La manada

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Es difícil figurarme lo que haré ahora, supongo que Velkan está de acuerdo- e incluso quiere- que me quede. Quizá a ojos dorados tampoco le moleste, pero ¿Y los demás? aparte, ¿Cómo puede una Lepidoptera pedirle a unos Canis Lupus que la dejen quedarse como parte de la manada?

Ya fue todo un detalle que me dejaran con vida después de asesinar a Feram, pero podría utilizar lo que sé en su contra, pero...¿al hacerlo no metería en problemas a Velkan?
Por fin comienzo a comprender lo difícil que debió ser para Albrecht integrarse en el grupo, me pregunto si seguirá ahí... tengo que dejar de permitir a mi mente divagar así, aún no tengo un plan.

Pronto me llega una alternativa... pero es terrible.

Decido no perder tiempo, tomo mi bolsa y me adentro en la espesura, gracias al cielo, soy lo suficientemente ligera para no hacer tanto ruido, pero la carencia de experiencia me hace pisar algunas ramas con desatino, pasa bastante tiempo antes que vea por fin una presa correcta, se trata de un Scrofa, aunque no recuerdo su nombre en Homo, está bastante gordo y, a pesar de que el pelo resulta desagradable, quizá les guste a los lobos.

Guardo silencio mientras observo sus piernas cortas, que hacen aún más lento su rechoncho cuerpo, en su cara redonda destaca su enorme nariz y sus pequeños ojos apenas se distinguen, no me atrevo a mover un músculo, saco el cuchillo de mi bolsa. No puedo creer que voy a hacer esto, matar a una criatura indefensa es despreciable "es necesario" me digo a mi misma, "no hay otra manera en que les pruebes que serías una buena Canis Lupus".

El Scrofa se aleja pesadamente, ahora o nunca, mi brazo se extiende como si toda la vida hubiera esperado para ello y el cuchillo sale disparado con gran potencia si consideramos mi poca fuerza. Al menos lo suficiente para darle al Scrofa en el costado, el cuchillo se clava hasta el fondo, provocando que el pobre chille y se retuerza, termina cayendo al piso, corro hacia él sacando el otro cuchillo.

"Eres horrible, Vanessa, eres cruel" pongo el cuchillo justo sobre el corazón de mi presa, que se desangra poco a poco, "lo siento" trato de no pensar más mientras lo hundo con fuerza en su pecho, "listo" pienso "eres una asesina a sangre fría en todo el sentido de la palabra".

Desearía tener una cuerda, pero no se me ocurrió necesitar una al momento de la huida de la casa de los Magnusson, así que tengo que jalarlo hasta la entrada de la cueva, que por suerte, está apenas a un kilómetro, pero está tan pesado que al llegar a mi destino, ya comienzan a aparecer las estrellas.

Odio admitir que tiemblo de miedo cuando se avecina la hora en que la manada saldrá, no consideré el hecho de que puedan querer atacarme, pero tengo el cuchillo... vaya, realmente quiero arreglar todo con asesinatos.

Mi corazón palpita a mil por segundo cuando veo a Richard en la boca de la cueva, y me mira ahí, parada en medio de la oscuridad.

-¿Qué haces aquí?- pregunta, me alivia ver que no está furioso, sino confundido.

-No puedo volar- digo, mostrándole mi brazo herido aún.

-Oh, ¿y eso es nuestro problema?- pregunta la chica llamada Orfilia.

-No, pero quería pedirles algo.

-Dime- Richard parece extrañado.

-Me preguntaba si podría ser parte de la manada.

Todos se quedan en silencio, puedo sentir sus brillantes ojos recorriéndome de un lado para otro.

-Lo siento- dice Richard, aplastándome por completo- no dudo que sepas defenderte mucho mejor que cualquiera de tu grupo, pero no tienes lo suficiente para ser un Canis Lupus... además ¡¿Cuándo se ha visto?! ¡Uno no cambia de grupo solo de esa manera!

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