«A comenzar de nuevo»

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Capitulo veintidós.


Me desperté con la calidad de Justin rodeándome todo el cuerpo. Me removí suavemente topándome con su rostro. Dormido parecía como un ángel. Su pecho desnudo subía y bajaba suavemente y no pude evitar pasar la yema de mis dedos por ahí.

Toque la suavidad de la piel de su pecho. Mis dedos recorrieron el contorno del tatuaje de una cruz justo en medio de él. Por la corona, y por unos números escritos en romano.

Dios, me derretía por su pecho.

Era tan sexy. Y sus brazos. Me encantaba toda su anatomía. Pasee mi mano por todos lados, como si esta no acatara órdenes de mí cerebro y solo se concentrara en tocar cada parte del cuerpo de Justin. Suspiré, y me apreté contra él. Me sentía tan bien. Tan... libre. Estar desnuda a su lado me encantaba. La fuerte luz del sol entraba sin piedad por la ventana iluminando todo el lugar. Y haciéndome ver que ya debía levantarme. Me salí entre las tapas con sumo cuidado y cubrí a Justin hasta la mitad de su abdomen. Se dio una vueltecitas como un bebé y se quedó quieto al abrazar una almohada. Sonreí y me fui al cuarto de baño.

Eran las diez de la mañana. Me dolía un poquito la cabeza y sabía que era debido a los chupitos que tomé noche anterior. Me di una ducha rápida, y como ya hacía un calor de infiernos me coloque unos shorts blancos, con una blusa de color rosa claro algo transparente y un bléiser blanco al cual le arremangué las mangas. Me coloqué pantuflas porque después de todo no saldría de casa, o eso suponía.

Cuando salí de esa habitación que llamaba armario, Justin estaba sentado en la cama con sus pantalones puestos y sin camiseta. Se levantó en cuanto me vio y me regalo una de esas sonrisas que me hacían retorcer involuntariamente.

—Buenos días. —sonrió. —Te vez preciosa.

¿Por qué me sonrojaba?

Me dio un tierno beso en la frente, y acomodó un poco de mi cabello húmedo hacia atrás.

—Buenos días. —susurré.

Luego de eso le dije que tomara una ducha y aceptó sonriente. Decidí intentar preparar algo bueno para desayunar, aunque en la cocina era un asco. Cuando no supe como mierda encender la jodida cocina desistí y me fui a mi habitación. Hoy, esa mujer que tanto adoraba y hacia todo por mi no vendría, por lo que hice mi cama mientras esperaba a Justin.

Él salió del baño quince minutos después vestido con su ropa del día anterior y con el cabello húmedo. Le sonreí.

—¿No quieres ayudarme con el desayuno? No sé prender la cocina.

Lo miré desde la cama. Él se echó a reír.

—No hace falta que me lo digas. Eso ya lo sabía. —dijo aun sonriendo, y acercándose a mí. Me tomó por el mentón y plantó un suave beso en mis labios.

—¿Qué quieres comer?

—¿Necesitas ayuda? —pregunté suavemente.

—No quiero que te quiebres las uñas, Leah. —contestó riendo. Me hizo reír a mí también.

—Oye, no soy tan así.

—Así me encantas. —respondió. —¿Muñeca?

—¿Si?

—No me contestaste ayer. —se giró para mirarme.

—¿Qué cosa? —me hice la tonta. Él sonrió y estiró la mano para sacar una margarita de un florero cerca de él. Que estaba en mi mesita de noche. Se acercó más a mí, y me tendió la flor. La tome sonriendo y le miré.

BANG ll: Explosion of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora