«Adrenalina, y vecinos raros»

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Cartorce.

Llegamos a una gran casa, ubicada en un lindo y tranquilo barrio, en Sydney. Estaba un tanto aburrida de ir de aquí para allá, pero tenía claro que así era como se movía Justin y con él quería estar.

Un gran detalle; la casa, estaba completamente vacía.

Y cuando digo que completamente vacía, es porque enserio estaba vacía. Lo único que había era... bueno, piso, paredes, ventanas y el mueble donde lavabas los trastes en el centro de la cocina.

El lugar era perfecto para una familia. No para dos jóvenes como nosotros, pero por él me adaptaría hasta en una caja. Aun así, miré a Justin con la boca abierta. Estaba cansada, quería darme una ducha, y dormir toda la noche plácidamente. Pero no tenía en donde dormir.

Ahora venía la reacción Collins. Me giré con ambas manos puestas en mi cintura. Teniamos las maletas justo en medio de lo que, con muebles, podría ser el living.

—¿Dónde vamos a dormir?

Observé como intentaba reprimir su risa.

—Uhm ¿quieres que te lleve a un hotel? —Me sonrío.

—¡Justin!

—Mira, es solo por esta noche. —Se acercó rápidamente a mí y me tomó ambas manos. Se llevó mis nudillos a sus labios y besó suavemente mi piel. Solté un suspiro.

—Te prometo, que mañana te tendré viviendo como una princesa, muñeca.

Sonreí levemente mientras negaba con la cabeza.

—Porque estamos aquí...—susurré mirándolo a los ojos. Mis palabras eran una pregunta, pero mi tono no fue como tal. Él me miró a los ojos y se lamió los labios. Demonios, ese gesto era tan malditamente sexy. Recordé como hace tan solo unas veinticuatro horas estábamos haciendo el amor.

Había soltado que lo amaba. Me sentía bien con eso. Él lo había dicho por primera vez, y ahora, luego de mucho tiempo, lo reconocía yo primero. Lo mejor había sido que él me había respondido que me amaba también.

—Porque nuestra vida en Milán y en Cabo verde fue un desastre. Por los chicos. Por... porque simplemente tenía que sacarte de allí. —Agregó lo último en voz tan baja que dude en si había oído lo que oí o no.

—¿Sacarme de allí? —él tragó.

—Mira muñeca... cuando Dominic—, lo interrumpí.

—Espera espera. ¿Dominic?

—Seré directo, ¿bien?

—Bien.

—Cuando Dominic te secuestro lo encerraron y todo eso. Le agregaron más cargos y le dieron un total de ocho años. —se encogió de hombros. —Emily desapareció de nuevo durante un tiempo, y Cassandra viajó a Milán para darme la gran noticia de que Emily ayudó a Dominic a escaparse de una cárcel en Canberra, y se irían juntos a Italia a buscarme.

Cerré mis ojos un milisegundo y luego los abrí lentamente, levantando las cejas y sintiéndome mareada.

—Necesito un sofá, me siento mareada. —le dije.

—Aquí estaremos bien. Te lo aseguro. —Me senté lentamente en una pequeña escalerita que había. Eran apenas dos peldaños, para poder bajar a un cuadrado gigante de unos cuatro metros por cinco metros que sería el living.

—Steve Robinson aún debe estar buscándote.

—Lo solucionaré. —Me dijo sentándose a mi lado. Me acarició las mejillas, y me besó durante un par de segundos. Lo miré a los ojos, y lamí mis labios luego del maravilloso beso que me dio. Suspiré, y lo acerqué a mí para abrazarlo. Cerré mis ojos y descanse mi cabeza en su hombro. Inhalé su aroma, para después enterrar mi nariz en su cuello. Le di un pequeño beso, y él sonrió. Cuando nos separamos, miré la hora en mi celular. Eran las once y media, y estaba literalmente muerta.

BANG ll: Explosion of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora