El Araneae

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Tras nuestros desafortunados encuentros con los peores grupos yo estaba constantemente alerta y a la defensiva, no quería que perdiéramos a alguien más, ya fuera por nuestra estupidez o descuido, o mala suerte.

Seguimos corriendo, ya llevamos una semana fuera, pero no debemos estar lejos. De repente, nos encontramos con un cuerpo de agua, es demasiado grande como para cruzarlo de un salto, pero no sabemos nadar, ni siquiera eso nos enseñaron en la escuela. Nos estamos debatiendo sobre que hacer, es demasiado grande como para rodearlo, demasiado profundo para pasar caminando ¿Qué hacemos?

Todos comienzan a discutir en voz baja, pero yo me alejo del grupo, ¿Qué podríamos hacer?, apoyo mi cara en las manos, como no se me ocurre nada, acaricio mi uniforme, ojalá flotara, pero comprobé que no.

Este uniforme realmente no me sirve para nada más que para verse bonito, sus colores son demasiado llamativos como para camuflarme, su tela es demasiado delgada como para abrigarme, no es impermeable, brilla con el sol y me encandila, y estos estorbosos trozos de tela bajo los brazos...

¡Tengo una idea!, tengo que ponerla en práctica, y nadie me ayudará más que yo, eso lo se, todos los Lepidoptera son demasiado cobardes como para probar cosas nuevas.

Me alejo del grupo, e intento no pensar por unos momentos, lo cual es casi imposible, ya que todo esto parece tener un montón de inconvenientes.

Comienzo a correr y justo en el borde del cuerpo de agua salto y me elevo, abro mis brazos y los trozos de tela alargan mi caída, pero no voy a poder llegar, es demasiado largo, así que agito los brazos desesperada y lo logro. ¡Podemos volar! ¡Los trozos de tela "inservibles" son para volar!

Aterrizo ilesa en la otra orilla, estoy revitalizada, quizá no sea una Lepidoptera nata pero realmente nací para volar.

-¡Podemos volar! ¡Sólo salten y agiten los brazos!- les grito a mis compañeros, que me miran asombrados de lo que acabo de hacer.

Dentro de poco un chico al que no conozco se anima a hacerlo, se aleja del grupo, toma vuelo y se lanza, despega bien, le grito que agite las alas y él obedece, sin embargo deja de agitarlas demasiado pronto y cae en el agua justo en la orilla.

Me apresuro en introducir mi mano al agua para que él pueda tomarla y subir. Al salir del agua se resbala y cae encima de mi. Me mira muy avergonzado.

-Lo siento, creo que no calculé bien mi caída...- vuelve a resbalar.

-Descuida- digo, intentando ayudarle.

-¡Oigan tórtolos!- exclama William desde el otro lado- ¡Ahí voy!

Tal es su puntería que cae encima del chico que está sobre mi, al poco rato, Azael aterriza sobre William, en unos segundos soy la parte más baja de un sándwich de Lepidóptera, si bien todos son bastante ligeros, mi cuerpo no soporta el peso de tres más.

Por suerte dos muchachos que estaban conmigo en el salón de clases llamados Gerard y Andrew, son hermanos, llegan a la orilla y quitan a todos de encima de mi, Andrew incluso tiene el detalle de ofrecerme su mano para levantarme y me pregunta si no estoy lastimada.

Luego de la vergonzosa escena, ayudamos a levantar a los Lepidoptera que caen por doquier, a la orilla del río, sobre otros compañeros, en el césped, junto a las rocas, SOBRE las rocas... y por desgracia a un par también se los lleva la corriente.

Con el descubrimiento de las "alas" el viaje se vuelve mucho más rápido, recorremos kilómetros en minutos y estoy segura de que pronto llegaremos a nuestro destino.

A la distancia, diviso un extraño brillo, me pregunto qué será, ¿Una piedra pulida? ¿una gota de rocío? ¿el reflejo del agua brillando con el sol? No... pero, ¿es.................?

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