Los Magnusson

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Despierto de nuevo en mi caja de cristal, pero ahora no tengo que esperar a que lleguen las respuestas y se materialicen en mi cerebro, cuando despierto ya están ahí.

Pero me sorprende ver que no estoy sola en la caja, alguien está a mi lado, con un paño y un cuenco de agua, humedece mi frente, al abrir los ojos, noto que se trata de Mildred, ella me sonríe.


-Cómo siento lo del estofado... no pensé que pudiera afectarte tanto- comenta mientras sumerge el paño en el agua- a fin de cuentas... no son de la misma especie, pero tú eres muy defensora de la vida ¿no?


-A mí no me importa que seamos de grupos distintos, ni tampoco que él fuera un Animalia y yo una Insecta.


-¿Ani... qué?


-Animalia


-Creo que ustedes denominan las cosas de diferente manera de la nuestra ¿a las "especies" le dicen "grupos", ¿no?


-Sí.


-¿Tú que eres?


-Una Lepidoptera.


-¡Vaya! son complicados, para mi eres una mariposa.


-Suena mejor.


-¿Y yo que soy?


-¿Ustedes? Los conocemos como Homos.


-Entre nosotros nos llamamos... humanos, personas, o gente... hay varias maneras.


Un portazo interrumpe nuestra conversación, se trata de Erik.


-Mildred, yo me encargaré de ella, mientras tanto, será mejor que vayas a recoger un poco: mi hermano llega mañana de la universidad, mis padres lo traerán.


-Enseguida señor- dice Mildred, levantándose rápidamente, me dirige una sonrisa antes de cerrar la puerta tras de sí.


-Entonces, mariposa...


-Me llamo Vanessa.


-Eso no importa- dice él con prisa- antes que nada, quiero saber si todos los insectos pueden hablar.


-Sí.


¿Y los animales?


-No lo sé... nunca he hablado con uno.


-Eso tiene solución.


Se marcha de la habitación, intento abrir la puerta de mi caja, pero es imposible, él regresa antes de lo que yo hubiese querido, pero no está solo, trae consigo a un niño de unos doce años, la saliva le chorrea por las comisuras de los labios, su cabello tiene un tono cobrizo, muy largo y suave, ojos rasgados, la lengua de fuera y trae un collar como el que me puso cuando bajamos a la cocina ayer. Camina con las manos en el piso y apoyándose en las rodillas: un canis familiaris. Antes de que yo pueda hacer o decir nada, abre la puerta de la caja y deja entrar al niño.

InsectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora