Fugarse del Hospital no es tan mala idea (parte 2)

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#MorningRoutineFRPC
#19DeAgostoDe2015

¡Y Tristen le había hecho caso! ¡A sus súplicas para que no la devolviera aún al hospital! La había escuchado, había dejado de masajear su corazón, esperando que el dolor de la pericarditis exhacerbada por haberse agitado al escaparse del hospital, remitiera un poco y se había inclinado a ponerle su chaqueta con mucho cuidado, casi como si esperaba que ella se rompiera. Y en ese momento era posible, Giselle estaba débil y llena de dolor, así que lo había dejado envolverla en la prenda, que le quedaba muy grande pues el atlético cuerpo de la chica era menudo en comparación con el cuerpo, también de súper soldado, del muchacho.

Cuando estuvo contento de que ella estaba más cubierta, se había quitado las botas de combate para ponerle a ella sus calcetines antes de volverle a calzar sus propias botas rosadas que su mamá le había llevado antes; salvo un pequeño espacio de sus piernas que quedaba sin cubrir, Giselle había dejado de tener frío. Tristen se volvió a calzar más botas, haciendo que Giselle se encogiera al imaginarse lo mucho que le lastimarían ahora que no traía calcetines, y luego se inclinó a tomarla en brazos.

La sostuvo contra su pecho, y ella se acurrucó para que él no fuera a pasar frío pues sólo llevaba el sweater de cuello de tortuga ahora que le había dado la chaqueta a ella. Le sonrió, y él besó su frente antes de comenzar a caminar muy lentamente para no marearla, hacia el parque. Giselle se había quedado apenas una cuadra corta de llegar antes de que se le acabarán las fuerzas, así que llegaron rápidamente.

-¿A donde? -preguntó Tristen mientras ella recostaba su cabeza contra el hombro del chico y comenzaba a adormilarse, agotada y ansiosa de escapar de las punzadas de dolor que herían su corazón y sus pulmones.

-A donde sea... -susurró, estaba con él, lejos del hospital y con eso ya estaba contenta. Tristen la acercó más a su cuerpo y comenzó a caminar hacia una banquita que daba a un lago artificial, estaba amaneciendo y ahí tendrían una magnífica vista.

Se sentó, con ella hecha una pequeña pelota en su regazo, perfectamente abrigada y segura, y la abrazó con cuidado de no lastimarla, contentándose con escucharla respirar mientras veían el amanecer comenzar a despuntar sobre ellos. Giselle sabía que volverían al hospital, pero en ese momento no era algo que le importara mucho.

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora