije, te seguí por tu olor, pero no imagine encontrarte en ese estado, ¿Estas bien?

La expresión en el rostro de Sanji cambio, tal vez era algo difícil de hablar, por lo que era mejor cambiar el tema.

–Bien, no hablemos de eso ahora, mejor dime a que te dedicas.

–Trabajo con mi padre en su restaurante, las cosas con el son complicadas por lo que cada día se vuelve más difícil vivir con el.

A la mente de Zoro llego una idea, que en su cabeza se escuchaba perfecta.

Tal vez solucionaría sus problemas con su padre o tal vez no, pero tenía que intentarlo, aunque fuera arriesgado.

–¿Que te parece trabajar para mi?–dijo entusiasmado.

–¿Trabajar para ti? ¿En que?

–Finge ser mi pareja.

–¿Que? ¿De que hablas?

–Si, te pagaré por ello, cada semana, como en cualquier otro trabajo.