El escape

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Corro por el jardín delantero lo más rápido que me permiten mis piernas remendadas. Una sensación vigorizante me invade de pies a cabeza.

Estoy a un paso de ser libre. Tengo una oportunidad. No voy a desperdiciarla.

Siento un revoltijo en el estómago cuando escucho pasos tras de mi. Después, unas manos aferrándome por la espalda. En lugar de resistirme, me dejo llevar, de esa manera caemos Erik y yo al piso, le doy puñetazos, patadas, codazos, rasguños... indiscriminadamente, como una salvaje. Él me da una cachetada, pero sigo peleando sin detenerme, sintiendo que estoy cobrando venganza por todo lo que hizo.

Le doy un golpe en la nariz, que comienza a sangrar, dejándolo sin visión momentáneamente, me suelta un poco, alzo el vuelo y no puede atraparme de nuevo. Sin embargo, comienza a gritar.

-¡EMERGENCIA! ¡EMERGENCIA- una luz roja cubre todo el cielo, parpadea al tiempo que hace un sonido exasperante y sin interrumpirse.

Con las emergencias, las puertas se cierran. Ni siquiera puedo verlas pero escucho el estruendo de la enorme puerta de metal. Estoy atrapada. Sin embargo, atino a mirar el cielo, cubierto por un domo de vidrio, por un momento, pienso que será del mismo cristal de mi caja, pero después, recuerdo que, debido a la alta seguridad, la caja que me mantenía cautiva no permitía la entrada de oxígeno, por lo que tenía numerosos agujeros. Este domo no tiene fisura alguna. Está termo-regulado para mostrar un cielo azul perfecto durante el día templado, y uno hermosamente estrellado con luna llena todas las noches. No hay nubes. No hay lluvia. No hay calor excesivo. No puede tener agujeros.

Busco el edificio más alto posible, vuelo hasta la punta. En el techo, paro un poco a descansar, mis brazos comienzan a agotarse. Vuelo hacia el techo de la ciudad y lo estrello con mi bolsa. Una y otra vez.

"Olvídalo, es a prueba de balas... eso y cosas más fuertes" dice una voz en mi subconsciente.

-¡NO ES CIERTO!- le grito a la voz. Los agentes de policía han comenzado a subir en mi búsqueda.

"Es tu último día de vida"

-¡YA LO VEREMOS!

"¡Eres mía! ¡Yo te controlo!"

-¡MIENTES!- un policía ya ha subido casi a mi altura, con ayuda de una soga, yo apenas he hecho una grieta en el cristal.

Otro policía me toma del brazo. Me lo sacudo con fuerza y les doy a ambos un golpe con la bolsa. Se desestabilizan y van de un lado a otro. Ya hice una pequeña fisura.

"Deberían estar orgullosos de tener esta oportunidad" "Se los advertimos" "Los veremos al despertar" "Somos lo que somos, debemos actuar como Lepidoptera" "¡La amaba! ¡La mataste!" "¡Te amo, Vanessa!" "Ella es la más hermosa" "¡No voy a tolerar que esos asquerosos seres me hablen al tú por tú!" "Mientras más jóvenes, más tierna la carne" "Tú eres la siguiente"......................................

¿Qué? ¿Dónde estoy? Pareciera que todo lo veo a través de una neblina. Un hombre intenta tomarme del brazo, sin pensarlo, le doy un golpe, se balancean de un lado al otro. Yo estoy parada en un borde de metal, a miles de metros de altura, con un bolsa en la mano. ¿Qué se supone que hago?

En ese momento me volteo hacia el cristal y veo a Raul. Me mira con sus inescrutables ojos marrones. -Ven conmigo. Confía en mi- extiende su mano hacia mi. Parece tan inocente que tengo la tentación de seguirlo. - Respóndeme, Vanessa- sonríe levemente.

-¡NO!- le doy un golpe con la bolsa, tan fuerte, que miles de cristales hechos añicos vuelan por el aire. Soy libre. Salgo volando y sintiendo el fresco aire otoñal.

Vuelo lo más rápido que puedo, desesperada por alejarme de la ciudad Homo, se escucha un pequeño estruendo y siento una punzada en el brazo derecho. Sin poder seguir volando. Caigo entre los árboles, rasguñándome con las ramas y llenando mi boca de hojas secas. Intento en vano sujetarme de algún lugar, sin otra opción, caigo cuan larga soy en un montón de hojas y pasto, siento que no puedo moverme. Y apenas levanto la cabeza, todo mi cuerpo me reclama dolorido.

Un ardor en mi espalda, justo en medio de los omóplatos, llama mi atención. Con dificultad, llevo el dorso de mi mano a la zona dolorida y la descubro llena de sangre caliente.

Al siguiente momento, veo una luz, instintivamente, me arrastro hacia unos arbustos e intento ocultarme de los Homo, que al poco tiempo aparecen con linternas, Erik va con ellos.

-No comprendo por qué demonios no la mataron- escucho su voz más furiosa que nunca- sería un peligro si sobreviviera.

-¡Es una mariposa, hombre! ¿a quién lastimaría?- alega uno de los policías, quizá harto de los reclamos del chico- además, le dimos en el brazo, si no puede volar, no sobrevivirá mucho tiempo.

-Deberíamos irnos, el bosque nunca ha sido mi lugar favorito- dice otro policía, algo intimidado.

-Yo no me iré hasta encontrarla- dice Erik.

-¡Cómo quieras hermano, ¡Piérdete!- le grita el primer policía.

-¡No podemos dejar a un ciudadano aquí, estúpido!- dice el otro.

-No pienso esperar a que se quede aquí, buscando a su mascota.

Escucho un aullido a lo lejos, inconfundible. Se trata de un Canis Lupus... los Homo los llaman "lobos". Que tienen piel con mucho vello, colmillos enormes, orejas puntiagudas, ojos brillantes y amarillos y son musculosos... claro, son carnívoros.

Perdida como estaba, en mis pensamientos, no me doy cuenta de que los policías se han ido y Erik busca en la oscuridad. Otro aullido, más cerca, y el Homo se acobarda un poco. El siguiente aullido se escucha a unos metros apenas. Me aterrorizo al darme cuenta que es mi sangre lo que los atrae. Sin pensar, me abalanzo sobre Erik de entre las sombras. Se sorprende tanto, que no reacciona, mojo su camisa con mi sangre, y salgo corriendo en dirección contraria a los aullidos, con tan mala suerte, que termino rodando por una pendiente llena de rocas. Alcanzo a escuchar un grito de Erik mezclado con gruñidos y gritos de furia, espero que lo maten.

Al final de la pendiente, me espera un lecho de pasto y hierbas secas, que es donde me quedo sin mover un músculo, cada vez más consciente de lo dañada que estoy, mental y físicamente.

Cualquiera habría pensado que estoy nostálgica en este momento, que quiero volver con mi familia, mis hermanos, Naina, Hugo... Albrecht.

Pero lo que menos quiero en este momento, son dos cosas: Volver con los Homo y volver con mi familia. ¿Qué quiero entonces? Ni idea.

Creo que quiero desaparecer, no me queda otra opción. Se deja oír otro aullido a un kilómetro a la redonda. No falta mucho para que los Canis Lupus lleguen conmigo. Sin más ánimos- ni capacidad- de seguir escapando y corriendo, me sumerjo en un profundo sueño.

Por primera vez en semanas, no aparece ningún Homo en ellos que intente asesinarme.


Publicado el 11 de septiembre de 2015.
Editado el 9 de agosto de 2016.

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