Paranormal 19

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El cazador se había vuelto la presa... irónico ¿verdad? Giselle finalmente había logrado sobreponerse al miedo histérico que se había apoderado de ella durante todo ese tiempo y había recordado que era la hija de Natasha Romanoff y James Buchanan Barnes, una super soldado que existía contra todas las probabilidades, el producto de dos seres rotos que habían encontrado la manera de recomponerse.

Algo en el interior de la hermosa chica había explotado, se había liberado, se había levantado contra aquel hombre que parecía querer esclavizarla aunque le estuviera ofreciendo, en su muy retorcida manera, el mundo. Giselle no quería el mundo, Giselle quería su libertad y era todo lo que estaba dispuesta a aceptar... la sangre putrefacta que manaba de aquel hombre demostraba, también, que estaba dispuesta a luchar con uñas y dientes por ella.

-¡Háblame! -Siseó peligrosamente, presionando el cañón de la aún humeante pistola contra el pómulo masculino que había roto de un culatazo; Giselle estaba enojada, y los gemidos de dolor y miedo de aquella cosa, de aquel... íncubo que la había atraído a una trampa y la había torturado tan tranquilamente sólo agregaban combustible a la hoguera de su rabia. A Giselle no le gustaba sentirse débil ni vulnerable... nunca había sido débil, mucho menos vulnerable, no estaba dispuesta a ceder terreno en ese aspecto.

-¡Maldita sea! ¡Háblame! -Repitió, casi escupiendo las palabras. La mirada asustada y pusilánime de aquella cosa la estaba llenando de repulsión.

-E...este es m...mi m...mundo... -Tartamudeó aquella cosa haciendo que la maligna sonrisita en los labios de la chica se acentuara, era buena para leer a los demás y con facilidad se había dado cuenta de que, por más poderosa que aquella cosa fuera, no era valiente, no era un guerrero... una burbuja de asco le creció en la garganta al pensar en el término que le aplicaría a esa cosa, los íncubos eran eso, pero ella había sentido las manos de uno encima, así que "amante" le resultaba realmente repulsivo.

-Eso me queda claro... -espetó, la mirada de aquellos hermosos ojos de zafiro resultaba casi tan espeluznante como aquella cosa moribunda; Giselle lo analizaba como un científico estudiaría al gusano que está a punto de diseccionar... -Lo que quiero que me digas es cómo demonios salgo de aquí...

-¡S...solo conmigo! -una insensata esperanza comenzó a brillar en aquellos ojos vacíos y muertos. Giselle había escuchado alguna vez que los ojos eran los espejos del alma... al ver aquellos ojos verdes tan vacíos se dio cuenta de que aquello era cierto, le quedaba claro que el alma de aquel cuerpo se había marchitado mucho tiempo antes, ahora era sólo un cascarón que daba hogar a esa cosa que no tenía espíritu. Eso hizo que Giselle se estremeciera de repugnancia sólo de pensarlo -¡Sólo conmigo! -Repitió con la suficiente premura para que Giselle se diera cuenta de que mentia; estaba dando patadas de ahogado, tratando de aferrarse al clavo ardiente de la última esperanza; eso terminó de apagar el pequeño resabio de cordura que brillaba en la mente de la joven heroína.

-Eeeehhhrrrr ¡Respuesta incorrecta! -Los ojazos de Giselle chisporrotearon peligrosamente mientras guardaba la pistola que llevaba en la mano derecha en la zobaquera, manteniendo la de la mano izquierda apuntando entre sus cejas sin titubear un instante. -¿Sabes? Nick Fury descubrió mi lado oscuro cuando era muy pequeña -Comenzó a narrarle como si nada, casualmente... como si todo lo que le estaba diciendo no fuera una revelación aterradora y descorazonadora. -Era lógico que lo tuviera, ¿sabes? por mis venas corren dos versiones imperfectas del Suero del Super Soldado y ni a Hydra ni a la KGB les interesaba arreglar los puntos malos de la personalidad que sus sss resaltaban...

Se entretuvo un instante en sacar una larga y afilada daga de la vaina que llevaba colgando junto a la pistolera del muslo y luego continuó:

-Se dio cuenta de que mi rasgo más aterrador era mi curiosidad innata y a los extremos que podía llegar para satisfacerla... Los mejores interrogadores son los más curiosos ¿sabes? -Los ojos del hombre la observaban oscurecidos, era evidente que sentía el dolor de su huésped y que lo aterraba aquello que podía leer en los ojos helados de la chica -A espaldas de mi madre, mi padre y mi tío Steve me enseñó algunas cosas muy divertidas... ¿Sabes que puedo llegar a tu corazón y torturarlo sin matarte? Justo ahora me pregunto si el corazón de ese cuerpo que robaste late aún... ¿Lo averiguamos?

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora