Paranormal 16

32 5 0
                                    

-¿Y qué piensas hacer, Giselle? Tú no quieres realmente matarme -La mera voz de aquel hombre... de aquella cosa que la había tocado de aquella manera, hacía que la chica se estremeciera violentamente de repugnancia, aún podía sentir aquella lengua recorrer lascivamente la cortada en su muñeca mientras se bebía su sangre, o aquellos dedos recorriendo su ingle y tocando sus labios silenciosos. Sus índices se movieron convulsamente sobre los gatillos de las 9 mm que sostenía en ambas manos, tenía que terminar pronto, sus rodillas temblaban un poco, recordándole que no tenía aún demasiada fuerza que desperdiciar.

-Yo puedo hacer que esas mariposas de tu estómago escapen y te den sensaciones como las que nunca has experimentado... -Continuó la cosa y Giselle no pudo evitarlo, no lo había matado aún porque no quería desperdiciar balas y no estaba completamente segura de que lograría quitarle la vida, era una especie de demonio si lo que decía de ser un íncubo era realidad, después de todo... ¿no se suponía que necesitaba balas de plata, de hierro o algún cliché estúpido como aquel? Pero al escuchar aquello y recordar que aquella cosa sabía exactamente por quien nacían las mariposas de su estómago, el impulso fue demasiado violento para acallarlo

-¡Cierra tu maldita boca! -Le ladró mientras, con un movimiento demasiado rápido y lleno de iracunda violencia, descargaba un fuerte golpe con la culata de una de sus pistolas, sobre una de aquellas mejillas perfectas que parecían irreales... un crujido enfermizo saludó a su acción, un hueso haciéndose polvo debajo de su fuerza; la sangre no se hizo esperar, salió expulsada de aquellos labios en una lluvia pegajosa y extrañamente morada... ahora comprendía la apariencia mortecina de aquella piel, lo comprendió de inmediato en el momento en que una de aquellas asquerosas gotas cayó sobre su mano y se dio cuenta de que era un diminuto coágulo de sangre... aquel era un cuerpo humano que estaba al borde de la muerte y sólo era sostenido por el espíritu inmundo que lo había poseído y que se había enamorado de ella... razón de más para matarlo, liberar a aquella víctima de las manos de su captor sonaba, casi, como la obligación que una súper heroína como ella debía realizar... pero ¿qué pasaría cuando aquel espíritu se quedara sin casa? Evidentemente necesitaba un cuerpo, o no habría robado uno, ¿se pondría en su camino para ser su nueva víctima? ¿sería más peligroso? ¿más fuerte?

Las dudas la mataban mientras observaba, con expresión enloquecida y sin bajar ni un momento las armas que apuntaban a su corazón y su cabeza, cómo él escupía más coágulos de sangre en el suelo, a sus pies, y luego la observaba con esos ojos carentes de vida. Cuando habló, Giselle se mordió los labios para no mostrar su asco: -Baja las armas, Giselle... déjame mostrarte lo que puedo hacer...

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora