«Sólo tú y yo»

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Trece.


Quería ir a Sydney. Justin, quería ir a Sydney. Demonios, eso era ir y meterse en la boca del lobo. Poner las manos en las esposas de Steve Robinson. Caer en el agujero, volver a recordar.

Se le había metido esa estúpida idea en la cabeza, y sabía que había algo que no me estaba contando. Quería ir a Sydney por algo, y aún no averiguaba qué. Dios... pero, ¿quién era yo para impedírselo?

¿Existiría alguien digno de resistirse a él? Estaba tan enamorada. Tan ilusionada. Tan enterrada. ¿Cómo negarme a él? Creo que jamás podría. Miré sus ojos. Tan profundos, tan hermosos, tan... dulces. Tenía una mirada tan hipnotizante, que al momento en que lo veía bien estaba jodida. Él me dio una pequeña sonrisa. No pude evitar, sonreír también.

—Vayamos muñeca. —Susurró. —Sólo tú y yo. A Sydney. Una nueva aventura.

Digamos que, él no era de los hombres que permanecían en cierto lugar. Ya llevaba un mes fuera de casa, y había hecho cosas que no creí que haría y había pasado por dos países. Sinceramente se me acababa el dinero y las opciones. En este mes había pensado muchas veces en Justin, teniendo una vida normal. Tal vez, una vida de fiestas, universidad, y esas locas cosas.

Pero no, el simplemente no era así. Construía su propia rutina, su propio mundo. Justin estaba hecho... como para otro planeta.

—Si. —Sonreí.

—Sin nadie más. —Advirtió en voz baja.

—Sólo tú y yo, Justin. —Le murmuré.

Estábamos solos en casa. Había pasado una semana y media desde el accidente de los chicos y toda esa mierda. Gracias al cielo Damon no se había complicado, pero seguía estando en reposo, en la clínica. No habíamos tenido problemas y todos agradecíamos eso. Adam tenía su herida bastante bien. Despertó esa misma noche, en la madrugada. Ya le habían cosido la herida y para ese entonces se mareaba un poco, pero ahora estaba bien. Progresó muy bien. El más jodido había sido Damon. Justin tan solo tenía una venda en su brazo para que su piel terminara de cicatrizar.

Megan había llevado a Adam a la clínica de su amigo para que le quitaran los puntos.

Justin estaba sin camiseta. La ventana del gran balcón estaba abierta. Se había levantado a fumar un cigarrillo. La canción Gravity de John Mayer sonaba de fondo en la habitación. La cama estaba perfectamente ordenada a pesar de que estuvimos recostados allí. Me pasee por la habitación. Estaba usando unos leggins azul oscuro, y un lindo sweater de lana, tejido, de color beige. Estaba descalza. El sweater era grande. Era de mi talla, pero el modelo era como si fuera dos tallas más grande. Tenía cuello redondo, cubría parte de mi trasero y las mangas me llegaban hasta casi los dedos. El día estaba nublado. Perfecto para simplemente quedarse en casa, en la cama, viendo películas y bebiendo café. Tal vez, perfecto para leer un libro.

Justin se giró para mirarme. Usaba pantalones oscuros, y también estaba descalzo. El humo de su cigarrillo entro un poco, dándole una imagen como la de una película. Me sonrojé cuando él me pilló mirándole. Y teniéndolo allí, semi desnudo, luciendo tan ardiente, luciendo tan malo, me pregunté. ¿Qué hice para tener a un hombre como a él a mi lado? Estaba claro que no era lo mejor. Pero simplemente, era lo que necesitaba para respirar. Como, mi propia adicción. Una exclusividad. Yo me seguía perdiendo en cada uno de sus detalles. Entró, con el humo del cigarrillo siguiéndole. Se sentó en la cama, y se tiró hacia atrás. Finalmente se sentó de nuevo, tomando otra posición, apoyado en el marco de la cama. Tomé mi pequeño diario, y corrí para acostarme junto a él. Me coloqué a su lado.

BANG ll: Explosion of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora