Otra caja de cristal

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Estoy muerta. Estoy completamente segura, siempre me imaginé que no habría nada después de la muerte, pero me encuentro en un lugar muy extraño, todo parece blanco e inmaculado, estoy en una caja de cristal, tan limpio y brillante que al entrar en contacto con la luz, me ciega por un momento.

El piso de la caja está acolchado, tiene en el extremo dos recipientes, con agua ambos, aunque es extraño, me muero de sed, pensé que dejaría de sentir hambre y sed en cuanto muriera, pero al parecer no es así, me levanto muy rápido, tanto que todo da vueltas en mi cabeza, termino por caer al piso nuevamente, me arrastro hacia el agua y bebo de la que está a la derecha, en cuanto doy un sorbo, la escupo, tiene un sabor empalagoso y repugnante, además está caliente, siento náuseas de nuevo y me recuesto, esperando que se me pase, la puerta de la habitación se abre y entra un chico, me resulta vagamente conocido, piel amarilla con aspecto enfermizo, delgado, cabello rizado, gafas...

Salto hacia la parte más alejada de la puerta, mi nueva caja de cristal es seis veces más grande que la anterior, el muchacho me mira fascinado y anhelante, es entonces cuando me doy cuenta de que no estoy muerta, pero me encuentro en una terrible vida.

El Homo se acerca a mi caja de cristal, saca un artefacto esférico (obvio) y lo inserta en un orificio aparentemente diseñado para el aparato, comienza a emitir unos extraños pitidos, lo saca de nuevo, aproximándose a otro artefacto que se encuentra en el escritorio de su habitación, inserta la esfera en otro orificio, en el aparato del escritorio se revela una pantalla brillante, en la que enseguida aparecen unas imágenes mías, el muchacho las mira de una a una, yo también puedo verlas, me veo demacrada, con los huesos de los pómulos muy prominentes, los brazos y piernas demasiado delgados y una expresión de miedo en la cara que no se puede disimular.

Mi captor se gira hacia mi, instintivamente miro hacia todos lados, examinando si tengo por donde escapar, viéndome decepcionada, la caja está completamente cerrada... pero si es de cristal... puede romperse como la anterior ¿no? Puedo romperla con alguno de los platos metálicos, los miro y calculo que son lo suficientemente pesados.

El Homo no me quita los ojos de encima.

-¿Estás intentando decirme algo?- murmura.

No muevo ni un dedo, no hablaré, no diré nada.

-Yo... sé que quieres decirme algo... darme una señal... por favor.- me dice como si fuese un bebé al que quiere enseñar a hablar.

Sale de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Ahora o nunca. Corro a volcar el contenido del recipiente, me mareo terriblemente, pero tal es mi adrenalina que apenas lo noto, lo tomo con toda la fuerza de la que soy capaz y la estrello contra el cristal. No funciona, no ocurrió absolutamente nada, intento otra vez, otra, otra, otra más. No funciona. No funciona.

Como una histérica, vuelco el contenido del otro recipiente y estrello ambos al mismo tiempo. Ni una diferencia. Más por la rabia que por la esperanza de salir, comienzo a golpearla con los puños, en ese momento, el chico regresa y me mira, no por ello dejo de golpear la caja, pero no intenta escapar o se enfurece, se acerca a mi.

-¡Espera!- paro mi ataque de claustrofobia para mirarlo con furia- Ni siquiera lo intentes, ésta es a prueba de balas... eso y cosas más potentes- no tengo ni idea de lo que son "balas" pero supongo que cosas mucho más fuertes que yo, deslizándome hasta el piso, con los almohadones mojados por el agua que derramé, comienzo a llorar.

El maldito Homo me mira sorprendido, se agacha hasta estar a mi altura y pregunta emocionado:

-¿Me entendiste? ¿en serio me entendiste? y estás... ¿estás llorando?

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