26091750
Jungkook mantuvo la mirada en aquel chico en el altar. Escuchaba pero no oía, estaba en un estado de disociación que llamaba la atención de cualquiera que lo viera. Sus manos temblaban un poco sosteniendo aquella biblia vieja de su padre que provocaba en él una sensación de pesadez pero a la vez tranquilidad. Era como una guerra en su interior pensando si lo que había sentido ese día con la señora Jung era real o quizás solo lo que pasaba con Taehyung.
— Muchacho —musitó aquel hombre codeándolo.
El menor desvió la mirada al instante hacia él como si aquellos ojos le rogaran que lo ayudara a entender qué hacía ahí.
— Juan 8:44 —susurró, dándole el versículo exacto para que pudiera leerlo.
El castaño tragó saliva observando a todas aquellas personas a su alrededor prestándole total atención pero, ¿por qué sentía que lo juzgaban? Sus miradas eran crueles, frías y calculadoras, se sentía débil y vulnerable. Necesitaba a su madre.
— V-vosotros... —carraspeó su garganta tratando de aumentar el tono en su voz— sois de vuestro padre... Satanás —su atención quedó paralizada en aquella parte de la lectura, parecía una broma mal hecha pero, no—, y los deseos de vuestro padre queréis hacer, él ha sido homicida desde el principio... —tragó saliva recordando todas aquellas imágenes como si fuesen dibujos pintados sobre lienzos— y no ha permanecido en la verdad porque no hay verdad en él...
¿Mentiroso?
— Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso y padre de mentira —bajó su tono de voz quedándose inmóvil sintiendo su cuerpo temblar.
El hombre a su lado notó la duda en el rostro de Jungkook, el temblor en sus manos y la vacilación en su voz. Con una leve inclinación, tomó la Biblia de sus manos, con la intención de ayudarlo a continuar con la lectura.
— Porque es mentiroso y padre de mentira... —repitió el hombre con voz firme, pero al levantar la vista, su ceño se frunció en confusión, sin entender el miedo o quizás... anhelo reflejado en los ojos de Jungkook.
Jungkook, en cambio, lo veía claro. Allí, al frente, sentado con total elegancia, estaba Taehyung. Su presencia era inquietante, irradiando un aura de poder que no pertenecía a un simple mortal. Su piel era tersa, casi irreal, y sus ojos de fuego parecían brillar con un fulgor sobrenatural. Una sonrisa traviesa jugaba en sus labios mientras tamborileaba los dedos sobre el brazo del banco con absoluta confianza. Las finas joyas que adornaban sus dedos y muñecas parecían reflejar una luz inexistente, como si destellaran con vida propia.
Nadie más parecía notar su presencia. Solo Jungkook. El aire se tornó pesado, y su respiración se volvió errática. Sabía que debía apartar la vista, ignorarlo, pero le era imposible. Taehyung inclinó la cabeza levemente, con una diversión oscura en su expresión, como si estuviera llamándolo.
— El que es de Dios, las palabras de Dios oye... —logró continuar el hombre, pero Jungkook apenas lo escuchaba. Algo dentro de él le decía que debía levantarse, que debía seguirlo.
Entonces, Taehyung se puso de pie. Su sola acción parecía mover el universo, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos. Extendió una mano hacia Jungkook, sin necesidad de palabras, y como si estuviera encantado, él se puso de pie.
Las puertas de la iglesia se abrieron por sí solas. Nadie se inmutó, nadie lo detuvo. Sus pies avanzaron sin que él lo ordenara, como si estuviera caminando sobre nubes. Todo a su alrededor se volvió irreal, onírico, como si la brisa de la tarde lo meciera en un sueño eterno. Los vitrales proyectaban colores suaves que danzaban en su piel, como si la iglesia misma estuviera bendiciendo su partida.
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𝐒𝐀𝐓𝐀́𝐍 | Taekook
Fiksi PenggemarEn el momento en que te pones de rodillas, sientes tus ojos llenarse de lágrimas y pides misericordia a aquel ser omnipresente sientes que todos tus pecados son bañados con agua bendita de las preciosas manos del "Señor". Ruegas por piedad y das las...