El segundo despertar

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Apenas abro los ojos y todos mis compañeros me miran.

Al frente están mis hermanos, que lucen aliviados al ver que estoy viva. También está la chica a la que salvé, que se presenta como Naina y me da las gracias efusivamente, luego todos demandan una explicación sobre el Araneae.

Tengo que tomarme un minuto para poder recordar todo, a continuación les cuento casi todo, obviamente omito lo atractivo que era, cuando le pedí que me matara y otras cosas sin importancia.

Luego me toca a mi el turno de preguntar que sucedió luego de que me bajó de la red.

William me cuenta la extraña historia, al parecer todos se paralizaron de puro miedo cuando lo vieron bajar conmigo en brazos, ambos llenos de sangre, yo por los pinchazos y heridas y él por haberse cortado los brazos metálicos, tras esa dramática y escalofriante escena, él no les dijo nada y simplemente me puso en medio de todos ellos.

Luego de ambas narraciones, Azael me pregunta lo que yo menos habría esperado.

-¿Entonces qué opinas? ¿Lo dejamos venir con nosotros?

-¡¿Qué?! ¿Les pidió venir con nosotros?

-Si- responde Naina, y luego agrega- yo... creo que está bien, es muy guapo, y amable,  sólo es incomprendido.

-Bueno- respondo- Si eso dice a quién estuvo a punto de matar, por mi está bien.

Ella sonríe y yo le contesto la sonrisa, sin embargo, mil dudas se forman en mi cabeza.

-Pero lo enseñaremos a comer como nosotros- agrega Gerard, quién al parecer ha tomado el control del grupo.

-Y a volar- dice William.

-No creo que pueda volar- argumenta Andrew- sin embargo, seguramente es muy veloz, tiene las piernas muy largas, mientras nosotros volamos el puede seguirnos a pie... de hecho creo que podría cuidar a Vanessa.

-¿Cuidarme de qué?- pregunto indignada.

-No se si lo notaste, pero recibiste seís piquetes venenosos en los brazos- dice sarcásticamente William- no podrás volar por algún tiempo.

-Ugh, de acuerdo- respondo, resignándome, me desespera ser vista como débil- pero nada de cargarme, ni ayudarme, ni darme de comer en la boca, yo me las arreglaré.

-Cómo quieras- suspira mi hermano, exasperado.

Me incorporo, aunque sintiendo un dolor de muerte en los brazos, no lo demuestro, en un rincón del claro donde acamparemos, está sentado el Araneae, parece tímido y asustado, uno de mis compañeros se le acerca y le anuncia que puede venir con nosotros, también le expone nuestras condiciones.

El chico lo agradece con una sonrisa y todos se preparan para dormir, faltan solo unas horas para que oscurezca.

Usualmente los Lepidoptera dormimos en alguna cueva, todos encimados para darnos calor, ya que no nos molesta la cercanía de los nuestros, pero obviamente, yo soy diferente, y la primera noche que pasé así (Que fue exactamente hace una semana) no lo soporté:

Cómo mis hermanos ya sabían que me molesta la cercanía de los extraños, se pusieron uno a cada lado de mí, pero resulta que éramos tantos que poco a poco se fueron cerrando, yo me puse nerviosa y no dejaba de rodar de un lado a otro, así que William terminó por rodearme la cintura con un brazo para contenerme, lo cual me molestó en sobremanera, desde esa noche, yo duermo en algún árbol cercano, nadie reclama mi presencia y prefiero la soledad.

Pero esta noche, cuando salgo, no estoy sola.

El Araneae se aproxima a mi y me mira con sus bellísimos ojos verdes.

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