Catástrofe

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Maña será el primer ataque de este intento de rebelión.

Yo estaré en el grupo que irá al matadero a liberar a todos los Animalia y aniquilar a tantos Homo como sea posible, mientras el resto se encargará de deshacerse de una brigada de Humanisi que ronda cerca de aquí, en ese grupo estará Aureum, que ahora mismo duerme mientras abraza mi cintura.

Aureum suele dormir durante la noche, pero el resto del grupo de los Canis Lupus, debe acostumbrarse a esto, ya que los Pathera establecieron que atacaríamos a primera hora del día de mañana. Cuestioné si no era más prudente atacar durante la noche, cuando todos dormían y les era más difícil defenderse, pero simplemente se rieron en mi cara y me tildaron de cobarde.

No puedo dormir. No puedo evitar cerrar los ojos y vernos a todos muertos a manos de los Homo.

Me levanto cuidando no despertar a Aureum. Los cuerpos de agua no abundan tanto en Insecta como en Animalia, pero no tardo demasiado en encontrar uno de donde beber. Una vez saciada mi sed me empapo la cara.

-¿No puedes dormir?- desenfundo mi cuchillo, pero reconozco a Albrecht.

-No- respondo sentándome junto a él.

-¿No tienes nada más qué decir?- pregunta en voz baja.

-Si lo tuviera ya lo hubiera dicho.

-Mañana podrías no regresar, ¿estás segura que no quieres decirme nada más?

-¿Qué te gustaría escuchar?

Él suspira antes de decírmelo.

-Que me amas.

Me quedo en silencio unos segundos.

-Te amo.- Él acaricia mi cabello con timidez.

-¿Y lo dices en serio?

Ante esto prefiero quedarme callada. Albrecht gruñe con exasperación.

-Vanessa, no me siento bien. No te fui fiel del todo una vez que te fuiste. Besé a Naina... varias veces, me hubiera gustado que mi primer beso fuera contigo.

Mis manos tiemblan al recordar mi beso con Raul.

-También yo hubiera preferido que tú me dieras mi primer beso.

-¿Con quién fue el tuyo?

-Con un Homo- murmuro con asco. Él abre los ojos como platos- fue una distracción para escapar.

-Ya, no te imagino besando a un Homo por tu propia voluntad.

Consigue sacarme una sonrisa.

Pero desaparece cuando sus labios entran en contacto con los míos. Miro hacia el piso, consciente de que no sentí absolutamente nada.

-¿Estuvo mal?- pregunta él.

-No. Así puedo olvidarme de mi primer beso.

-Entonces ¿no te molesta que haya besado a Naina?

-No. Tú y yo no tenemos nada.

Me marcho de regreso a mi sitio para intentar dormir de una buena vez, sin sospechar que el corazón roto de mi amigo tiene más importancia en este momento.


Es el día.

Me ato el cabello bien tirante en la coleta del diario y reviso que mis cuchillos estén bien sujetos a mi cintura.

Albrecht no me dirige la palabra y Aureum está muerto de miedo.

-No estoy seguro de que pueda matarlos Vane... por más mal que hayan hecho.

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