Paranormal 18

32 6 0
                                    

El hielo en su mirada mientras lo observaba gimotear, presionando con sus manos su ingle que sangraba profusamente, habría sido capaz de congelar hasta a la más helada y descorazonada criatura que hubiera alguna vez transitado por el mundo... o donde fuera que estuvieran en ese instante. Giselle no sentía ningún remordimiento en pagar con la misma moneda a aquella cosa que había tratado de violentarla... probablemente él no hubiera considerado que el asunto del calamar súper desarrollado, el poltergheist y la tumba de tierra habían sido torturas, quizá era la forma de su especie, cualesquiera que ésta fuera, daba la bienvenida a sus dominios, pero para la chica había sido pura y simple tortura...

Y ahora ella estaba pagando aquella cortesía...

El alarido de dolor que él lanzó sólo hizo que las comisuras de los hermosos labios femeninos se curvaran imperceptiblemente, los ojos de zafiro, oscuros y profundos, se iluminaron con una estrella fugaz pletórica de diversión; la hija de James Buchanan Barnes estaba disfrutando aquello, esa era la horrible y perturbadora verdad que seguramente la haría sentirse sumamente avergonzada cuando estuviera allá afuera, frente a la mirada esmeralda interrogante de su madre... si es que alguna vez salía.

-¿Qué se siente? -La hermosa voz de terciopelo negro de Giselle fue un delicado y falsamente seductor ronroneo que crepitó como una cálida llama sobre la piel de aquel hombre, deslizándose sobre la enfermizamente pálida superficie con gracilidad engañosa que dejaba amargas yagas supurantes de bilis y veneno; todo el odio que se había concentrado en aquella chica, todo el que alguna vez había sentido sin saber muy bien hacia quien dirigir, toda esa amargura se destiló en el suave tono de su piel y quemó a aquella cosa con más certeza de lo que lo habría hecho el fuego que saltaba alegremente en la chimenea cercana... -¿Saber que esa cosa que tenías pensado utilizar conmigo no volverá a ser útil... que ni siquiera existe más? Awe, ¿acaso son lágrimas, pequeño íncubo? -La pistola que recién había disparado, que seguía humeando por el calor de la explosión que había impulsado la bala por el cañón, se movió hasta que la caliente punta borboteó, quemando la piel y recibiendo la lágrima... quizá estaba tentando al destino, debería volarle la cabeza y largarse de ahí lo más rápido que pudiera; aprovechar la confusión de la muerte del amo para encontrar la salida, pero no lograba apagar la hoguera de cólera que le burbujeaba en el corazón y le recorría las venas. Aquella cosa la había secuestrado, la había torturado, la había tocado y ahora sabría porqué uno no se metía con la hija de la Viuda Negra.

-¿Q-Que es lo que quieres? -tartamudeó él, haciendo que la maligna sonrisa en los labios de la súper soldado se hiciera más extensa y aterradora, definitivamente, en ese momento, Giselle no tenía nada de heroína... quizá debería dimitir a S.H.I.E.L.D. después de aquello, pero no daría marcha atrás -No puedes salir, no te dejaré hacerlo.

-Quiero que sufras -volvió a ronronear ella, golpeando su pómulo con un movimiento tan rápido de su pistola que la culata se desdibujó en el aire antes de que el "crack" del hueso le dejara bien claro que había acertado -Y no pienso pedirte permiso para hacerlo.

Las ventajas de ser una meta humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora